Me estoy mudando de nuevo.
Mi hermana quiere ampliar sus horizontes, pero debe tener un guardián para viajar, allí entro yo.
Después de no tener trabajo, mis padres han decidido que la acompañe. Por primera vez en mi vida, rogué no ir al grado que llore para qué lograrán escucharme aun así, decidieron que al ver poca iniciativa de mi parte, enfrentarme al mundo era lo mejor y así obtener más experiencia.
De todas las solicitudes enviadas, no recibí ninguna respuesta. En las pocas que pregunte, dijeron que no se podían dar el lujo de pagarme tanto por solo coser o atender clientes y además debía entender su situación del futuro incierto que los persigue después de la crisis mundial.
No tuve más opciones, querido. “Acepte” solo por el hecho de que ellos no me han dejado morir de hambre además me quedo en esta casa paterna sin contribuir en nada, pero tampoco tengo derecho a pedir.
Temo el día en que me cobren la renta y no pueda cubrirla. Mi padre me ha retirado la palabra y se queja todo el tiempo con mi mamá y a su vez, ella me grita por tener miedo a abrirme al mundo.
¿Miedo? ¿Yo? Ni siquiera sé que es eso. Solo me he roto y me ha costado pegarme de nuevo. ¿Te conté de esa vez que me rompí por primera vez? Creo que no. Fueron muchas cosas las que me estaban rompiendo, no quería ver lo infeliz que era y deje que todo siguiera su curso sin que yo interviniera. Me cansé de escuchar críticas y quejas sobre mí que termine absorbiendo todo hasta que explote.
Mantenía mi cara social, pero por dentro, cualquier cosita me provocaba llorar. He llorado más en un mes que en los últimos cinco años. Me siento frustrada por no lograr lo que se supone ya debía tener a mi edad. Estoy casi de 27 años y no he hecho nada, si mañana me muriera, saldría más barato dejarme donde me encontraron. No dejan de señalar todos mis errores que me estoy creyendo que todas mis decisiones están erradas.
El tiempo que viví allí, la búsqueda inalcanzable que libre para conseguir un buen empleo, los lugares que conocí, la gente que trate… Ahora ya no la recuerdo. Vivir en esa ciudad solo me hizo ver qué he perdido el tiempo en algo que quizás no es para mí. Siendo honesta contigo, la costura no me llama la atención, pero si el diseño… ambas cosas van junto con pegado pero no revueltas; irónicamente, nadie me ve como diseñadora, solo una costurera a la que le deben decir cómo trabajar porque está tan pendeja que puede coserse la mano con una máquina industrial.
Me sentí mal en varias ocasiones, pero como soy yo, ese derecho se ha perdido. Nada de mis síntomas físicos debe detenerme para cumplir sus peticiones. No he recibido ninguna llamada del trabajo. En todos los sitios que pregunte y pase para hacer una entrevista, me dijeron que no estaba calificada además de que, físicamente, no cumplo con el perfil.
Tenías razón al decir que no era linda.
Editado: 16.04.2025