Querido Otoño | El Duque y Yo

Capítulo 11: Sobre las nubes

— tengo la impresión de que algo no salió bien anoche, entre usted y yo —

Me había perdido en sus ojos, en esos detalles singulares que tenía, pero volví a tierra y desvíe mi mirada de su presencia— no hay nada señor —admití con resiliencia— tampoco tenemos que llevarnos bien, señor Barnes, no será obligatorio —

Intenté reír para no sentirme incómoda cuando los labios del señor Barnes expresaron un comentario— pero yo sí quiero llevarme bien con usted —

Trague fuerte cuando sus palabras hicieron erizar mi piel y volví mi mirada a él en busca de una respuesta coherente, así que reí nerviosa— no se preocupe, señor Barnes, que no es necesario —pero su movimiento corporal me decía que esa respuesta parecía no agradarle— dígame usted, ¿Qué sucedió con la señorita Knight? No la he visto el día de hoy —

Hablar del ayer sería deambular en él y realmente no quería arruinar la tarde de hoy— la señorita Knight, difiere de las excursiones a plena luz de sol, reiteradamente le llegan a salir ampollas por el sol —

Eso habría sido gracioso de ver, así que reí, pero oculté mi sonrisa asintiendo— es una verdadera lástima, habría sido bueno verla aquí —

— para mí representa lo contrario, es mejor tenerla lejos, a veces puede ser… —

— ¿poco tolerante? —cuestioné con una chispa de diversión en mis ojos, los suyo me advirtieron de que tal vez sabía de lo que hablaba, mientras que seguía imaginando que quizás el señor Barnes mencionaba una disculpa con referencia a lo que había dicho anoche, tomar el tema con humor era mucho mejor que no tomarlo y dejarlo a la intemperie.

— venga, señorita, señor, ¿no desearían volar y ver el día de hoy desde las alturas? —pero un señor de aspecto grueso llamó nuestra atención cuando refirió subirnos a uno de esos globos aerostáticos que habían traído como atracción. 

Los globos aerostáticos me resultaban fascinantes— ¿cuánto será el tiempo en el aire? —pregunté interesada, por supuesto el señor ofrecía sus servicios con regocijo.

— para usted, lo dejaría en diez dólares la hora en las alturas —

Mi sonrisa se desvaneció y de pronto sentí que este hombre era más tacaño que cualquier otro que haya conocido, no tenía dinero y pedirle diez dólares a mi tía por algo así era totalmente desconsiderado— creo que no entonces —

Acomode mi cabello alejándome de él, entonces el señor Barnes al parecer dispuesto buscó en sus bolsillos algo antes de entregarlo al señor y la mirada del hombre se iluminó de inmediato tomando el dinero que el señor Barnes había puesto entre sus manos— sean bienvenidos a esta experiencia sin igual —

El señor Barnes en un abrir y cerrar de ojos había pagado el costo de una hora para el globo aerostático, mi corazón se enterneció a tal manera que distorsionó mi realidad y me hizo ver al señor Barnes siendo rodeado de un resplandor que jamás había visto en mi vida en alguien, su mano extendida hacia mí y su perfecto cuerpo me daban la bienvenida a una nueva experiencia.

El globo aerostático era realmente inmenso en su canasta para estar solamente nosotros dos con el conductor de esto, la soga que caía al suelo y era ajustada a una estaca de hierro en el suelo planeaba nuestra seguridad de regreso, de pronto el viento empezaba a soplar mi cabello cada que subía y subía y mi corazón no podía dejar de saltar de la emoción, al sonrisa en mis labios era permanente y no creo que ello le causará un buen aspecto al señor Barnes a mi lado, después de todo yo no le agradaba.

— ¿No es maravilloso señor Barnes? mire la feria desde aquí —creo que era capaz de medir la distancia entre la tía Celia y Ashley tan solo con dos dedos.

— ¿viene seguido a Winchester? —

La pregunta del señor Barnes de pronto me tomó de sorpresa pero su acercamiento me permitió verlo a mi lado— ¿disculpe? —

— usted no es de aquí —mencionó sin mucho rodeo— parece más emocionada que los demás en Winchester por estas festividades, así que la única razón sería su posible visita en tiempos de otoño, además que su familia parece llevarse con todos y dudo que usted no se lleve con todo el mundo si es que ha vivido aquí mucho tiempo —de pronto parecía Sherlock Holmes descubriendo mis secretos.

Anonadada asentí— si bien no soy de aquí, señor, al menos sé las reglas de etiqueta de la temporada de otoño, ¿busca a una mujer con la que pasar las noches? —

— ¿mujer? —

— por dos días ha utilizado un solo color y eso aquí en Winchester significa el llamado a todos los cisnes del estanque para probar la suerte con usted —

Se miró el traje y luego a mí— ¿dice que el traje es lo que llama a las mujeres? —

Sonreí de lado descubriendo su verdad— así que huye de las mujeres, ¿le teme al amor? —

— le temo a todo lo que se acerque peligrosamente, señorita —admitió con un suspiro— además, a diferencia de los lugares que vengo, las mujeres aquí parecen desesperadas por un marido —

— Es la tradición, señor —especule— todos en Winchester buscan el amor en Otoño. Además es consorte de los caballeros primerizos frente a la sociedad vestidos de plata, pero usted tampoco parecía interesado en vestir el color.

El cielo, casi parecía que podía tocarlo, era tan denso y lleno de nubes, el sol estaba casi a nuestro alcance escondidos por nubes negras— debemos descender, pronto lloverá —informó el joven encargado de pilotar el globo.




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