¿quien es mi polo opuesto y quien mi alma gemela?

Capítulo 4

Luego de una semana de recibir su correo me obligue a levantarme. No podía seguir de esta manera, pues ella estaba viviendo su vida con normalidad, mientras yo apenas si comía y ni hablar de salir.

Fui a comprar algunas cosas y me puse manos a la obra.

Dicen que una mujer cambia su cabello cuando quiere cambiar su vida y esa era la intención.

Corte mi cabello y mi arregle como nunca, acepte la compañía de Jared y salimos a tomar un "café".

- Perdí la esperanza hace una semana de que contestaras mis llamadas- me abrazó afectuosamente- ¿como estas?

- Me he visto mejor- susurré sintiéndome reconfortada

- Lo dudo, estás radiante. Además ese corte te sienta de maravilla. Vamos, hice reservación en un restaurante.

- oye, te dije que solo un café.- refunfuñe

- es una ocasión especial, volviste de entre los muertos, después de 4 semanas.

 

El restaurante era hermoso, por fortuna si venía arreglada a doc con el lugar. Era raro que Jared fuera espontáneo.

Me sorprendió que se encargará de pedirnos la comida, pero fue delicioso cada una de las cosas que comimos.

- y ... ¿has sabido algo de mi hermana?

Su pregunta me cayó como un balde de agua fría y casi causa que me ahogara con mi bebida. 

- Me envió un email

- Por tu reacción, supongo que no fueron amables sus palabras.

- Fue...directa. Me dijo que no la volvería a molestar.

- Eran tan cercanas, casi hermanas. Me deja muy sorprendido que rompiera relación contigo.

- no soy tan grandiosa como ella. Quizás se aburrió de mi, de mi amistad quiero decir.

- Tonterías, nadie podrías. Eres una persona interesante y tierna.- le brinde una sonrisa tímida y una negativa- lo lamento, creo que he hablado de más.

- Debes de saber que a veces a las mujeres nos cuesta recibir los halagos.

- No debería de ser y menos para una chica con tantas virtudes como tu.

 

La comida paso de manera amena, haciéndome notar que aunque ellos eran físicamente muy similares, Jared era tan maduro y centrado, así como predecible. Mientras Lizz era arrebatada, impulsiva.

Insistió en llevarme a casa y ya estando ahí, la plática se alargó por un rato más.

- y ¿estas de vacaciones o algo en tu trabajo?

- renuncie- me sentí tonta al confesar lo por primera vez.

- ¿Porque? Amabas tu trabajo de editora.

- Amaba trabajar en el mismo lugar que tu hermana. Pero en realidad no es lo mio.

- ¿Qué es lo tuyo?- cuestiono realmente interesado.Al ver mi conflicto solo sonrió de manera consecuente.- Debo irme, con la promesa de que me aceptes un café en la semana.

- Esta vez solo café- lo amenace jugando

- Lo prometo 




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