Para ti, querido
Ha pasado un tiempo desde que tuve alguna noticia de ti. En algún momento, quise soñar con que tú también querías saber algo sobre mí, pero sé que no te importaba conocerme.
Me presento oficialmente
Solo soy una chica que, a veces, no puede vivir más.
Nací bajo la maldición del hijo mayor. Tuve que hacerme cargo de mis hermanos a una edad temprana, todos los errores que cometieron los asumí como míos, sus problemas debían ser resueltos por mí y tenía que resolver sus dudas como si fuera una enciclopedia infinita.
Debían ser dependientes de mí pero yo no podía depender de nadie.
En todo caso, no es como si ellos lo hubieran pasado mejor.
Tenerme como su hermana fue una condena distinta; no había persona que nos comparará pensando que fortalecía nuestra relación y competencia entre todos. Dios, seguramente estaban locos.
Vivir bajo mi sombra fue una pesadilla, ninguno podía estar a mi nivel. No lo digo por presunción, quizás, solo servía para ser traga libros que no serviría de nada en la vida. La competencia innecesaria que nació entre nosotros solo dejo ver qué cuando cometiera un error, todos me darían la espalda.
Mi hermana se enojaba cuando no podía ayudarla a resolver algo, en cambio, mi hermano, sentía que podía manipularme con cualquier cosa, era el consentido y, a lo mejor, el único niño deseado. No estaba desesperada por atención como para no saber sus intenciones; solo no quería esa responsabilidad.
Pasaron los años y dejaron claro cuan imperfecta era. Me cansé de asumir un rol que no era mío, pero no ganaba nada. Todos los errores del mundo debía asumirlos yo y resolverlos.
Yo crecía, yo sentía, pero eso no era relevante. Tú no lo sabes pero yo, al ser hija mayor, tenía que hacer todo lo que me ordenaban. Debía comportarme como esperaban y cuando no era así, señalarme era la única manera de castigarme por mis acciones. Mis responsabilidades eran más que cuidar a mis hermanos como si fuera una madre o cuidar de una casa donde sentía que ya no pertenecía.
Me cansé pronto.
Mi rebeldía no era una desesperada llamada de atención, solo quería sentirme feliz conmigo misma. Quería una identidad sin sentirme culpable por pensar fuera de lo impuesto.
Que tú me hablaras y fueras amable no me volvió ciega. Me hubiera gustado pensar que de verdad querías ser mi amigo no porque estuviera desesperada por tener uno sino que, una persona como tú ocultaba el tipo de persona que me había convertido. No soy una inexperta, tenía mucha experiencia en la falsedad y malas intenciones.
La relación con mis hermanos es mala. Cuando yo no hago lo que me dicen, me acusan hasta que me hacen ceder porque ese es mi trabajo. Estando en casa yo sé el rol que tengo, pero fuera de ella, no dejan de verme como una niña que al cruzar la calle será arrollada por un auto aunque miro a ambos lados antes de cruzar.
Conocerte fue mi maldición pero también mi elección.
Escribiendo esto, no entiendo porque debería dedicarte buenas palabras cuando claramente dijiste que me utilizaste.
Editado: 16.04.2025