Quiero enamorarte

Decidida

Llegado el día del toque, los chicos esperan impacientes a la hora de abrir el local. Ya todo está en orden. La cámara, fijada en el techo, está lista para grabar. Nando está emocionado, detrás de la barra, listo para comenzar con la jornada. Se siente realizado al lograr el cambio que deseaba. Ana toma fotos del lugar, dispuesta a compartir cada momento de la noche con sus seguidores. Alicia mira las luces que decoran los bordes del techo, espera ansiosa a que la noche acabe, y que no falle ninguna decoración. El bar mantiene una iluminación de poca intensidad, la idea es que el escenario y la barra sean los lugares con más luz. Dejando un juego de luces rojas dirigir el resto del ambiente. Se acerca a la tarima para revisar una última vez. Por petición de Nando se colocaron reflectores que dan directo a los músicos. Aunque eso les va a producir calor, también les ayudará a no ver con claridad el público, por si acaso llega mucha gente, no se sientan nerviosos. Los chicos se encuentran en la oficina, se mantienen en silencio, expectantes a que tan diferente será este día de los anteriores toques. Rylan por su parte trata de no pensar mucho al respecto, se mantiene tranquilo y sereno mientras hace ejercicios de entonación al tararear las canciones. Detesta la idea de ser la cara, quien dirija y se exponga. Solo ruega porque no lleguen tantas personas, un pensamiento con el cual todos estarían en contra, pero no podrá evitar sentirse nervioso, incluso ahora, que trata de estar calmado.

El bar ha inaugurado su apertura. Se encuentran con la sorpresa de personas que esperan en las afueras, y entran apenas abren las puertas. Nando sonríe emocionado al ver la facilidad con que el lugar se está llenando. No han pasado muchos minutos desde que abrieron y ya la gente comienza a acumularse dentro.

Pasada la media hora, los músicos salen de la oficina para tomar sus posiciones en el escenario. Caminan entre la multitud, nerviosos. Se miran las caras entre ellos, unos suspiran y otros sonríen emocionados, no esperaban encontrarse con el lugar colapsado. Se escucha la voz de Rylan, y todos hacen silencio para prestar atención.

—No sé ustedes, pero a mi me dijeron que esta sería una noche tranquila. —Hace una pausa para mostrar una sonrisa traviesa—. Tal parece que me mintieron.

La gente ríe y aplaude con buenos ánimos. Alicia, que se encuentra entre el público, queda sorprendida ante el carisma de Rylan, y nota algunas chicas emocionadas y ansiosas por escucharlo cantar.

—Les recomiendo el menú especial de esta noche, ya saben, algo de publicidad —vuelve a comentar con la misma sonrisa, causando nuevas risas.

Alicia se sorprende al escucharlo, suena animado. Sonríe convencida, tenía dudas de cómo podría él manejar esto, pero si sabe que es un consejo básico el iniciar con un chiste, de seguro sabrá llevar el espectáculo.

La música arranca como una ola que levanta la emoción de los presentes. Alicia no sabe a dónde dirigirse, no pretendía quedarse toda la noche entre el público, pero el local se encuentra tan lleno que no puede moverse de su lugar. Centra su vista en Rylan, no le quedará de otra que observar.

Dicen que nadie ayuda, que la soga no anula. Que la lluvia renueva la más sagrada palabra de aliento —Rylan comienza con una estrofa rápida junto a la guitarra.

Tirados, desangrados,

estruja mi alma como solo tu sabes hacerlo.

Vamos, sigue, colocame desde lo alto, y vuelve a lanzarme.

Dime, ¿cómo se ve desde allá?

Bocas sucias, corazones inmundos,

y la terquedad de un mundo, que se hunde como dientes en la carne.

Todos cantan las canciones y expresan su efusividad con pequeños saltos o golpean con los puños al aire. Desde abajo Rylan luce con naturalidad, canta con voz rasposa, Alicia admite para sí misma que parece otra persona, como si de verdad fuera un cantante famoso y con experiencia. Su carisma al hablar, cantar rápido o hacer los gritos que tanto aplauden las personas, lo hace con confianza, o por lo menos así parece.

Necesito un respiro.

Que calles todo, que muera el resto,

y ya no encuentres nada, ni mis restos.

No, no lograrás convencerme.

Porque no, no confío en ti.

La luz que has causado, me hace ciego, ante tu sombra.

Promesas que mueren bajo el sol

La verdad que se asoma no te dejará.

Porque no, no creeré en ti.

Y tú, me dejarás solo.

La banda hace una pequeña pausa para tomar agua antes de la siguiente canción. La guitarra que carga Rylan ha pasado a ser una decoración que solo usa una que otras veces, por la intensidad de las canciones, ha cedido su puesto de guitarrista principal a Andrés uno. Se han dejado varias botellas de agua en la tarima para la banda, Nando fue muy específico en decir que tenían que estar a temperatura normal, no es recomendable el agua fría cuando se canta.

Retoman con canciones fuertes. El público salta de emoción, y acompañan al cantante con los versos. Alicia se da cuenta de lo mucho que Rylan suda. El bar se ha vuelto caluroso, Nando también parece sufrir detrás de la barra. El ajetreo es claro, pero ninguno de los clientes resulta molesto, consumen en sus mesas, y el resto permanece atento a la banda. La voz de Rylan se oye con fuerza, toma el micrófono entre sus manos, lo aleja y lo acerca según lo amerite. Alicia muere de ganas por ver el video que se está grabando, desde el lugar que esta no puede apreciar bien el rostro de él. Pero se nota las diferentes expresiones que maneja.




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