Querido Otoño | El Duque y Yo

Capítulo 30: El duque y yo

— Sabemos que no es fácil el progreso de un país en plenos cambios, pero esperamos que juntos podamos liderar y alcanzar una correcta organización y triunfó como país, como un grupo que tratamos de sobrellevar las adversidades. Caballeros, esta no es una situación permanente, pero debemos estar soportando los cambios que se nos presentan —papá no parecía nervioso, no se balanceaba de adelante hacia atrás, ni tampoco movía sus dedos, estaba quieto e imponente, casi como el abuelo— no me queda más que desear que podemos en seguir hacia delante, como duques y apoyarnos —levantó su copa y esperó que todos la levantaran, imité su gesto en cuanto lo hizo y su mirada fue a parar en mí, era el indicio de que claramente ahora era mi turno.

— por la pronta recuperación del duque Andrés —el duque de Fife levantó su copa y todos le siguieron el brindis.

Pronto en la mesa se sintió el silencio, mientras los camareros se encargaban de rellenar las copas nuevamente de vino, hice la mía a un lado, pero mis ojos torpes fueron a parar al duque de Cambridge y me sentí nerviosa con su presencia tan cercana.

Pero me tocaba ahora a mí hablar y no podía dejar que mis sentimientos volvieran a nublarse, ni tampoco sentirme una civil indefensa frente a él.

Me levanté de mi asiento y de inmediato él lo notó, el duque de York dejó de beber y me miró temeroso, estaba segura que él esperaba que explotará a decirle a todos sus ocurrencias en Winchester, pero eso me lo reservaba muy para mí.

— Ducado de Inglaterra, su atención por favor —mis manos estaban frías, las yemas de mis dedos estaban totalmente congelados. Cuando todos voltearon, las miradas que me proporcionaron fueron tan inquisitivas e interrogativas que me daba miedo pensar qué haría o diría algo mal, pero respiré hondo y únicamente miré a papá y a mamá. ambos tomados de la mano y con una sonrisa en sus labios, no podía dudar ahora, así que abrí el papel que estaba doblado a la mitad, lo tomé entre mis dedos y redacte mentalmente las primeras líneas, pero luego las vocifere— Hay algo increíblemente nostálgico y significativo en la cascada anual de las hojas de otoño, quizás su esplendor de un adiós o quizás el remarcación de un cambio, sea cuál sea el otoño es presencia de un pasado, de una historia y de una reflexión intuitiva —ese fue el silencio más incómodo de mi vida, pero seguí hablando cuando los duques parecían no entender lo que decía— somos conscientes de la importancia de preservar una vida humana, mi abuelo, el duque Andrés fue un hombre que no solo tomó el ducado como parte de su vida sino que también hizo lo posible por ayudar al pueblo de Inglaterra, él mismo fue autor y coautor de muchos beneficios, monumentos, ciudades y oportunidades que el pueblo de todo el reino y la monarquía misma fueron testigos. Bien es sabido que el mundo cambia con cada estación que pasa, pero no nos olvidamos del pasado, jamás lo hacemos, hoy tal vez estamos viendo un destello del mañana, pero también un recuerdo del pasado. Duques del Reino, todo el pueblo de Inglaterra nos pone en tela de duda cuando somos tan dorados en nuestros quehaceres que siquiera nos ven como humanos, pero nuestras acciones demuestran quiénes somos y hasta donde somos capaces de llegar, algo que hizo mi abuelo. Cómo Collins me encuentro en la vía del orgullo y la intención de preservar nuestro deber, nuestro compromiso y nuestra fidelidad al pueblo de todo el reino, juntos somos Inglaterra y juntos saldremos adelante —tomé un respiro antes de seguir— sé que, no soy la más indicada para decir que tenemos que dar nuestro máximo esfuerzo, porque muchos de ustedes hasta ahora me conocen —di una mirada furtiva al duque de Cambridge cuando él también estaba prestando atención a mi discurso— sé que nunca habían visto siquiera una foto o escuchado un comentario mío, pero sepan que mi mayor prioridad y el máximo esfuerzo que intento realizar de ahora en más, es para con Inglaterra, tengo un instructor maravilloso que es mi padre y consejero leal que es mi abuelo, gracias a ellos soy capaz de ejercer mi cargo como condesa y honorable duquesa —las miradas eran tan neutrales que no era capaz de saber si mi discurso estaba siendo aceptado o rechazado— muy en el fondo deseo que podamos trabajar en conjunto y de todo corazón agradezco su presencia esta noche, gracias al duque Pevenssie por permitirnos esta noche estar aquí en su castillo —levanté mi copa y sonreí— es una velada maravillosa —él correspondió en el otro extremo de la mesa y se levantó de su asiento, papá y mamá le imitaron y de inmediato todos levantaron su copa, me di cuenta de que había iniciado un brindis, así que improvisé mi final— Por el Reino de Inglaterra, por el pueblo inglés, nuestro propósito es claro y es nuestro deber —recité el lema de la familia Collins y papá sonrió de orgullo.

Mis nervios desaparecieron y mi orgullo se enalteció cuando todos los duques pronto parecieron aceptar mi discurso— maravilloso, ahora sabemos que la condesa de Edimburgo es una Collins de verdad —el duque de Wellington rió y brindó.

— no cabe duda que será un honor trabajar con usted —el duque de Kent se pronunció y sonrió en aprobación— felicidades —

Y luego el duque de York habló—mis mayores deseos de éxito para usted y su familia, condesa, seguramente hará un excelente trabajo —asentí ante su comentario y sonrió como siempre, tan feliz y lleno de vida, por un momento olvidé los cuestionamientos de su matrimonio, después de todo este era un ámbito distinto.

— estoy seguro de ello —mi corazón volvió a sentir la adrenalina de un amor presente— usted será sorprendente en todo lo que se proponga —sus labios decían algo, estaba segura, pero sus ojos, sus ojos me demuestran una devoción única— y tenga por seguro que tendrá mi apoyo eterno, mi duquesa —




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