Querido Otoño | El Duque y Yo

Capítulo 19: Mis acciones

Nuestras acciones hablan sobre nosotros tanto como nosotros sobre ellas.

Eso lo dijo George Eliot. Tal vez mis acciones ahora eran rebeldes, se suponía que me mantendría en Winchester, que pasaría el otoño completo ahí, pero también se suponía que estaría con Ashley, que no nos separariamos. Sí sé que a los ojos de cualquier adulto, me vería como una caprichosa que solo buscaba desenlazarse de su yo real, pero tenía miedo.

Tenía miedo de no poder llevar a cabo todo lo que mi abuelo, lo que mi padre y lo que mis ancestros llevaron a cabo, no solo Edimburgo me vería como una figura de alto rendimiento, sino toda Inglaterra, toda Escocia, todo el mundo hablaría de mí, como duquesa, como condesa, como miembro honorario de la monarquía.

Y eso me asustaba.

Volvía a subirme a un auto, que nos llevó a Ashley y a mí fuera de Winchester, pero en el trayecto, me volví tan igual a Ashley cuando estuvo encerrada en su cuarto. Me aislé en una esquina y me dediqué a mirar el cielo y la naturaleza que Winchester daba en esta época.

Nadie es de roca y menos con una noticia como está, mi abuelo estaba deteriorándose y yo no sabía que hacer, me sentía inútil y no podía soportar el hecho de que la enfermedad no se pudo reconocer a tiempo.

— Lily —no quería hablar, porque sabía que mi voz estaba quebrada, mis lágrimas caían, pero ya no importaban, no quería tener que pensar en todo lo malo o decir todo lo malo que se atrevía a meter mi conciencia.

Ashley intentó tomar mi hombro y apoyarme, pero me sentí tan ajena al tacto, que no soporte que lo hiciera, me removí incómoda, mientras limpiaba mis lágrimas, no quería que sintieran lástima por mí.

Jamás me había acostumbrado al apoyo emocional. Parte de ser quién era, me recordaba constantemente que debía dar, no recibir, el apoyo.

Así que conforme pasaba el tiempo en el auto, Ashley fue entendiendo eso, me dediqué a leer mi libro, ocultando mi dolor, refugiando mi mente en sueños e imaginaciones. El viaje hasta Derby constaba de tres horas y unos cuarenta minutos, era suficiente para saber que seguramente no sería un viaje largo, pero sí para reflexionar, el cochero era parte del personal que ayudaba al tío Charles y nos había hecho el favor de llevarnos a Derby.

En Derby, seguramente la tía London nos estaría esperando con ciertas reglas, estrictas sobre cómo debemos portarnos o como debemos ser. El chófer había estado cambiando la radio infinidades de veces, hasta que finalmente escogió una transmisión.

 

No es que no crea que no sea suficiente para el puesto, digo hablamos de una persona que estudió toda su vida, que se prepara para hacer ese tipo de cosas, no escoge una carrera porque quiere, sino porque debe, entiendo eso de la monarquía y como se maneja allá en Inglaterra. Pero, dime tú, el conde de Edimburgo es un hombre muy reconocido, el conde Williams ha trabajado en beneficio para el pueblo por mucho tiempo

 

Era una transmisión por radio, era obvio que no de Inglaterra, pero tenía un acento estadounidense o canadiense.

 

Es perfecto para el puesto, digo, es un hombre que sabe de política que ya la ha manejado, pero la duquesa por nombre, no porque se lo haya ganado, la duquesa… la, ¿cómo se llamaba?

Elizabeth Collins, duquesa y condesa de Edimburgo

Lo que sea, es una niña, nadie conoce su nombre, no tiene una trayectoria, estuvo estudiando para esto, pero nunca se metió de lleno en todas estas acciones, es casi como si esperará a que llegará el puesto nada más porque sí. Un médico estudia y práctica para entrar en un hospital a salvar vidas, lo mismo deberían haber hecho con la duquesa, condesa, demás, es una niña que no sabe el punto crucial de una política, no debería ejercer el cargo aún, no tiene la capacidad, deberían dejarlo al duque Williams

 

Describe la situación y el margen como si fuera parte del palacio de Edimburgo, las personas siempre tendían a ser tan juiciosas con cualquier personaje de la monarquía y ello me enojaba. Pero muy en el fondo también sabía que era cierto, lo que este hombre decía, era consciente de mi distancia con la política y la fama, nunca supe cómo manejarlo, sospechaba que tenía pánico escénico, era una amante de la vida silenciosa, amaba poder compartir en familia sin tener que pensar en la política como una preocupación en mi vida, era joven y creía que tenía una vida larga por delante, pero me había cegado tanto en ello que no repare en el hecho de que mis antecesores estaban envejeciendo y que posiblemente también me tocaría a mí tomar su puesto.

— Lily… —muchos lo veían como una ignorancia al pueblo de Edimburgo o de Inglaterra y sabía que no estaba bien.

Pero ahora todo se estaba yendo encima y debía permanecer, debía hacer frente a esto.

Lo sabía, no era buena con esto— es mi responsabilidad —y en mucho tiempo, me atreví a hablar con una voz muy baja— debo hacerlo —tenía miedo, miedo de no ser lo suficiente.

— ellos no saben quién eres en realidad, sé que puedes hacerlo —

— no han dicho nada que no sea verdad, Ashley —sorbí mi nariz y suspiré— no he dado mi rostro al público por querer vivir una vida cotidiana, pero no me corresponde elegir eso —expuse— no quiero ser odiada por el pueblo, por eso sé que esta será mi última temporada de otoño, por eso vine contigo —no quería dejar a Ashley sola, porque me sentía culpable de su dolor, pero también porque no quería tener en mi memoria una Ashley despidiéndose de mí con esa nostalgia y quebranto de un corazón.




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