Minutos más tarde, juntos, los tres se embarcaron en la aventura que el día les tenía preparados. El destino era una hermosa reserva natural, llena de colinas verdes y flores silvestres. Era un lugar mágico, suspendido en el tiempo, donde el amor y la alegría fluían libremente.
Mientras caminaban de la mano, el viento susurraba palabras de amor entre los árboles, como si estuviera al tanto de la conexión especial que existía entre Nora y Jeremiah. Zoe, con su risa melodiosa y su energía inagotable, parecía ser la encargada de avivar aún más la llama de ese romance incipiente.
—¡Mira mamá! ¡Había un arcoíris! —exclamó la niña maravillada mientras señalaba el cielo.
—Sí, cariño. No te alejes demasiado —ordenó su madre viéndola caminar delante de ellos.
La tarde transcurrió entre risas, miradas llenas de complicidad y gestos cariñosos. Nora y Jeremiah se dedicaron tiempo el uno al otro, compartiendo anécdotas y fortaleciendo esa unión que cada día se hacía más profunda.
Finalmente, al atardecer, el sol se ocultó tras las colinas y el cielo se tiñó de tonos cálidos y dorados. Mientras tanto, Nora y Jeremiah se acomodaron entre las raíces de un gran árbol, deleitándose con la belleza de ese instante mágico. Jeremiah sostenía a la niña con delicadeza mientras esta dormía plácidamente en sus brazos.
Con disimulo, Nora lo observaba, no podía apartar la mirada de aquel hombre que había conquistado su corazón de una forma única y especial. ¿Cómo había llegado alguien tan maravilloso a su vida? ¿Cómo había sido bendecida con la presencia de alguien tan lleno de amor?
Su mirada se perdía en Jeremiah, cada gesto, cada sonrisa, cada caricia que brindaba a su hija era un recordatorio constante de la magnitud de su amor. Sentía cómo su corazón se llenaba de una felicidad indescriptible y cómo cada día a su lado se convertía en un regalo que valoraba y apreciaba infinitamente.
Sin embargo, en medio de aquel cúmulo de emociones, Jeremiah había percibido la mirada fija de Nora en él. Volteó con suavidad, y sus ojos se encontraron en una conexión única y poderosa. En ese instante, todo a su alrededor pareció detenerse mientras se miraban el uno al otro, sin necesidad de palabras para expresar lo que sentían.
Nora, por su parte, apartó la vista al sentirse abrumada por la profundidad que emanaba la mirada de Jeremiah.
—¿Qué pasa? —Abrió la boca para decir algo, pero se calló de inmediato al no saber cómo formular la pregunta.
—Yo... necesito hacerte una pregunta, pero no sé cómo empezar —dijo después de unos minutos de silencio.
Jeremiah percibió que se trataba de algo serio e intentó no mostrar su ansiedad.
—Empieza por donde creas que es mejor —tomó su mano y Nora asintió.
—Nunca me has preguntado por mi familia, ¿no tienes curiosidad? —inquirió sospechosa, haciendo que él frunciera el ceño.
—¿A qué viene tu pregunta? No entiendo —le lanzó una mirada furtiva.
—Me enteré de que Oliver Whitman trabajó para ti hace unos años, para ser precisos, hace cinco años. Era el hombre que murió en una de las construcciones de tu familia —la mención del incidente hizo que Jeremiah se tensara—. Tal vez te sorprenda, pero era el esposo de Irena, mi hermana. Ella también falleció el mismo día que él. ¿No lo sabías?
Jeremiah humedeció sus labios, sintiendo un nudo en el estómago ante su pregunta. Había temido todo este tiempo que llegara el momento en que Nora descubriera lo que tanto lo había atormentado. La culpa que sentía era enorme y nada podría reparar el daño que le había causado a la mujer que estaba a su lado.
—¿A qué te refieres? —no fue capaz de mirarla.
Se sentía mal por no haberle dicho la verdad desde el principio. Cuando tuvo la oportunidad de contarle la razón por la que no había podido explicar lo sucedido aquel día, pensó que era mejor evadir el asunto e ignorarlo. Pero al final, se encontraba enfrentando la realidad que había estado evitando.
Nora mordió su labio inferior, le costaba mucho tocar ese tema. Sin embargo, necesitaba salir de dudas y asegurarse de que nada de lo que había leído era cierto.
—Leí el artículo, tu nombre aparecía en el titular de noticias y me sorprendió. Debo admitir que jamás imaginé que Oliver estaba trabajando para tu familia, yo... —negó con la cabeza, tratando de ser cuidadosa con sus palabras. Era difícil decir en voz alta que el hombre que amaba había sido el culpable de lo sucedido—. Solo quiero saber qué ocurrió realmente aquella noche. No digo que haya creído en ese artículo, pero...
De repente, la mano de Jeremiah tomó la suya y la entrelazó. Sentir su contacto la calmó a pesar de no haber escuchado aún lo que él tenía que decir.
—Gracias por darme la oportunidad de explicarme —dijo mientras se preparaba mentalmente para relatar lo ocurrido. Su mirada se posó en Nora—. Me puse en contacto con Oliver a través de mi tío Geoffrey, él era quien lo había contratado para llevar a cabo la obra. En ese momento, no estaba seguro de dirigir el hotel debido a razones personales, para ser conciso, una ruptura amorosa. Nada relevante, en realidad.
Hizo una pausa para continuar. Por otro lado, Nora no pasó por alto el último detalle, presentía que Jane había sido la causante de aquella ruptura. No obstante, prefirió no preguntar al respecto y, en cambio, indagó sobre el tema principal que la había inquietado.
—¿Estás diciendo que tu tío Geoffrey era quien estaba a cargo? —quiso saber y él asintió.
—El abuelo quería que el negocio siguiera adelante sin importar lo que pasara. Sin embargo, yo no me sentía preparado para dirigir un negocio tan grande, y Dylan prefería dedicarse a otra cosa. Así que no había otra opción, mi tío Geoffrey estuvo a cargo del hotel mientras recuperaba mi estabilidad emocional —las palabras parecían fluir solas y Jeremiah se sentía afectado a medida que se acercaba la revelación—. Mi tío hizo todo el trabajo sucio, pero es inevitable no culparme por lo que sucedió. Él era el encargado de conseguir los mejores materiales para gran parte de la construcción del hotel, es decir, los últimos pisos del edificio. Sin embargo, tomó una mala decisión al no asegurarse de que los materiales utilizados fueran los correctos para la obra.