La reunión sería en el Castillo Alnwick, un castillo público a decir verdad, pero una sección del mismo estaba completamente privada, era el castillo del duque y la duquesa de Northumberland, la familia Pevenssie.
Papá se había adelantado, me había dado la oportunidad de vestirme y tomar mi tiempo para ello, mamá iba conmigo, en el carruaje jugueteaba con mis manos una y otra vez, mamá lo notó.
— ¿nerviosa? —
— más que nerviosa, asustada —expuse.
Mamá rió a mi lado y puso su mano sobre las mías— tranquila, es normal, tu padre también lo está, admito que no es fácil ser el centro de atención y sé que para ti será más difícil porque eres parte de esta dinastía, pero sé que eres valiente y sabrás afrontarlo —
— pones mucha fe en ello, madre —
Y sonriendo respondió— pongo mucha ve en ti, porque sé que no te rendirás tan fácilmente, sé que harás lo mejor posible, por Inglaterra, aún cuando no tengas una solución sé que encontrarás un plan de contingencia —
Eso me hizo reír— es lo que hace un Collins —masculle.
— Es lo que hace a los Collins tan especial —
El castillo se alzó pronto frente a nosotras, cuando Ferguson nos dejó a los pies de este y las puertas abiertas nos dieron la bienvenida.
— duquesa, su señoría —nos recibieron con atributos y cortesía los guardias pronto nos escoltaron por toda la sala y de pronto me di cuenta que en el centro del castillo, había una turbamulta de personas acechando, eran reporteros y los flashes pronto me cegaron, los guardias pronto se impusieron frente a nosotros y una fila completa de ellos aparecieron y nos ocultaron de todos, subí las escaleras que nos guiaban al Gran Salón de Alnwick y entre una escotilla pude ser capaz de contar a todos los reporteros, eran doce en total, pero estaba segura que las cámaras superan los cincuenta.
Cuando estuvimos seguras, los guardias se despidieron de nosotras en un pasillo para dejarnos con otros más, las puertas se abrieron de inmediato para las dos, dejando ver una enorme mesa con platos vacíos y a mi padre recitando algo entre labios.
Se dio cuenta pronto de nuestra presencia y nos sonrió de inmediato, ambas les dimos una pequeña reverencia ante él, pero pronto mi madre fue una ráfaga que corrió a sus brazos, papá la atrapó casi de inmediato y vi en su mano un papel, casi idéntico al mío.
Abrió su brazo para mí y me acerqué a él para abrazarlo con mi madre, nos dio a ambas un beso en la frente— están preciosas —
Amaba a mi familia. La amaba tanto, que cuando estaba junto a ellos olvidaba cualquier otra cosa.
Un emisor pronto entró por la puerta— los duques están esperando, han venido todos, su señoría —mi corazón volvió a bombear a gran fuerza y el recuerdo de Derby apareció en mi cabeza.
— déjalos pasar, Wilson —nos separamos y papá me tomó de hombros apresurado— no tengas miedo —
— tus manos tiemblan —aclaré sintiendo su presión.
A lo que él rió— somos Collins, debemos mantenernos firmes, escucha, sé que estás tan nerviosa como yo, pero lo haremos genial —usaba palabras de jóvenes y eso lo hacía sentir más raro— seremos un ejemplo para la sociedad, seremos impecables —
— eso espero —alerté bajando mi cabeza.
— cuando terminemos, iremos a casa a tomar un chocolate caliente —indicó— y mañana saldremos como familia —
Eso sonaba maravilloso, levanté mi cabeza y asentí— es una promesa —
— así es, ahora tú te sentarás en la ala izquierda —miré a la izquierda— el asiento del extremo de ahora en más será el tuyo —el asiento de un conde— señalamos nuestro extremo con Sussex y Cambridge, a mi me corresponde el extremo con Wellington y Sutherland —eso quería decir que me sentaría con el duque de… Barnes.
Dios mío ayúdame.
Mamá se sentaría junto a mi padre como correspondía.
Respire hondo mientras me mantenía de pié esperando a que los duques entrarán y mi corazón empezó a bombear a cada segundo veía a los nueve duques entraban por la puerta y daban reverencia a mi padre, uno tras otro, uno tras otro, con sus cintas de duques en sus trajes negros formales y esa mirada en retrospectiva de indagación por mi persona.
— debo creer que es la condesa de Edimburgo, Elizabeth Collins —el duque de Gloucester.
Sonreí oportuna y di mi reverencia a él— duque de Gloucester —sonrió y volvió a su asiento.
Y cuando los restantes duques estaban por entrar, vi a ambos, al duque de York, el señor Knight y al duque de Cambridge, el señor Barnes.
Me había impregnado en ello casi al instante, por una confusión de familiaridad en sus personas, pero no podía desestimar mi puesto.
— duquesa por honor, pero ahora además, condesa de Edimburgo, vaya que sí hermano —pero pronto apareció alguien más en mi radar y mi corazón confundido presenció al tío Barnabás, un hombre sin escrúpulos, era el hermano mayor de mi padre, pero también el duque de Sussex por herencia.
Era un borracho en toda potencia, lo decían los periódicos, pero también porque tomaba de más en las cenas, no lo había visto hasta ahora, hacía mucho que nos habíamos visto, tal vez unos dos años, pero seguía siendo igual de gordo y viejo. Y estaba seguro que estaba enojado con el abuelo por no haberlo hecho a él duque de Edimburgo y heredero al ducado, porque lo dejó en Sussex, lejos de él.
Se acercó y supe que estaría toda la noche a su lado, así que hice reverencia al momento que con su mirada perversa intentaba hacerme titubear— duque de Sussex —
— señorita Collins, ¡mi sobrina! —era tan indulgente con su cargo que siquiera se dignaba a mantener la etiqueta y tendría que soportarlo durante toda la noche— supongo que fuiste tú quién organizó esto, ¿debería darte las felicitaciones? las mujeres siempre hacen un excelente trabajo en organizaciones de fiestas —y además era misógino, nunca se había casado, había dejado eso por mujeres de compañía, era repugnante. Recalcó “fiesta” como si fuera un indicativo de mi persona.