Quiero enamorarte

Primer bocado

Lee tranquila en el sillón de la sala mientras espera que una idea llegue a su cabeza. Faltan dos semanas para que terminen las vacaciones, y no sabe qué hacer hoy. Solo han pasado diez días desde que llegaron, tiempo suficiente para ya querer volver. Está demasiado ansiosa como para estar tranquila en casa. Suspira al cerrar el libro, lo deja caer en la mesa del frente. En su cabeza solo hay ideas sobre Rylan, y no quiere volver a acercarse. «Es suficiente», piensa, antes de hundir su cara en un cojín del sillón. Gruñe frustrada por su obsesión. Busca su celular y revisa las redes. Necesita ideas, para hacer contenido, tomar inspiración, cualquier motivo que la ayude a escapar, lejos de este lugar.

—¡Hola! —grita Ana, entra por la puerta con bolsas de compra.

—Que bueno, llegaste —dice Alicia sin separar su mirada de la pantalla.

—Arréglate, que tenemos reunión.

—¿Cómo que tenemos?

—Nando citó a todos en el bar, tiene ideas, y supongo que también querrá escuchar las tuyas. —Deja las bolsas sobre la mesa del comedor.

—No puede ser. —Se levanta exaltada, se cubre la boca con la mano—. Se me olvidó…

—Eso supuse, tirada en el sillón todo el día —dice despreocupada—. Mira, te compré un traje de baño.

—Y ¿para qué quiero eso?

—La semana que viene estoy planeando una fiesta en el río —sonríe feliz.

—¿No hay que subir la montaña?

—Sí, un día de excursión, ¿no suena emocionante?

—Perfecto para arruinar mis talones. —Gira su cabeza bruscamente—. Ya luego pensaré en eso, ¿qué puedo decirle a Nando?

—La verdad. —responde, dejando entrever un poco de decepción en su rostro—. Que la culpa es de Rylan por robarte toda la atención.

—O de ustedes, por abandonarme en el bar.

—También, puede funcionar. —Alza los hombros.

—A veces me caes mal —susurra.

—Eso es normal cariño —ríe—. No tengo un punto medio —agrega satisfecha.

Alicia revira los ojos, su amiga siempre será un caso perdido.

—Nando llegará en diez minutos —avisa, mientras sigue revisando la compra.

—¡Qué! Pero ¿en qué tiempo me arreglaré? —grita Alicia.

—Si sigues aquí, tendrás menos tiempo —comenta.

Alicia entra con prisa en su cuarto. Peina su cabello y, al mismo tiempo, camina de un lado a otro buscando qué prenda usar, y con cuáles zapatos combinará. Se mira al espejo, no tiene tiempo para su rutina de maquillaje. Toma un poco de protector solar, y solo decora con sombras cálidas sus ojos, para resaltar su mirada.

Sube el auto sin saludar a Nando.

—Está molesta —dice Ana—. Por dejarla en el bar.

—Lo siento Alicia, no sabia que tu amiga sería una pesadilla —dice, observándola por el retrovisor.

—Oye. —Ana le lanza su labial—. Si lo dices así, puedo serlo sin problemas.

—No la invoques por favor —advierte Alicia—. Puede ser peor.

Nando voltea su rostro para ver con sorpresa a Ana, y esta mantiene una expresión seria. No parece una broma, tampoco quiere averiguarlo.

Desde fuera del local se escucha a la banda, aprovechan el cierre y soledad del bar para ensayar. Alicia suspira al escuchar a Rylan, siente su corazón hacerse pequeño cada vez que él canta. Una vez dentro se sienta junto a Ana. No quiere mirar mucho hacia la tarima, sigue triste desde la última conversación. Le aterra pensar que sus miedos sean una realidad, y la idea de comprobarlo se marca en su mente. «Si se acerca por su cuenta, significa que mis dudas no son ciertas» piensa.

—Muy bien chicos —grita Nando apenas termina la canción que tocaban—. Vengan, sentémonos en círculo.

Se unen al grupo formando una circunferencia con las sillas. Rylan y Alicia se encuentran con la mirada, pero ella finge escuchar a su amiga para evitar el contacto.

—Les tengo noticias —dice Nando—. El bar tendrá una remodelación, conseguí un crédito para cambiar la estética y el menú. Ofreceremos comida para picar, lo importante será vender tragos.

—Sí que tardaron los cambios —bromea Andres dos. Los demás contienen la risa, a excepción de las chicas, quienes no conocen el tiempo ni la historia del local.

—Lo sé, ahora que mi tío me cedió la administración, podemos hacerlo —confirma Nando—. También les tengo un horario —entrega una hoja de papel a cada músico—. Puedo ofrecerles este sueldo, sé que todos tienen sus agendas apretadas con sus trabajos. —Se sienta de nuevo—. Si todo sale bien, se podría aumentar.

Alicia y Ana miran a los chicos. Todos mantienen una expresión de duda ante el papel en sus manos.

—La decisión que tomen, me la pueden hacer saber después. —Nando toma la palabra de nuevo—. Y cuéntanos Alicia, ¿qué podemos hacer para comenzar con la publicidad?

—Ah… —intenta formular alguna oración, pero se deja invadir por los nervios, porque los chicos dejaron de mirar sus manos para centrar su atención en ella—. Primero son fotos, tanto del local como de la banda —sonríe, intenta lucir amable.

—Alicia me comentó una gran idea —interrumpe Ana—. Un tributo sería una gran manera de iniciar la apertura del bar.

—No estaría mal —agrega Nando pensativo.

—Tengo cinco bandas famosas, vamos, que todos sabemos quiénes son los ídolos, pero escogí estas opciones que quedan perfectas para la voz de Rylan. —Se acerca, mostrando la lista.

—¿Yo seré quien dirija?

—Si —responde Nando—. Tendré mucho trabajo en la barra.

—Yo tengo más experiencia atendiendo, tú podrías cantar.

—Creo que tú serías un mejor gancho —afirma Alicia, sin dirigirle la mirada. Tiene su celular en la mano, le escribe a Ana para agradecerle la salvada de presentación que ha hecho.

—Bien. —Nando aplaude—. Tomen sus decisiones, necesito que vean esto como un compromiso, ya no será solo un pasatiempo.

—Me agrada la idea, pero propongo que todo horario quede después del mediodía, las mañanas son imposibles para mí —dice Omar.




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