Querido Otoño | El Duque y Yo

Capítulo 16: Dominós en picada

Durante la semana de bailes en Winchester, celebrando la llegada del otoño, era costumbre bailar y bailar hasta no poder más, levantarse al día siguiente y prepararse para el siguiente baile, en cierta forma, creía que la vida era igual, solo que algunos bailaban de una forma más agitada y otros más sutiles.

Está noche, era la fiesta de disfraces, dónde no solo estaríamos con máscaras en nuestros rostros, sino que nuestras manos también estarían cubiertas, incluso la de los hombres, las mujeres utilizaríamos el habitual plumón de cabeza y el vestido de nuestra preferencia, los hombres lucirian su vestido negro como era de costumbre y el plateado para los jovencitos en espera de una futura mujer y claro, las pequeñas flores de este otoño, quienes lucirían su tiara de primerizas en el mundo de los adultos.

En cierta forma, esperaba poder soportar la noche, soportar la presencia de seres indeseados y disfrutar lo más que podía de la familia y de nuestros momentos juntos.

Si bien era cierto, que las dinastías que conformaban la monarquía de Inglaterra tenían ciertas tradiciones, como el matrimonio arreglado y la sucesión al trono, de la cual estaba lejos de poder ser. También era cierto que estábamos en el siglo XXI y que estás situaciones se podían rechazar y evitar. No podía concebir que el señor Knight se atreviera siquiera a hablar con Ashley, cuando sabía que había una mujer en York que lo esperaba para que la desposara.

Y sí, conocía a la suertuda. Louis Beckerman era una mujer de la familia Beckerman dos años mayor que yo, es decir la misma edad que los duques, era hermosa y pelirroja, era pecosa en su totalidad y siempre era tan vanidosa con todos sus atuendos, inclusive más que la condesa Lidia Knight. Sí, era insoportable y el mínimo tiempo que había podido pasar con ella, era claro para mí que su destino como duquesa de York era perturbante.

Mi padre abdicó la posibilidad de un matrimonio arreglado para mí y decidió que el amor era quién debía influir en mí, ciertamente esto repercutió en muchos duques de su momento, incluyendo a mi abuelo, pero papá los pudo convencer finalmente. Tal vez es parte del hecho del porque no soy tan requerida en las reuniones como sucesora, mis padres han abdicado muchas condiciones para que no viviera como se suponía lo hacían los demás.

Porque, como duquesa en formación debía ir a una escuela para señoritas y señoritos, dónde me enseñarían modales y servicio político al país, pero mis padres se negaron a eso y contrataron a una institutriz para mí. También había otro aspecto, porque se suponía que durante mis veranos libres, yo debía al menos realizar una sola reunión o fiesta de gala para los duques, como señal de nuestra comunión, pero tampoco lo hacía porque papá creía que era mejor mantenerme al margen como su hija y nada más.

Era algo que amaba de mis padres, en particular, ese espacio que me daban y que necesitaba. Ellos jamás me obligaron a representar una duquesa o a una condesa, estudiar leyes y política, era parte del proceso de lo que algún día sería y eso para mí sí era necesario, pero la etiqueta y el proceso que se llevaba a cabo para "caer bien" ante los demás, era algo que a él no le interesaba que yo aprendiera y no sabía cuánto amaba eso de él.

Porque podía seguir siendo Lily Foster, cuando quisiera y volver a ser Elizabeth Collins de Edimburgo cuando estuviera lista.

— ¿me ayudas con la pluma? —Ashley levantó su pluma y me la entregó directamente, había estado tan pérdida en mis pensamientos que tuve que pensarlo dos veces antes de ponerle la pluma en la cabeza.

Parte de mí decía que no debíamos ir a esa fiesta, no creería soportar tener que verla bailar con el duque traidor. No quería verla bailar con alguien quién no estaba siendo sincero con ella, quién le tenía secretos sobre una relación que ya estaba predispuesta en primera instancia.

Era increíble, cómo alguien podía lucir tan brillante e incesante aún cuando la verdad estaba oculta, aún cuando había algo de mentira frente a esa persona. Los ojos de Ashley estaban cegados por una fina seda y ella no se daba cuenta y me sentía culpable de que en algún momento esa fina tela también estaba en mis ojos y que ahora tan bruscamente se haya disipado y me haya dejado con esa astilla en el corazón.

— Esta noche sin duda bailaré junto al señor Knight —Ashley no podía estar más ensoñada y embobada, deliraba como Kelly o como Jully, sabía que era de familia, pero me preocupaba que su corazón no soportará otra decepción amorosa.

Debía admitir que el señor Knight había permanecido más de dos días junto a Ashley, era un récord, porque ningún otro chico se había atrevido a pasar tanto tiempo con ella y no me refiero a que podía llegar a ser insoportable o fastidiosa, porque Ashley era todo lo contrario a ello. Simplemente, los hombres se cansaban de estar tres días consecutivos entre miradas y palabras bonitas, ninguno de ellos soportaban tener que esperar hasta el final del otoño o hasta que Ashley decidiera aceptar tener algo más que un contacto de manos mientras bailaban.

El deseo muchas veces se convierte en el percutor de quitar la máscara de esplendor y de belleza, lo atractivo del cortejo y de las miradas intensas era el fin espléndido de un amor callado a gritos. El deseo al principio de todo es rebelde y exigente, es grotesco y no conoce límites, solo hace falta acostumbrarse para hacerlo humilde y paciente, porque al final todo el esplendor del mismo, se esparce aroma fragante en el aire. No lo decía yo, lo decía mi abuela.




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