Querido Sylvain

Capítulo 26 Posibilidades

Leilani

Llevaba poco de levantarme y despertar luego de que Sylvain hubiera decidido que era buena idea que descansará sabiendo que había varias cosas que hacer antes de que su hermano y esposo llegarán a almorzar como todos los domingos. Se que a ninguno le molestaría ver el desorden que una criatura de cinco años dejaba tras él pero mi lado perfeccionista no me permitía que tal cosa sucediera así que cuando vi que el reloj marcaba las once y media del medio día me desperté de un salto para comenzar a correr por la casa acomodando, con Glyn detrás mío pensando que era divertido desacomodar lo que yo acomodaba. 

Así que cuando el timbre sonó deje a Glyn sentado en el sofá viendo sus dibujos animados. Fui al baño rápidamente para acomodar mi cabello en un moño que me generaba estrés al estar desaliñado. Alise mi remera suelta y fui a abrir. 

No había querido molestar a Sylvain en el rato que llevaba despierta, había estado trabajando horas extras está semana en una noticia que lo traía completamente absorbido en una investigación. Lo único que me llamaba terriblemente la atención era que no me permitía saber absolutamente nada sobre esto y me causaba cierta incomodidad. Sabía que no tenía la responsabilidad de contarme cosas sobre su trabajo pero siempre lo hacía con tanta emoción, aunque fuese la más mínima cosa, que está situación me molestaba un poco. 

Bueno, no un poco, era bastante aunque no me atrevía a decir nada para no parecer más dramática de lo que ya era habitualmente.

Con un suspiro, termine de bajar las escaleras y poner una de mis mejores sonrisas para recibir a mis invitados. Abrí de golpe la puerta tomando desprevenidos a la pareja que enseguida se volteo a mirarme. Will parecía tan entusiasmado como siempre y besó mi mejilla con un dulce hola cuando me moví para que pudiera entrar. Por otro lado, Salim se veía diferente y no pude evitar abrir la boca con sorpresa para luego cerrarla rápidamente, mordiendo mis labios, disimulando la sonrisa burlona.

Mi cuñado no era tonto, así que rodo los ojos cuando me vio al cruzar la entrada y se detuvo delante mío cruzando los brazos. La remera manga larga se ajustó a su cuerpo cuando hizo tal cosa, solo causó que todo me generará más gracia. Por lo visto Will a lavado la ropa, otra vez. Con un tono cansado, cedió a mi curiosidad, conociéndome lo suficiente como para saber que me moría por preguntar qué había sucedido con su cabello.

—Dilo de una vez, Leili. 

—¿Por qué tienes el cabello rojo furioso? —mordí el interior de mi mejilla conteniendo la sonrisa. Will se detuvo, escalones más arriba, cargando unas gaseosas y me dio una sonrisa que indicaba que él era el culpable de todo esto. 

—¿Furioso? Esa es una nueva forma de describirlo. —se carcajeó Will que comenzaba a subir las escaleras de dos en dos huyendo de la mirada malhumorada de Salim.

—Fui usado de conejillo de indias —apuntó con su barbilla a su esposo que ya había entrado en la casa—. Su cabello se está recuperando después de haberlo destrozado con su último tinte y creó una nueva fórmula que necesitaba probar. Según él, era algo de vida o muerte.

—Y lo usó en ti. Obviamente. 

—Exacto —dijo y pasó una mano por su cabello—. ¿Me queda tan mal? —pregunto cuando cerré la puerta y comenzó a subir, dándome la espalda permitiendo al fin dejar de esconder la sonrisa.

—No, solo es un poco sorpresivo. Lo esperaría de Will, no de ti. 

—Ya sé. En el restaurante he atraído demasiada atención innecesaria. 

—Pero te queda genial. 

—Sería realmente genial si mis toallas blancas no quedarán rosas después de bañarme.

Me carcajeé y su risa se unió a la mía, cediendo un poco y disminuyendo la tensión de sus hombros. 

—¿Cuándo sucedió? —pregunté mientras subíamos las escaleras para cruzar la puerta del departamento. 

—El martes en la mañana. Fue demasiado persuasivo. —dijo cuando pasamos por la sala de estar. 

—Tú eres demasiado débil cuando se trata de él. —le dije yendo a la cocina donde Will devoraba a besos a Glyn que se encontraba subido a la mesa. El pequeño se reía ruidosamente y se retorcía como un gusano.

—Tanto como Sylvain lo es contigo. 

—No me metas en tus disputas con mi esposa, hermano —Sylvain apareció por la puerta que conectaba la cocina a otro pasillo donde terminaban nuestras habitaciones y su oficina. Se arremangaba su camisa hasta los codos y se veía realmente cansado. Se acercó con una sonrisa a Salim y le dio un abrazo mientras se reía—. ¿Qué le pasó a tu cabello? 

Salim correspondió al acercamiento de su hermano menor y volvió a rodar los ojos. 

—Larga historia. 

—Tengo tiempo. —respondió y se alejó para saludar a Will que siempre se divertía más con Glyn que con nosotros. 

—Fue mí idea. —Will sonrió de oreja a oreja.

—Por qué no me sorprende. —respondió mi esposo y me reí suavemente, llamando los ojos de Sylvain hacia mi y siento como algo en ellos se prende haciéndome sonrojar.

—Bueno —aplaudió Salim—. Despejen la cocina, el chef está aquí y no quiero que me molesten mientras trabajo. 

Comenzó a echarnos de su área favorita como cada vez que venía a cocinar a casa. 

—¡Yo te voy a ayudar, tío Sal! —Glyn se bajó de un salto de la mesa, generando un mini infarto. 

Mi cuñado miró con una ceja alzada al niño y asintió con firmeza. 

—Me viene bien un pequeño aprendiz. 

—¿Por qué eres una frutilla, tío? —le pregunto con inocencia ganándose una mala mirada del susodicho. 

—Estoy repensando lo de necesitar un pequeño aprendiz, Glyn. 

—¡No dije nada! —chillo y fingió sellar sus labios con un cierre que hizo que Salim revolviera su cabello con dulzura. 

—Así me gusta. —le halago y Glyn río ruidosamente acercándose a su lado, moviendo sus manos emocionado por ayudar en la cocina. 

Disfrute de la imagen para luego ir a las cajoneras y buscar los delantales. Una vez que los encontré se los acerqué con una sonrisita. Besé el cabello de Glyn y él me hizo un puchero para darme un beso. Me agaché un poco para que pudiera hacerlo y sus labios se posaron en mi mejilla un segundo largo. Cuando se apartó le revolví el cabello que siempre era un problema peinar y dejé la cocina atrás, pasando al lado de mi esposo que me siguió con la mirada.




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