Querida Hermana te Daré un Hijo

61

Sussan forzó una sonrisa y se acercó al señor Russell y Jane. Cambió su expresión mostrando una más alegre.

 

—Bienvenidos, me alegra mucho tenerlos aquí —miró a los recién llegados.

 

—Gracias por la invitación —dijo el señor Russell con una sonrisa, su rostro demostrando el objetivo por el que había venido—. ¡Jeremiah! pensé que no te volvería a ver después de la propuesta que te hice.

 

Comentó mientras se acercaba para abrazarlo. Jeremiah se tensó y apenas tuvo tiempo de reaccionar cuando los brazos del señor Russell ya se habían alejado de su cuerpo.

 

—Padre... —susurró Jane mirando con reproche a su padre.

 

—Tuve que convencer a Jane para que me acompañara hoy, así que espero que me des una respuesta a la propuesta, ¿eh? —le señaló con el dedo mientras reía.

 

Jeremiah mordió el interior de su mejilla, conteniéndose para no marcharse de una vez por todas. Había aceptado cenar con su madre creyendo que era la ocasión perfecta para presentarle a Nora y Zoe, no pensó que habría más invitados presentes. Pero una vez más su madre había jugado sucio.

 

—Supongo que mi madre no les comentó nada —le dedicó una rápida mirada y Sussan apretó los labios en una fina línea—. Le agradezco mucho su interés en mi negocio, pero debo declinar su oferta, señor.

 

Las cejas se alzaron en sorpresa, el señor Russell no esperaba recibir aquella respuesta.

 

—Vaya, parece que tienes una buena razón para rechazarla, ¿no es así? —preguntó Russell con intriga.

 

Jeremiah asintió y, tomando la mano de Nora, la miró fijamente.

 

—Ellas son la razón por la cual rechazo su oferta, señor Russell. Espero que me entienda —se disculpó con él y se dirigió a la mesa, dispuesto a tomar asiento junto a Nora y Zoe.

 

Sheyla, quien estaba al otro extremo de la mesa, había reconocido a Nora desde que había entrado al lugar. Pensó que el destino había estado a su favor aquel día. Se incorporó de la silla y se acercó a la castaña.

 

—Hola —dijo Sheyla, haciendo que Nora volteara a mirarla—. No sé si me recuerdas, trabajo en la clínica de fertilidad.

 

Sheyla mostró su fotografía con el uniforme azul para que Nora pudiera acordarse. Los ojos de Nora se ampliaron llenos de sorpresa.

 

—Oh, sí. Eres la enfermera que estaba en el consultorio ese día —dijo Nora, asintiendo.

 

—Soy Sheyla, por cierto— se presentó sonriente.

 

—Nora, es un placer —dijo Nora y extendió su mano para estrecharla con la de la muchacha.

 

—Desde hace semanas he querido conseguir tu número, pero no lo encontré en los registros de la clínica. La verdad es que necesitaba contactarme contigo cuanto antes.

 

La preocupación se instaló en el rostro de Nora.

 

—Debe ser muy urgente, ¿no? —la miró expectante—. Dime ¿qué ocurre?

 

Antes que Sheyla pudiera hablar, el sonido de una campanilla inundó la habitación. Ambas dirigieron la vista hacia Sussan, quien sostenía una copa en sus manos llamando la atención de los presentes.

 

Sheyla se levantó de la silla para ir a ubicarse en su asiento, pero antes de alejarse de Nora le susurró al oído.

 

—¿Te parece que conversemos mañana? Sería más cómodo y prudente decirte en un lugar menos ruidoso —con disimulo le entregó una tarjeta con sus datos personales.

 

Nora miró el nombre en la tarjeta, notando el apellido de la muchacha. Se preguntó si era pariente del doctor Smith, pero justo en ese preciso instante el dueño de sus pensamientos entró al comedor.

 

Le sorprendió verlo allí.

 

—Oh, cariño, ahí estás —dijo Sussan mientras entrelazaba su mano con la de él.

 

Jeremiah frunció el ceño, confundido ante lo que veía. No entendía que estaba sucediendo.

 

—¿Hay algo que deba saber, madre? —inquirió con seriedad.

 

—Por supuesto, querido. Es la razón por la que los he invitado hoy, quiero que conozcan a mi prometido —señaló al hombre junto a ella y Sheyla bufó, ganándose una mirada de recriminación por parte de su padre.

 

—Aún no veo el anillo en su dedo, señora Sussan —comentó Sheyla ignorando a su progenitor.

 

Todos parecieron notar la tensión que había entre ellas, pero solo permanecieron en silencio. Sussan la miró fijamente, deseando cerrarle la boca a aquella malcriada, sin embargo, simuló una sonrisa forzada.

 

Una risa escapó de sus labios, fingiendo gracia ante las palabras de la muchacha.

 

—Oh, linda, eso es irrelevante cuando lo que realmente importa es el amor que nos tenemos —emitió, dedicándole una mirada a su prometido.

 

El doctor Smith asintió, sintiéndose un poco confundido al escuchar a Sussan. No tenía idea de que le contarían a todos sobre el compromiso que aún no habían formalizado.

 

¿Por qué lo había soltado de repente? Se preguntó el doctor.

 

Unos aplausos se oyeron por parte del empresario, el señor Russell se había levantado de la silla y sonreía con gran emoción.

 

—¡Vaya, felicidades a los dos! —exclamó el señor Russell, cortando con la tensión que había en el ambiente—. Esperamos gustosamente la invitación a la ceremonia.

 

—Claro, sería un honor tenerlos como invitados —expresó Sussan, mientras le dirigía una rápida mirada a su hijo—. Querido, también espero que estés ese día. He decidido que tú y Jane sean mi caballero y dama de honor. ¿Qué dices?

 

Jeremiah la observó por unos segundos, deduciendo que su madre tramaba algo y que aquel compromiso no parecía ser real. No obstante, se limitó a sonreír al notar que los demás lo estaban viendo atentamente.

 

—No creo tener problemas, madre. Pero al menos me hubiera gustado saber que estabas comprometida. ¿Lo tenías bien guardado, no? —trató de sonar relajado, aunque aquella noticia había removido algo en su interior.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.