Querido no amado

Carta 8

Ese mensaje no lo leí.

Lo enviaste de una de tus cuentas alternativas.

Como si nada hubiera pasado entre nosotros, tu portavoz me trataba como una vieja amiga a la cual solo la distancia le impidió comunicarse libremente.

Deje de leer sus mensajes. Ahora que ya no teníamos razón para hablar, solo me dedique a continuar con mi vida normal.

Déjame decirte que las cosas en mi casa empeoraron.

Al no tener un ingreso fijo, mi mami me exigía que le diera casi todo mi salario de un trabajo que no me pagaban.

El lugar donde trabajaba siempre retrasaba mis pagos sin razón, cuando me quejaba, me pagaban a regañadientes esperando que tuviera compasión de ellos, pero, ¿por qué debería? Yo prestaba un servicio que ellos debían retribuir.

Las cosas se fueron complicando.

Al no tener suficiente dinero, cada gasto me volvía loca. Desde joven, mi mami decía que gastaba más dinero del que tenía y siempre estaba haciendo cuentas para que nunca me falte efectivo.

No era suficiente, reduje mis gastos más allá de la mitad y no compraba nada a menos que realmente lo necesitará.

Mi hermana se quejaba de su escuela y mis padres exigían que les ayude.

Mi hermano era el niño consentido de la casa al que yo le ponía a hacer quehaceres, pero no les parecía porque era pequeño.

¿Doce años es pequeño?

Madre mía, y yo que empecé a planchar a los 9 años.

Todos estaban de mal humor. Siempre quejándose y gritando. Llegamos al punto en que me dijeron hasta el cansancio que yo no debería ser ejemplo para nadie. Le decían a mi hermano que jamás siguiera mi ejemplo o terminaría en un trabajo mediocre como yo.

Ya no tenía aspiraciones. Mis tardes libres, consistían en estar frente al monitor leyendo libros en idiomas que apenas entendía, pero no comprendía su trama.

Nunca llevaba dinero en mi cartera, tenía miedo de gastarme lo poco que tenía. Debía darle a mi mamá para el gasto de la casa y no podía preguntarle en qué se lo gastaba porque no era mi problema. El punto de quiebra de todo fue una semana en que nos encontramos.

Tu portavoz oficial me saludo en la calle y te menciono por casualidad. No sé con qué fin lo hizo, pero le cambié el tema sin pensarlo mucho. Tras ese día, dejaron de pagarme en mi trabajo, durante más de un mes solo comí sopa de fideo y huevo, pero el colmo de todo fue cuando los recibos a pagar llegaron y no había con que pagarlos.

Todos presentaban un retraso en el pago.

No entendí por qué o como porque pasó. Yo les daba dinero al igual que mi hermana, pero no era suficiente.

Me queje de la situación solo una vez y fue suficiente como para llamarme malagradecida. Debía regresarles lo que gastaron en mi educación, debía conseguir un nuevo trabajo a tiempo completo donde pagarán más porque, mi universidad no fue barata y ellos tenían que desquitar lo que habían gastado.

Más allá de todo lo que empezaron a exigir, nunca me habían dicho estás palabras.

“Me decepcionas”

No sabía cómo tomarlo, nunca me lo habían dicho. Era sábado y acaban de levantarme. Me dijeron que esperaban más de mí, pero como siempre llego quejándome del trabajo que muchos esperaban tener, lo mínimo que podía hacer era esforzarme para mejorar. Tenían muchas deudas y debía ayudarles a pagarlas. Si hubiera elegido una carrera más fácil, no se vería en ese lío.

Fue parecido a lo que dijo mi hermana.

“Te pregunté qué harías después de la graduación porque te veías muy perdida. Parecía que ya no sabías qué hacer”

Tenía razón.

Lo ignoré.

Destruiste la parte segura de mi persona.

No se cómo esperaba seguir viviendo si tú solo llegaste y mataste una parte esencial de mi vida: mi confianza en mí misma.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.