Querido Otoño | El Duque y Yo

Capítulo 28: Preparativos

El día siguiente pasó muy rápido, demasiado. Durante el desayuno papá me indicó que habría una cena esta misma noche, en la que todos los duques de todas las regiones deberían presentarse para presentarme y presentarlo como el duque y la condesa temporal. También había pedido que dijera algunas palabras sobre mi puesto, era una cena más que cualquier cosa, para conocer a los duques.

Algo que nunca había hecho y que a decir verdad me aterraba, para la señora Hamilton fue una alarma total, porque nadie le avisó con tiempo de la situación, así que se apresuró a decirle a la costurera que tomará las medidas y me trajera un vestido nuevo para la ocasión, mientras yo trataba de concentrarme en lo que se supone que diría, incluso iba a llevar una hoja con todo ello escrito.

— Estimados, duques de todo Reino Unido —repetí en voz alta, pero me pareció muy formal, demasiado para mí. Así que deseche la idea de mi mente— atentos caballeros —volví a pronunciar, pero sonaba como una propuesta y no tenía intenciones de proponer nada, bufé.

Entonces, vagamente recordé a la hermana del duque de Cambridge, la condesa Eleanor, cuando anunció su gala de otoño.

Fue muy original, hablar sobre Persefone y Hades.

Tomé el bolígrafo y volví a escribir, tracé una entrada, busqué un libro que había comprado hace mucho de frases, se llamaba “La temporada melancólica” era pequeño y muy antiguo, no tenía autor y dudaba que alguien reclamará derecho sobre él, busqué entre tantas páginas, una frase que ahora empezaba a tomar sentido. 

Una vez encontrado la frase, las ideas y la formación personal de mí como duquesa y condesa, se idealizaron y alinearon de una manera sorprendente, pero fue hasta las tres y media de la tarde que dejé el bolígrafo con los últimos retoques a mi próxima presentación ante los duques.

Justo cuando había soltado el bolígrafo y obligado al libro a volver a su lugar y ordenar mi escritorio, la señora Hamilton apareció por la puerta, abriéndose de par en par, mientras una decena de vestidos entraban en mi habitación sin permiso.

— su excelencia —la señora Hamilton se inclinó verazmente, pero aún necesitaba una explicación— es hora de alistarse, pronto será la reunión —

— su majestad —había traído a otra mujer, una cinta de medir en su cuello hacía ver que era una modista, pero no la que siempre traía, la mujer se inclinó hasta el suelo donde claramente podía ver su pecho apretado contra el vestido, era vulgar desde esta perspectiva.

Hice un ademán, pero me interesé en el mundo de vestidos que habían traído mis doncellas, Geraldine y Bella.

De inmediato fui descartando— muy pesado —y seguí haciéndolo— muy largo, muy esponjoso, muy colorido, muy abierto, muy fresco, muy… —ladee la cabeza cuando vi una especie de vestido de extraño parecer— no sé qué rayos estoy viendo, señora Hamilton —dediqué mi rechazó a veinte vestidos sin exagerar en el número porque era consciente de cuánto vi, hasta que me fije en uno medianamente decente, un vestido rosado, no como un rosado persa de los chillones, sino un rosado viejo y añejo, que mostraba un grado de formalidad— que se este —pero con algo que cubra mis hombros, si es posible un saco —

Y la modista rió— ¿saco? pero ese vestido no esta hecho para un saco, señorita —

Mi rostro sin expresión mostraba cuánto me interesaba su opinión, pero la señora Hamilton desenlazar el momento de tensión que ella inicio— creo que la modista tiene razón, su excelencia, el vestido no muestra apropiación de un saco —

Ambas se ponían en mi contra— entonces hagan algo que cubra mis hombros y no se discute —no hubo resonante alguno después de ello, mientras me dedicaba a bañarme, una línea filosa apareció en mi mente.

Si mi padre dijo que todos los duques estarían en la reunión, eso quería decir que también el señor Barnes lo estaría, era el duque de Cambridge por todos los cielos, él no sería oídos sordos a la orden principal de duques en Edimburgo, por supuesto que vendría.

Me hundí en mi propia bañera como si estuviera ocultando de alguien o algo, era patética, todo el día preparándome y ahora estaba a punto de meter la pata, porque estaba segura que jamás había visto al señor Barnes hasta este otoño.

¿Se mofaria de mí? ¿se reiría por mi patética primera impresión?

pero sepa usted que mis sentimientos por usted no desaparecerán, ni se marchitarán, volveré a Winchester cada temporada de otoño si es necesario para verla a usted

O sería ese caballero apuesto y silencioso con ojos inocentes del cuál me había enamorado.

Lo admito, no pude dejar de pensar en él, cuando Mackenzie vino a sacarme del baño con la bata me miró espantada por completo y llamó de inmediato a Elena— ¡código verde código verde! —

— señorita Collins —la señora Hamilton me miró horrorizada y pronto entendí porque estaban tan alarmadas.

Mi cabello estaba mojado, eso le hacía imposible poder trabajar en él libre, porque lo había mojado por completo.

— será mejor que traigan la secadora cuánto antes, tan solo tenemos cuatro horas para que esté lista —Geraldine pronto tomó la batuta, me senté en la silla en silencio, más bien pensativa—  no sé preocupe, estará perfecta en poco tiempo —ella trabajan muy arduamente sobre mi cabello.




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