Querida Hermana te Daré un Hijo

59

Jeremiah estaba tan furioso que sentía cómo su rostro ardía de impotencia. Ver cómo humillaban a la mujer que le gustaba lo enfurecía. Se acercó rápidamente, dando grandes zancadas, y quedó a pocos metros de Nora.

 

—Todo esto ha sido su culpa. Si no se hubiera metido en asuntos ajenos, nada de esto estaría pasando... —comenzó a decir Sam, pero Jeremiah la interrumpió.

 

—¿Aún te atreves a defenderte? ¿No asumes tus errores y además le echas la culpa a los demás? —la miró fijamente—. Lamento haber permitido que trabajaras en mi hotel. No has hecho más que causar problemas, difamar a tus compañeros y agredirlos. ¿Qué crees que dirá tu padre cuando se entere?

 

El rostro de Sam se transformó, lleno de miedo y pánico.

 

—Señor, yo... Le prometo que solo me he defendido. Ella me ha dado una bofetada y...

 

—No quiero escuchar ni una palabra más, Sam —advirtió el director, sosteniéndose el puente de la nariz—. Ya es suficiente. Te pido por favor que recojas tus cosas y te vayas.

 

Las lágrimas comenzaron a acumularse en los ojos de Sam al escuchar que estaba siendo despedida. Por otro lado, Nora se quedó en silencio, arrepentida de todo lo que había sucedido. Lo último que quería era que las cosas terminaran de esa manera. Se sintió mal por no haberse contenido y evitar esa situación.

 

Jeremiah tomó la mano de Nora y la llevó lejos de la cafetería, lejos del resto que no dejaban de murmurar entre ellos. A pesar de la sorpresa y confusión que generaba entre sus empleados, no soltó la mano de Nora mientras subían a la oficina. Una vez allí, Nora finalmente pudo soltar el aire que había retenido, sintiéndose abrumada por la emociones y la necesidad de derramar algunas lágrimas.

 

—Lo siento... —sollozó cubriendo su rostro entre sus manos.

 

Jeremiah, al percatarse de la tristeza en los ojos de Nora, sintió cómo su corazón se encogía. Sabía que ella había estado lidiando con los comentarios por parte de sus compañeros, quienes últimamente no estaban siendo nada agradables. 

 

No pudo evitar sentir una profunda culpa y preocupación. Así que, sin pensarlo dos veces, envolvió a Nora en un cálido abrazo, tratando de consolarla en medio de su situación.

 

No le importó ensuciar su traje de aquel líquido pegajoso, y la envolvió en sus brazos. Nora se dejó llevar por el abrazo reconfortante y se permitió llorar en su hombro. Sus lágrimas fluían libremente mientras Jeremiah acariciaba suavemente su cabello, dándole apoyo en ese momento de vulnerabilidad.

 

—Está bien, tranquila —susurró él—. ¿Quieres contarme lo que pasó? 

 

De repente, Nora sintió que un nudo se desataba en su interior. Había estado guardando sus preocupaciones y pensamientos en lo más profundo de su ser, pero ahora, que estaba junto a  Jeremiah, se dio cuenta de lo mucho que necesitaba desahogarse. 

 

Se separó, mirándolo a los ojos mientras buscaba las palabras correctas para poder expresarse.

 

—Siempre he podido soportar todo, pero que hablen mal de mí y digan mentiras es insoportable. Sé que no debí darle una bofetada, pero ha sido tan cruel y humillante que no... —entre sollozos, relató lo que había sucedido—. No pude contenerme.

 

Jeremiah escuchó con atención cada palabra de Nora. Comprendió lo difícil que había sido para ella mantenerse al margen a pesar de ser el tema de sus compañeros. Todos hablaban de ellos, como si lo que estaban haciendo era un delito. Él era consciente de las intenciones de Nora, y no se dejaría llevar por las opiniones erróneas del resto. 

 

—Siento mucho no haberme hecho cargo de este asunto —dijo el director, y la miró con comprensión—. No permitiré que hablen de nosotros como si les correspondiera. Así que por favor, no llores. Lo voy a solucionar, ¿Sí? 

 

Pidió mientras le limpiaba las lágrimas, prometiéndole asegurarse de la situación, sin importar lo que sucediera.

 

De pronto, su móvil comenzó a vibrar en el bolsillo de su pantalón, Jeremiah suspiró al mirar la pantalla y ver qué se trataba de su madre. Se debatió mentalmente si atender su llamada, no quería terminar discutiendo de nuevo con ella.

 

—¿No vas a responder? —preguntó Nora al ver que él no parecía querer atender la llamada.

 

—Sí, bueno... —dudó en hacerlo pero sabía que su madre no dejaría de insistir comunicarse con él.

 

—Adelante, responde, debe ser importante. Yo iré al sanitario a limpiar todo esto —señaló su ropa y Jeremiah asintió. Nora caminó hacia la puerta y se retiró de la oficina.

 

Al quedar solo, Jeremiah decidió responder la llamada a su madre.

 

—¿Querido? Creía que me ibas a ignorar—se escuchó decir a la señora Sussan.

 

—Disculpa, madre. Estaba ocupado, ¿qué sucede? —inquirió mientras tomaba asiento en la silla.

 

—Bueno, querido. Hoy habrá una cena en casa y quiero que nos acompañes —emitió Sussan pero al notar que su hijo no decía nada continuó hablando—. Es importante para mí que estés presente.

 

Un suspiro se escapó de sus labios al escucharla, Jeremiah no podía negarse cuando se trataba de la única familia que tenía en su vida. Después de unos minutos de debatir si asistir o no a la cena, se le ocurrió una idea.

 

—De acuerdo, madre. Haré un espacio en mi agenda para acompañarte en la cena —accedió con un plan en mente.

 

—Oh, querido, me encargaré de preparar tu comida preferida.

***

Sheyla observaba por la ventana mientras su padre conducía, minutos atrás había perdido el hilo de la conversación que mantenía su primogénito. Este se dio cuenta del desinterés de su hija, y decidió cambiar de tema.

 

—¿A qué lugar quieres ir este año? —preguntó mirándola de reojo.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.