—Princesa, aquí estás —Jeremiah acarició su mejilla al tenerla cerca.
Nora frunció el ceño, sin entender cómo su hija había llegado a la clínica.
—¿Quién te trajo, Zoe? —preguntó su madre, pero antes de que la niña pudiera responder, apareció Jane.
—Vaya, esa niña tiene demasiada energía —murmuró mientras intentaba recuperar el aliento.
—¿Jane? —la sorpresa se reflejó en su voz, Jeremiah la miraba con incredulidad.
—Me alegra que hayas despertado, nos tenías preocupados —dijo acercándose a la cama, contemplando a Nora con asombro—. Eres afortunado de tener a una mujer como ella, no se ha despegado de tu lado ni un segundo.
Nora le sonrió agradecida.
Por otro lado, Jeremiah las observaba sin entender cuándo se habían vuelto tan cercanas. Pero prefirió no hacer preguntas al respecto.
—Gracias por traerla, Jane —ella asintió con la cabeza.
Elliot y Jong entraron en la habitación, cargando una pequeña maleta con la ropa del paciente.
—No sabes el susto que nos diste, eh —comentó el abogado, llevando la mano a su pecho—. Todos estábamos preocupados, idiota.
—Idiota es una palabra fea —reprendió la niña mirándolo con desaprobación.
Jeremiah sonrió divertido ante la expresión de su amigo. Jong lucía avergonzado por la pequeña.
—Lo siento, lo siento —se disculpó y luego se dirigió a Nora—. Ya entiendo por qué no se parece a ti, es idéntica a su padre.
—No veo fallas en tu lógica —intervino Jane, riendo.
Elliot, quien había permanecido callado, se acercó a su hermano para abrazarlo fraternalmente.
—Eres fuerte, mamá estaría orgullosa de ti —susurró en su oído, provocando que sus palabras tuvieran un efecto en Jeremiah—. Que bueno que estés bien, hermano.
Horas más tarde, Nora y Jeremiah quedaron a solas. Elliot se había quedado cuidando a Zoe para que los padres pudieran pasar un tiempo juntos. Tenían mucho de qué hablar y, a pesar de las circunstancias, Nora no podía seguir evadiendo el tema.
Jeremiah notó la preocupación de Nora e intuyó que se trataba de lo que estaba pensando.
—¿Estás bien? —preguntó, haciendo que ella parpadeara varias veces, como si su mente hubiera estado divagando.
—¿Eh? Sí, sí. Solo me pregunto quién estuvo detrás de todo esto, es decir, la persona que conducía el auto —intentaba descifrar quién había sido el causante de lo ocurrido horas atrás, pero no tenía ni idea—. ¿Lograste ver quién era?
Los ojos de Jeremiah se desviaron hacia el suelo, temiendo la reacción de Nora. No quería preocuparla más, ya había sido suficiente con todo lo que había sucedido, y solo quería no pensar en nada. Sin embargo, evadir el tema no era lo correcto, no cuando existía la posibilidad de estar en peligro si no hacía algo al respecto.
—Era mi madre... Sussan —tragó con dificultad al pronunciar su nombre.
—¿Qué? ¿Cómo es posible...? —la incredulidad tiñó el rostro de Nora, no podía creer que esa mujer hubiera llegado tan lejos—. Es...
Buscó las palabras adecuadas para describir lo inimaginable que resultaba. Se preguntaba cuánta maldad había en Sussan para intentar acabar con la vida de alguien, incluso la de su propio hijo, o bueno, al hijo que le arrebató a otra persona.
—Malvada, descabellada, cruel. Sí, al parecer he vivido todo este tiempo con una psicópata —apretó su mandíbula con fuerza.
—Lo siento, debe ser difícil para ti todo esto —murmuró compadecida por él—. Puedes expresar lo que sientes, te ayudará...
—No, no quiero hablar de eso. Desearía borrar los recuerdos que tengo para no sentir pena y, al mismo tiempo, lástima por una mujer que ha hecho tanto daño —emitió Jeremiah, su voz reflejando el resentimiento que albergaba. Pero lueg, su expresión se suavizó al mirarla—. En fin, cambiemos de tema y explícame algo que me tiene intrigado. Parece que me he perdido algo.
Nora asintió en comprensión, entendía que todo aquel asunto de Sussan era delicado para él. Y respetó su decisión, no volvió a tocar más el tema.
—De acuerdo, ¿qué quieres que te explique? —quiso saber.
—¿Cómo es que tú y Jane se ven tan unidas? —indagó él, sin poder evitarlo.
—Bueno, la verdad es que tampoco imaginé que nos llevaríamos bien. Pero simplemente sucedió así —se encogió de hombros, lo que provocó que Jeremiah soltara un bufido, mostrando su inconformidad con su respuesta—. Hace días, Jane me pidió que nos reuniéramos en una cafetería para conversar. Me explicó la razón de su ruptura y lo arrepentida que estaba por haberte lastimado, a pesar de haber sufrido también durante la relación.
—¿Te contó la razón? —ella asintió con la cabeza y continuó hablando.
—Jane te amaba, ¿sabes? Pero muchas veces no recibimos el mismo amor que estamos dispuestos a dar. Aun así, ella prefería conformarse con lo que le ofrecías, por temor a perderte. Sin embargo, poco a poco fue guardándose lo que sentía y pensaba, hasta que todo la consumió —repitió las mismas palabras que había dicho Jane—. Claro, esto no justifica la infidelidad de su parte. Merecía sufrir las consecuencias de lo que hizo, pero creo que ya es suficiente tener que vivir arrepentida del pasado. Necesita seguir adelante. Igual que tú.
Jeremiah se tomó un momento para pensar profundamente en lo que había dicho, y se dio cuenta de que tenía razón. Sabía que necesitaba perdonar a Jane, dejar atrás el pasado y continuar con su vida.
Las horas transcurrieron entre charlas amenas, ambos tenían tanto por conversar que los minutos no eran suficientes. De pronto, Jeremiah recordó que había estado olvidando un asunto pendiente del cual no había tenido oportunidad de mencionar.