-Tu sabes que mi intención es volver contigo, pero sé que mandé todo a la mierda y te lastime.
-¿Porque querrías volver conmigo?
-Porque sacas lo mejor de mi y no te usó de pretexto, pues sé que sola puedo, pero quiero tu alegría a mi lado, tú cariño y esa inocencia que muestras en tu mirada.
-¿También has venido a pedirme matrimonio?- pregunté entre nerviosa y divertida.
-No, venía a pedirte una oportunidad y no para ser novias o eso, si no para que me dejes reconquistar te.
- Me siento abrumada-me recargue contra el respaldo y miré a Liz, quién se notaba nerviosa.
- Se que no es el mejor momento para pedirlo, pero mi hermano dio el paso antes que yo y creí que te perdía.- acarició mi mejilla con demasiada suavidad.- no la merezco, pero sabiendo de tu bondad y de tu gran corazón, te suplico me dejes cortejar te.
El premio a la persona más persuasiva es para…no podría definir si Liz o Jared. Al menos Liz mostraba todas sus cartas de juego.
Liz se acercó más a mí, me tomó de las mejillas, comenzando a besar cada parte de mi rostro, arrancándome risitas por las cosquillas que me causaba su cabello.
-Que bonita risa, ya la extrañaba.- roza su nariz en mi cuello, sacándome un suspiro.- por favor, solo dame una oportunidad mi amor, juro que no me vuelvo a equivocar.
- De eso se trata la vida, de equivocarnos Liz.
- ¿Eso es un sí o un no?- me susurró antes de robarme un beso, tomándome de la cintura.- Te he extrañado mucho.
- yo también, pero no me siento segura de volver a entregarte mi corazón. No quiero volver a salir herida.
- no te voy a herir, lo prometo.- se separó de mí, para que nos pudiéramos mirar con detenimiento.- ¿Que necesitaríamos para volver a estar juntas?
- regresar el tiempo- le sonreí con nostalgia- Sabes que te perdone todo, pero eso no significa que pueda olvidarlo. Alguien que ha sido infiel, siempre lo vuelve a hacer.
- te juro que yo no, aprendí la lección…
-cuando me perdiste, no antes. Quiere decir que no me amabas lo suficiente como para resistir la tentación.
- No Moira, necesitaba madurar. Lo lamento tanto.- me tomó ambas manos, besandolas- sé que es cruel que haya tenido que hacerlo a costa tuya, pero juro que no fue intensional.
- Yo también te amaba...y por eso te cuidaba, te consentía, hasta trabajé en un lugar que odiaba con tal de pasar más tiempo contigo. Después me di cuenta que de eso no se trata en amor y que yo había dado demasiado cuando tu apenas me dabas migajas.
- Eso no es cierto, sabes que yo te amaba con locura, que incluso estaba arriesgando demasiado a que mi familia se enterara de lo nuestro.
- Yo no debí de haber permitido eso, yo no merecía ser un secreto aun si era tu secreto. Merecía que pudiéramos estar juntas abiertamente.
- y así era, solo eras un secreto para mi familia.
- Eso lo hace aun peor, pues mis familia siempre supo de lo nuestro y hasta te recibieron en su casa, mientras yo no era más que tu mejor amiga.
-Moira, eramos todo ante el resto del mundo, tu eras mi mundo.- sonaba algo desesperada, pero yo simplemente no podía caer en sus brazos.
- Nada puede ser como antes y yo no puedo vivir escondida Liz. Ya no estoy dispuesta a ser un secreto, ni ha ser diferente a lo que soy. Se lo dije a Jared y te lo repito a ti, esta vez no estoy dispuesta a sacrificar mis sueños por nadie.
- Sí así me lo pides, me quedaré aquí u empezaré contigo desde cero…
- No y no uses las mismas frases que tu hermano. Yo no les estoy pidiendo eso, no me usen de excusa para salir de su área de confort. No soy quien los va a sacar de debajo de las faldas de su madre.
- ¿Que quieres entonces? No lo entiendo.- Liz se empezaba a ver frustrada y casi enojada.
- Quiero una relación madura y sin secretos, al menos no entre nosotros. Una relación oficial frente a quien sea y que no implique hacer madurar a nadie a la fuerza.
- Puedo hacerlo…
- No me contestes ahora, piénsalo, pues te haré cumplir cada parte que te acabo de decir.- tomé mi bolso y me dispuse a irme.
- quédate por favor, vamos a comer. Prometo no importunarte con mis tonterías el resto de la comida.
Me derritió con su mirada y acepte.
-Bien, solo porque se ven ricos los postres.- respondí intentando que se relajara y por la sonrisa que hizo, noté que había logrado mi objetivo.
El resto de la tarde la pasamos riendo, comiendo y platicando de lo que habíamos hecho las últimas semanas.
Era divertida y cariñosa, siempre con esa costumbre de acomodar mi cabello cuando los anaranjados chinos hacías lo que querían y se desperdigaban, acariciando mi mejilla cada tantos minutos y sin soltar mi mano de sobre la mesa.