Querido no amado

Carta 3

Oye… ¿No te pesan los recuerdos?

A estas alturas ya deberías saber quién soy.

Nuestro primer acercamiento lo podría describir como un coqueteo sin sentido hacia una chica que no considerabas mujer.

No soy tan estúpida como para no leer tus intenciones o al menos eso creí.

Recuerdo que vestías un suéter blanco que odiaba. Las dulces palabras que me dirigías en esa conversación se han hecho uno con el viento. Nunca dijiste mi nombre, pero sabía que hablabas de mí.

Fui consiente que no ocultaste tu interés en mi persona, me hizo feliz.

Entenderlo era un asunto distinto.

No teníamos nada en común.

En lo único que coincidíamos era que teníamos opiniones fuertes y fundamentadas sobre casi cualquier tema. Conversar contigo no parecía tener fin. Era gratificante.

Ahora ya no te extraño.

La persona que conocí, vive en los pocos recuerdos que me quedan.

¿Quieres saber cómo he vivido estos años?

Pues, verás:

Después de llorar toda una noche por ese mensaje donde decías que no era linda, ni lista, que actuaba como estúpida irracional, soplona y solo me utilizabas para tu beneficio porque no tenía nada que pudiera gustarte… Únicamente me dediqué a estudiar.

Jajaja, no es cierto. Yo no necesitaba estudiar. Ame mi carrera tanto como se me permitió.

Ese cuatrimestre tuve las mejores calificaciones de que pude desear incluso exente una materia.

Lo peor vino después.

Cada noche, cuando mi mente estaba lista para descansar; tus palabras aparecían de la nada haciéndome llorar. No podía detener las lágrimas hasta que dormía.

En mi mente de 20 años, no podía entender por qué me habías tratado así y quise buscar una razón. Quería convencerme que fue la causa por la cual te envié ese mensaje y sufrí por una respuesta que no debiste haber dado.

Todavía tuviste el descaro de decirme… “Lo que estorba en el camino hay que quitarlo así que a molestar a otra parte. Bye"

No lo olvide, un impacto tan grande que aunque ya no piense en eso, solo llega cuando me siento mal.

Pasaban los días y parecía otro castigo encontrarnos en cualquier lado. Todos sabían que nos peleamos porque también sabían que estábamos juntos.

Los rumores estaban destruyéndome más de lo que puedes imaginar. La imagen que hiciste de mí, fue reconstruida a una versión que ni yo reconocía. Todos sabían que hablaba a las espaldas de otros, que copiaba trabajos, que escuchaba conversaciones ajenas y no podía detenerlo.

Me volvieron a aislar.

¿Sabes lo que es eso?

Todos dejaron de hablarme. Nadie quería saber que pensaba o que opinaba y deliberadamente me señalaron como una chica problema como si yo lo hubiera provocado.

Las palabras cortantes con las que me hablaban no dolían, pero si su indiferencia.

Lo superé rápidamente, pero no sirvió de mucho. Tenía otro largo año escolar. Te graduaste y fácilmente podías decir adiós pero, ¿sabes lo que realmente me enojo de tu actitud?

Que después dijeran que lo hiciste para protegerme.

¿De qué necesitaba protección?

En sus palabras, había una razón para tratarme así. Nunca escuché esa maldita razón. Tu portavoz oficial solo evadió el tema.

No creí volverte a ver.

Trabajabas cerca de mi casa que sentí que me cruzaría contigo en cualquier descuido.

Te mudaste al lugar de mis sueños para volver realidad tu sueño.

Parecías tan feliz que era imposible creer que tú me dejaste a la orilla de un precipicio donde solo una brisa, podría acabar conmigo.




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