Querido no amado

Carta 7

Pensé que las cosas iban mejorando después de enfocarme solo a un trabajo.

Me equivoqué muchas veces y me corregí para aprender más, pero en casa era otro show.

Tenía un horario estricto al cual llegar, tenía tareas asignadas que realizar. Ayuda a mis hermanos con sus tareas como si fuera una maestra o un diccionario andante. Cualquier duda que tuviera debía ser resuelta y cuando no era así, recibía el peor regaño que podía imaginar.

Misteriosamente, gracias a eso no estabas en mis pensamientos.

Mi rutina era aburrida. Iba a trabajar, regresaba a cocinar y después un largo rato de ocio hasta la hora de dormir.

Adoraba ver series, leer y comprar cuadernos de diseños bonitos, pero cuando parecía que estaba disfrutando de por tener mis propias cosas, recordé que odiabas mis pasatiempos.

Sin siquiera pensarlo o decidirlo, mi celular reproducía un vídeo, pero ya no le ponía atención. Me enfoqué en la sola idea de que mis pasatiempos estaban mal, que eran extraños y por eso nadie los entendía. Miraba una y otra vez lo que tenía al frente tratando de entender que estaba mal conmigo como para querer parecerme a otros.

Poco a poco, el tiempo de las series termino y lo reemplacé con libros de temas relacionados con mi carrera de diseño. No me gustaban, la pasión que había aparecido durante años, iba esfumándose.

Me sonreía tratando de calmarme, pero al verme al espejo, las palabras de un extraño se escuchaban en mi oreja:

“No eres bonita como ella”

Nunca te conté y aunque lo hubiera hecho, probablemente lo habrías ignorado… Cuando tenía catorce años, un sujeto random de mi secundaria me dijo fea. Era joven y adolescente, claro que sus palabras darían un cambio en mí porqué yo misma estaba cambiando. Lo que no imaginé fue que dejaría de verme en los espejos. Simplemente, no me gustaba mirarme ni tomarme fotos.

La imagen que tenía de mi fea cara no se borró con los años. Hice más ejercicio, seguí con cuidado las instrucciones del cuidado de la piel, cambie mi alimentación y aprendí a maquillarme, pero mi reflejo jamás cambio.

Continuaba mirando la misma niña fea de entonces, ahora ni siquiera recuerdo la cara del sujeto que me lo dijo.

Tú también dijiste que no era linda.

No es que fueras muy guapo, resaltas sobre otros pero solo eso. Ese último mensaje que me enviaste, fue como una compilación de todos los insultos que me han hecho en mi vida.

Los olvidé pero gracias por hacerme recordarlos.

Nunca me cansaré de agradecerte el hecho de que conocerte fue la peor decisión que tome.

¿Sabías que era buena dibujante?

Si no lo sabías, te informo que desde ese año no he tomado un lápiz ni una hoja para dibujar sin sentir un ataque de pánico.

Me cuesta respirar.

Siento una enorme presión en el pecho y tiemblo al no poder trazar una simple línea. Las lágrimas corren por mi rostro y no siento alivio, solo miedo a equivocarme.

Solo tenía 22 años.

Perdí mi pasión.

Perdía mi poco tiempo de felicidad.

Seguramente tú, estabas bien sin mí

Seguramente ya no me recordabas.

Ese mensaje que enviaste, que borraste y me volviste a bloquear… ¿decía algo importante?

Tan importante como para que entraras en mis sueños… ¿Lo era?




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.