La vida esta llena de instantes, pues a pesar de todo lo que vivimos día a día, los recuerdos que resguardamos son esos momentos precisos, en los que se generan una serie de emociones en los que nos vemos obligados a capturar dicho suceso en nuestra memoria.
Justo en ese tipo de instantes, fue cuando la conocí a ella.
La realidad es que la situación en mi vida era ya de por si complicada, pues mi madre tenia poco de haber sido enterrada y por cuestiones legales yo aun estaba en el país.
Corría mi tercera taza de café, al tiempo que pasaba de pagina de mi libro, cuando alguien se sentó en la silla contigua a la mía. Levante la vista con fastidio y me tope con su mirada traviesa...bueno, en realidad lo primero que note fue su sonrisa, burlona, confiada.
- Hola, lo siento, creo que te he interrumpido, pero no pude evitar acercarme- mi voz me abandono en cuanto la de ella sonó, por lo que solo le brinde una mirada de sorpresa- ¿me dejarías invitarte un café?- solo asentí, aun incrédula de la confianza que proyectaba. Llamo al mesero y ordeno. Mientras esperábamos, me miraba risueña.- No muerdo- me susurro en un tono de complicidad.
- Lo...siento, me has tomado por sorpresa
- Eres una chica hermosa, deberías estar acostumbrada a que las personas se te acerquen.
- La verdad es que evito ser el centro de atención- murmuré un tanto cohibida
- Tienes el cabello pelirrojo y los ojos verdes. Créeme que no pasas inadvertida.- noto mi sonrojo y sonrió mas ampliamente.- ademas de adorable
- ¿Podría al menos conocer el nombre de quien me ha halagado tanto hoy?
¡oh! que tonta soy. Me llamo Liz, un placer- tomo mi mano y beso mis nudillos en un gesto demasiado anticuado- ¿y tu eres?
- Moira- conteste en un hilo de voz, algo impresionada aun
- Creo que te he asustado con mi personalidad extrovertida y me disculpo, pero suelo ser muy directa y la verdad me gustaste y no podia dejar pasar la oportunidad de conocerte.
No supe que decir, estaba acostumbrada a la sinceridad, pero de la misma manera no estaba acostumbrada a tratar con alguien...descarado, podría decir. No me asustaba que una chica me dijera tales cosas, pues aunque nunca había salido con una, no es que les fuera indiferente.
Pase saliva cuando note su mirada penetrante y su sonrisa divertida. El mesero trajo nuestras tazas y le di un sorbo intentando despejar mi garganta
- ¿porque te gusto?
- Eres muy guapa- me tomo la temblorosa mano que descansaba sobre la mesa- juro que no muerdo, pero te pido que me dejes conocerte, un café, solo eso pido.
Y justo así empezó, con mi alocada Liz tomándome por sorpresa y ganándose mi corazón con cada locura que hacia por mi.
Hoy, tres años después aquí me tienen, leyendo su mensaje donde me dice que se canso de mi y que se larga a Canadá con su nueva novia Lydia.
Me gustaría que hubiera sido distinto, que aun a pesar de los problemas ella me dijera que ya no quería estar conmigo, en lugar de solo engañar y fugarse de ultima hora con alguien mas, dejándome rota, pensando que es lo que to hice mal para que esto pasara.