Querido Otoño | El Duque y Yo

Capítulo 26: Los Collins

Los caminos peregrinos, las fotos constantes y las personas alrededor de cualquier auto de la monarquía siempre eran constantes. Nadie jamás me había captado en cámara, siempre estaba la ventana del auto arriba, la señora Hamilton siempre me acompaña y esta vez con Geraldine, Bella, Mackenzie y Elena como acompañantes, por ello se necesitaba un auto más espacioso, pero siempre era Ferguson el que estaría de piloto, era mi conductor de confianza.

Ahora era más que inevitable recordar al señor Barnes, usualmente me encontraba atrapada en los escenarios que mi mente creaba de los libros, pero cada que cerraba mis ojos, cada que me sumía en mis pensamientos, instantáneamente era como un destello de amor, un destello de luz que me dejaba ver al señor Barnes frente a mí, que me hacía recordar cuánto amaba su toque, sus manos, su gentileza, su nobleza, sus miradas misteriosas y su voz. Era algo que simplemente no podía evitar pensar y suspirar.

Como su mano tocaba mi mentón haciéndome mirar su rostro y como me negaba a sentir su tacto lejos de mí.

Mi cuerpo se erizaba con cada pensamiento intromisorio y no podía evitar sentir un anhelo resplandeciente dentro de mí.

Me había enamorado tan ilusoriamente y tan pacientemente que ni siquiera él se había dado cuenta que su atención me había enganchado.

Aquella noche cuando a caballo llegué a la casa blanca y lo vi practicar sus estocadas con espada, su cuerpo fornido a la luz de la luna era como ver un ángel tallado caer del cielo en mi rescate.

— duquesa, ¿le sucede algo? —pero no podía perderme en mis pensamientos, no ahora que parecía estar más dentro de mí, que atenta a mi exterior.

Levanté mi mirada y suspiré— no pasa nada, solo ha sido un largo camino —expuse, había dejado de leer para pensar en el señor Barnes, pero volví a mi novela e imaginé al señor Barnes siendo el protagonista y a mí siendo la mujer locamente enamorada de él.

“lo amo tanto”

Ella suspiraba de amor, tanto, tanto, tanto por él y él besa su mano y le corresponde con un tierno beso, donde plasma todos sus sentimientos.

Cuando el auto se estacionó, supe que era momento de salir y comportarme como duquesa. Mi título como duquesa era honorario a decir verdad, no era una duquesa como tal que ejercía los cargos, había nacido el mismo año que mi abuela había fallecido y siempre decían que mi parentesco con ella era más de lo que decían, el abuelo Andrés decidió otorgarme el título, porque estaba seguro que no habría otra duquesa en su vida más que yo. Sí, él me amaba, pero aún así no podía evitar ser estricto conmigo.

El castillo de Edimburgo, estaba mucho más protegido que el Palacio Holyrood, era un castillo enorme, situado en el pueblo de Edimburgo, siempre habían personas alrededor tomando fotos y guardias con caballos y espadas en fundas. Eran muy estrictos en cuanto a su puesto y guardar su honor como guardias del duque, había cerca de diez frente al castillo, entrando por el túnel, habían muchos más que estaba segura la distancia entre cada uno era de dos metros y rodeaba el lugar completamente.

En cuanto entré al vestíbulo, después de haber pasado el recibidor, encontré a mi madre bajando las escaleras de que dirigía hacía el segundo piso, las enormes escaleras que guiaba a distintos lugares del castillo. Mamá lucía un traje azul y oscuro, ancho completamente y con zapatitos blancos, caminaba con tanta elegancia aún cuando ella no nació como noble.

Y cuando se dio cuenta de mi presencia, mamá no pudo evitar sonreír encantada, bajo las escaleras mucho más rápido y se dirigió a mí, sonreí al verla, la había extrañado tanto como era posible, me abrazó, me mantuvo entre sus brazos con tanta fuerza que creí que me dejaría sin aire.

— mi niña, mi Lily —sí, tal vez en cámara era una persona, pero de frente, mamá era totalmente cariñosa, demasiado, tanto que te asfixiaba en amor, ella fue la que me dio el nombre de Lily, ella fue la primera que lo usó— te extrañé tanto —crecí creyendo que era parte de mi nombre, me costó entender que en realidad era un seudónimo que mamá usaba para mí.

— he venido cuanto antes —y de golpe se separó con su ceño fruncido, casi como si hubiera dicho alguna cosa mala.

Me miró de arriba a abajo y se alejó— ¿por qué estás aquí? —

— ¿no sabías que vendría? —cuestioné.

— ¿saber? apenas te estoy viendo —

— creí que bajabas las escaleras para recibirme… —

— no, no, tonterías, iba a comer —suspiré con pesadez frente a su respuesta— me sorprende que la señora Hamilton no me haya avisado —

La señora Hamilton de inmediato tropezó con sus palabras— su excelencia, yo, yo avise al palacio de Holyrood —

— Entonces ¿es culpa de Jonathan? —

Esto se estaba alargando y complicando, así que desestimar el hecho— he venido a ayudar a mi padre —

— debes estar aquí dentro de una semana, Lily —

— respeto el acuerdo —añadí— pero mi padre me necesita —sus ojos me hacían sentir culpable, por como me miraba, casi como si estuviera preocupada.

Pero respiró hondo antes de contestarme— esta en el despacho del duque, pero esta ocupado, no recibe visita, podrías esperar, tal vez en un rato baje —




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