Quiero enamorarte

Lluvia de ideas

Alicia espera afuera, mientras Rylan cierra la tienda. Mira preocupada el cielo, de seguro va a sudar en esta caminata. Pero no puede negarse, no luego de comer una fruta dañada para poder seguir hablando con él. Piensa que debería vengarse de alguna forma, quizás obligarlo a usar una camisa con estampado de fresas lograría el objetivo de hacerlo sentir vergüenza. Y, sin querer, le viene una gran idea para un nuevo vestido, inspirado en la fruta. Sonríe alegre, y anota en su celular las palabras claves para recordar. Guarda el móvil ansiosa por llegar a casa, le encanta que su imaginación vuela al estar cerca de este chico.

—Listo —dice Rylan. Juega con las llaves, pasándolas de una mano a otra.

—Cuidado me lanzas eso a la cara —advierte, sabe que es mala idea jugar de esa manera—. Ya me ha pasado otras veces.

—Hay que tener muy mala suerte.

—¿Adivina qué?, mala suerte y mucho más es lo que tengo. —Alicia sonríe, en cambio, Rylan ríe. La considera una chica caprichosa, pero sabe que no le va tan mal.

—Vamos —dice al indicarle el camino.

Caminan juntos en silencio. Rylan espera a que ella pregunte lo que quiera, está dispuesto a contestar, aunque no sabe qué esperar. Mientras que Alicia, no habla porque no sabe qué decir. Quiere comentar varias cosas, pero todas implican mucha participación de parte de él, y teme que no acepte por considerarlo una invasión a su privacidad. Aún no olvida la reacción en la tienda, no sabe porque, tampoco quiere presionarlo.

—Es curioso que en línea te muestras… —Hace una pausa para pensar en sus palabras—. Amable, tranquila, de verdad no pensé que en persona serías tan explosiva.

—¿Explosiva? —pregunta con temor—. Soy amable y tranquila —aclara, pero la reacción del chico solo le demuestra su incredulidad—. A ver, hay que aclarar varios puntos.

—Vale, te escucho.

—En la fiesta fui impulsiva, no soy así, pero estaba segura que no te volvería a ver.

—¿Y por eso besas a un extraño?

—No.

—¿Pero?

—Me pareció un bonito recuerdo —dice con timidez—. Mira, en mi cabeza sonó así: un chico misterioso y atractivo, cautivado por una chica que no podrá olvidar.

—Olvidarlo es difícil.

—Vez que funciona, entonces yo recordaría esa noche como un atrevimiento, una noche mágica, de lo que pudo ser y no fue.

—Ya tienes el guión preparado para tu siguiente video. —Sabe lo que está pensando.

—En realidad si, pensaba armar un video historia de eso. —Hace una mueca de disgusto, este es el lado negativo de ser conocida—. Pero, volviendo a nosotros. —Muestra su dedo índice y sonríe con picardía—. Eres un fan escondido.

—No…

—Vamos, ya no puedes mentirme.

—Bien, si, pero no hagas celebración de esto.

—Aw por favor, necesito saber quien eres. —Saca su celular para buscarlo.

Alicia lo toma por el brazo, obligándolo a detener sus pasos. Insiste, la curiosidad que siente no será fácil de ignorar. Rylan suspira y saca su móvil. Sin mostrar la pantalla le hace llegar una notificación a ella.

—¿Le acabas de dar me gusta a una foto de hace años? —pregunta al revisar—. Pero si eres mi seguidor desde hace tres años —comenta sorprendida.

—No pero si. —Guarda el celular—. A mi abuela le encanta tu canal, empezó la costura gracias a tus consejos, aunque debo admitir que la obligué, me cansaba verla tejer durante días una sola prenda.

—Qué emoción. —Tapa su boca con la mano—. Toda la familia me conoce.

—Ya verás cuanto te conozcan de verdad —dice burlón.

—¿Me estás invitando? —Alicia aprovecha el descuido de él para tener motivos, esta es una oportunidad que no puede dejar escapar.

—No —Rylan acaba con su emoción tan rápido como su respuesta.

—Pero si acabas de decir… —Suspira derrotada. Siente que retrocede al inicio de la caminata. Fue una jugada arriesgada. Rylan retoma el paso dejándola atrás. Alicia jala un poco su larga cabellera antes de dar un par de zancadas para alcanzarlo.

—¿Segura que no eres explosiva?

—Ni que fuera dinamita —responde con humor, y logra sacar una risa ruidosa de él.

—Buena respuesta. —Respira despacio para recuperar la calma.

Alicia contuvo la risa mientras lo escuchaba. Le gusta ser graciosa.

—Mi forma normal de ser, es como en el día del toque, callada, apartada, en lo mio.

—¿Y también le tomas fotos a escondidas a los desconocidos?

—Es que de ahí nace el problema. —Niega con la cabeza—. Tú eres el problema.

—¿Yo? pero si solo estoy aquí, existiendo.

—Tu mera existencia me hace convertirme en esta desquiciada que desconozco —comenta frenética.

—¿Perdón por existir? —bromea.

—No basta con eso, me debes un almuerzo, así compensaras tu existencia—dice, y sabe que se arriesga al presionarlo otra vez.

—Lo pensaré. —La mira de reojo—. Te doy una oportunidad para que me expliques tu insistencia, y de eso depende tu almuerzo.

Alicia sonríe, no pensó que funcionaría, le hace ilusión que la invite a comer.

—Cómo decirlo. —Junta sus manos y las vuelve un nudo—. Esto es difícil de explicar, sería mejor una noche, con un par de cervezas.

—No, no, una cosa a la vez —levanta sus cejas con sorpresa..

—La primera noche que te conocí vinieron ideas a mi cabeza, como una lluvia. —Mueve sus manos formando un arco—. Tenía meses con un bloqueo, hasta que llegué aquí. Me encanta este pueblo, creo que todo este ambiente ayudó mucho a destapar mi creatividad.

—Soy tu musa.

—Si, eres mi mujer amada —ríe—. Lo siento, pero es que hay algo en ti que me encanta, y quiero plasmar eso en mi ropa.

—Hay veces que me gusta expresar lo que veo en canciones.

—¿En serio? —pregunta animada—. ¿Si entiendes todo esto? Es triste que los demás no lo comprendan.

—Tenemos la visión del mundo alterada —bromea.




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