Cuando él leyó la última carta casi quiso reírse en la cara de ese remitente.
Regreso a su vieja ciudad esperando que las personas que conoció tuvieran algún logro que pudiera utilizar. La ciudad donde creció había cambiado tanto que estaba irreconocible; los lugares que solía frecuentar ahora eran sitios extraños llenos de jóvenes que le daban vergüenza o, en el peor de los casos, esos lugares ya no existían.
Precisamente, visito ese café con la intención de encontrarse con caras conocidas. Cito a su viejo amigo a reunirse allí. No había mucho que contarse, rompió el contacto con todos esperando que no necesitar de ellos, pero había unos negocios que estaba arrancando y necesitaba del talento de ella.
No la recordaba claramente, solo era una mujer de baja estatura, más gorda que él que siempre usaba un suéter feo y una sonrisa que no podía identificar si era amigable o nerviosa. No eran amigos, pero cuando la elimino de sus redes sociales pensó que ya no la necesitaría. No poder contactarla lo obligó a volver hasta este sitio donde los artistas son menospreciados y todo lo relacionado con el arte se regatea que, cobrarlo justamente, se convierte en delito pues cualquiera lo puede hacer.
— Hey, ¿qué hay? ¿Cuándo regresaste?
— Por fin llegas, me estaba haciendo más viejo al esperarte — señaló cuando su amigo se sentó frente a él — Vamos al grano, necesito el número de teléfono de ella o al menos que me digas donde encontrarla.
— Uy, Eso va a ser difícil. Se mudó al extranjero hace tiempo.
Su expresión se convirtió en enojo. No era ningún secreto que cuando las cosas no le salían como quería, se enojaba y maldecía.
— ¿Ni siquiera su número de teléfono?
— No, ¿ni siquiera recuerdas como la trataste? Aunque tuviera su contacto, dudo que quiera trabajar contigo.
— No la trate mal. Se ganó ese lugar por andar de lengua larga y sonriéndole a cada hombre que se le cruzaba.
— Sabes que no es verdad.
— ¿Qué no es verdad? ¿Recuerdas ese San Valentín donde tenía esa sonrisa estúpida mientras enviaba mensajes a sus amigos y a su novio mientras negaba su presencia frente a nosotros?
— Le envío mensajes a sus amigos. Solo porque te pusiste celoso; la excluiste de todo. Ninguna persona hubiera soportado esa presión social más que ella.
Iba a replicar pero se contuvo. Estaba arrugando la carta en su mano que intento respirar con calma.
— Bueno, ese no es el punto. Quizás alguna de sus amigas o su familia pueda decirme dónde está. Para mi negocio, la necesito a ella.
— Te digo que será difícil. Se mudó al extranjero, pero nadie sabe a dónde además con su familia se lleva bastante mal.
— Aja, pretextos. — contesto mientras pensaba si ir a la universidad para pedir su contacto o buscar en su antiguo trabajo.
— Lo que sea que pienses… No lo hagas. Después de excluirla, creo que es mejor que no aparezcamos frente a ella… Tú no lo sabes porque vivías lejos, pero aquí todo se volvió un caos… — respiro profundamente y continuo — nadie en su generación le ponía atención, su única amiga sufría junto a ella de aislamiento incluso en su último proyecto, juntos, la sacaron y acusaron de todo que… parecía más una venganza. Cuando inicio a trabajar, ni siquiera le pagaban o quisieron contratar con los contactos que obtuvo. Yo sé que tuviste que ver con eso. También cuando dejó de trabajar, desapareció del foco público y había tantos rumores sobre ella que parecían que hablaban de una estrella famosa. Escuché que estuvo enferma durante meses, no lograba recuperarse así los médicos la tratarán con el mejor medicamento, solo estaba hundiéndose pero si la veías en la calle, parecía normal.
— Yo no ocasione eso
— Directamente no, pero solo empeoraste lo que ya estaba mal. Hace unos meses, sus padres la demandaron. Ella ya no podía trabajar y aunque su médico decida que iba mejorando, la verdad era que iba de mal en peor. Ella tuvo que defenderse de las personas que abusaron de su persona verbalmente hasta que ya no pudo más. Todo el mundo le dio la espalda.
— Yo no ocasione eso
— Es lo que tú dices, pero, honestamente, ¿no metiste mano en su carrera? Sé que te gustaba pero no sé si ella o su talento pero la destruiste. Cuando la vi una última vez, parecía que en cualquier momento se derrumbaría.
— Yo no hice nada. Si le pasó eso fue porque es mediocre. Si no podía soportar la presión social, no debió dedicarse a esto.
— NI SIQUIERA LO EJERCIÓ
Alzó la voz que llamo la atención de todos en el café.
— No lo entenderías, ella era una mujer trabajadora e inteligente. La destruiste y yo te ayudé. No sé dónde puedes encontrarla, pero su amiga tiene un negocio en el centro de la ciudad. Puedes ir a preguntarle si quieres pero no esperes gran cosa. Ella no te ha olvidado.
Se fue sin despedirse.
Él tomó la carta, la guardo en su sobre y la regreso a la caja que había pedido. Si regresaba, escribiría un consejo para esa mujer torpe que acusa a otros de sus fracasos.
Cafetería De cartas… Bien.
Editado: 16.04.2025