Leilani
Estaba temblando, aunque lo estaba disimulando bastante bien.
Gran forma de arruinarme la noche.
Estaba agradecida con Sylvain, por defenderme, por cuidarme, por hacerme sentir segura, aún con su brazo rodeando mi cadera.
Cerré los ojos, intentando ignorar la punzada de dolor que sentí. No tenía que dejar que me afectará tanto. No podía. Pero lo estaba haciendo.
—¿Leili?
—Creo que necesito ir al baño.
Su semblante se ablandó, su mirada se volvió más pacífica y dejó de ser esa tormenta de ira que segundos antes había sido. Las luces tenues perfilan su rostro. ¿Cómo demonios es este chico tan dulce?
No tenía ni idea, en las últimas semanas se había vuelto un bálsamo en mi vida.
Sonreí para mis adentros, a pesar de la situación de mierda que vivimos, y que la palabra está grabada en mi mente.
—Te acompaño.
—Gracias. —me incline sobre su costado, dejando que su cuerpo fuera un escudo para el mío.
Me deje guiar. Sylvain me ayudó a subir el escalón para poder huir más rápido al baño. Puta barata. Palabras dichas con tanta naturalidad y agresividad, si eran dichas a la persona adecuada, podrían afectar más de lo usual.
Las palabras son más poderosas que las acciones.
—¿Te encuentras bien? —su voz fue un suave susurro contra mi oído. Sentí las lágrimas que comenzaban a formarse, parpadeó varias veces para hacerlas desaparecer. Aún con temblores en los labios sonreí.
—Creo que sí. —Mis párpados cayeron sobre mis ojos unos segundos. La dulzura que irradiaba me aliviaba.
—Estoy aquí. —su mano se deslizó por mi espalda, en una caricia reconfortante que solo hizo a mi corazón estremecer.
—Lo sé. —quizás me escuche un poco rota y con un intento de sonrisa me alejé de sus brazos. Nuestras manos que habían estado unidas se separaron. Perdiendo la calidez de su tacto. —Gracias, Sylvain. Vuelvo enseguida.
Bese su mejilla con una rapidez inusual y me escabullí a los baños. No había cola, por sorpréndete que fuera, así que tuve la facilidad de entrar en uno de los pocos cubículos vacíos y limpios.
Puta barata.
Eran palabras que había escuchado en varios momentos de mi vida, principalmente al comienzo de mi infancia, pero nunca habían sido dirigidas a mí, sino a mi madre. Tengo recuerdos de las peleas de mamá y papá, donde ella le decía en gritos que él era demasiado bueno para alguien como ella. La abuela no había estado de acuerdo con su matrimonio, más que nada por las cosas que se decían de mi madre. A mi padre esas cosas no le habían importado, él estaba profundamente enamorado de ella, y cuando se enteraron del embarazo, lo primero que le pregunto es si ella estaba segura, si deseaba ser madre.
Papá siempre contaba esta parte con ilusión y dolor. Sí, ella le había dicho que si, pero se había marchado apenas papá pudo cuidar de mi por su cuenta.
Puta barata, puta barata, puta barata. Así era como le decían las personas cuando se le cruzaban en la calle, había llegado una época en la que ni salía del departamento, en la que todo le afectaba de más. En las tardes que pasaba llorando en el sofá conmigo en brazos.
No quiero volver a esos momentos, no quiero volver a recordar lo que tanto me duele. Su dolor.
Porque sigo amándola, a pesar que sus últimos momentos conmigo, apenas ni me miró.
Apoyando mi espalda en la puerta, buscando estabilidad, aunque sea por unos minutos, deje caer parte del muro que usaba para sostenerme. A veces pensaba que mis sentimientos eran una bomba contra reloj. ¿Cuántas cosas había contenido y escondido incluso de mi misma? Tantas que unas simples palabras podían derrumbarme con tanta facilidad.
Pase la yema de mis dedos por debajo de mis ojos, secando las lágrimas que aún se acumulaban. Tome una fuerte respiración, intentando deshacerme de la opresión en mi pecho. Una risa torpe se escapó, nerviosa. Miré el reloj de mi celular.
3:38 AM
Tenía demasiadas ganas de correr a esconderme en mi cama y olvidar toda esta noche. No. No toda. Los momentos con Sylvain fueron únicos y especiales. Hubo un instante en el que creí que podría llegar a besarme.
Era innegable que mi corazón latía con locura mientras estaba en sus brazos. Me sentí ansiosa, perdida. Como si una burbuja nos hubiera rodeado y aislado del resto.
Hasta que la rompieron.
Un golpe en la puerta me hizo sobresaltar, el celular patinandose de mis manos, cayendo al piso sucio. Me quedé quieta, viendo la pantalla que se había vuelto a iluminar en la caída.
Nancy: ¿Estás bien? Yo me voy, me encontré a Lucas afuera y nos vamos juntos.
—¿Ocupado? —la voz de una chica del otro lado me hizo apresurarme a agacharme y tomar mi celular.
—Ya salgo. —dije alisando mi vestido con manos temblorosas, no respondí el mensaje de Nancy.
Más tarde lo haré.
Tome el picaporte con rapidez y salí fingiendo una sonrisa a la chica que me esperaba afuera con mala cara. Ella me dio un empujón y entró. Ignore eso dando unos pasos hacia el lavabo, abrí la llave y me lave las manos. Me mire en el espejo mientras tanto. Cuando sequé mis manos volví a verme. Rostro redondo, labios finos, pecas, una palidez anormal, mi perfecto cabello corto hecho un desastre. Trate de acomodar mi cabello lo mejor posible , siendo a veces lo único que realmente podía controlar en mi vida. De paso, ya que estaba, también miré mi maquillaje, que se seguía manteniendo de forma decente y el cuál no traía nada para retocar.
El marco del lavabo estaba frío cuando apoyé la cadera ahí, recargando, intentando reconstruir la seguridad que antes había fingido. Mire la entrada del baño con duda. Me sentía un poco avergonzada por haber huido así y haber dejado colgado a Sylvain, pero no iba a poder seguir escondiéndome aquí. Así que me armé de valor para atravesar esa puerta y salir a su encuentro.
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Editado: 24.02.2024