Quiero enamorarte

Tarde

Afuera el sol está por ocultarse. La plaza cercana está llena, gracias al evento. Rylan sabe que no debe alejarse mucho con su cita, pero no le importa en lo absoluto lo que piensen. Se sienta en un banco, se encuentra agotado, sin ánimo de nada. La brisa de la tarde es reconfortante para esfumar los pensamientos. Respira profundo mientras escucha el agua fluir en la fuente central de la plaza.

—Creí que la influencer iba a participar. —Jesica se sienta a su lado.

—Yo también —susurra una respuesta. Pensar en Alicia le causa un extraño dolor, quizás sea decepción, o solo una pequeña herida a la confianza que ha depositado en ella.

—Pero fué un juego estúpido, estoy segura que te alivia que haya ganado yo, pero ya veras, esta me la vas a pagar.

—¿Cuánto?

—Directo al punto, ¿no? —Agrega picardía a su tono—. Puede salirte económico.

—No —responde Rylan.

Jesica ríe de manera estruendosa. Es emocionante saber que Rylan no ha cambiado nada desde la última vez que cruzaron palabras. Tapa su boca, tose un par de veces para recuperar su voz.

—Sigues siendo un amor. —Revisa su bolso—. ¿Quieres un cigarro?

—No fumo.

—¿Eso es un no? Por favor, Catrina se sentirá orgullosa al saber que rechazaste uno.

—¿Sigues hablando con ella? —pregunta incrédulo.

—¿Por qué no lo haría? Hablamos mucho de ti estos últimos días. —Hace una pausa para expulsar el humo de su boca—. Me confesó que te extraña, se te ve tan bien en esos videos. Pero no te preocupes, le dejé claro que eres para mí.

—Tú… —Rylan suspira—. ¿Por qué crees que debería? —pregunta por sacar conversación, comienza a sentir la ansiedad por acabar con esta cita.

—Porque yo te cuidaré mejor que ninguna otra. —Jesica sonríe segura de si, está convencida de que es el único argumento que necesita.

—No necesito que me cuiden.

—Por favor Rylan, primero deja de vivir con tu abuela y luego te creeré.

—¿Cúal es la obsesión? —Apoya las manos sobre el banco, estira el cuello hacia atrás para ver el cielo—. Catrina puede te lo puede confirmar, el último año que estuvimos juntos me mantuve sobrio y tranquilo.

—¿Eso es lo que te dices para aliviar tu conciencia?

—¿Sobre qué? ¿A qué viene eso?

—No te juzgo —ríe brevemente—. Solo que, ay Rylan, tantos años… ¿Sabías que Catrina me porfía que la engañaste con Hamel?

—¿Qué tonterías se está inventando? —comenta ofendido—. Que lo supere.

—No serías capaz, ¿verdad?

—Yo le perdone su infidelidad, y va, ¿y me inventa una a mí? Qué absurdo. —Observa la sonrisa en el rostro de Jesica, tanto el comentario como la satisfacción que expresa le resultan molestos.

—¿Cuál fue la de ella? —Muerde su labio inferior.

—¿Serás tonta?

—Dilo —sonríe—, quiero que lo digas.

—No.

—¿Acaso no te bastó un trío para saber que el asunto era por ti y no por ella? —ríe despreocupada—. Disfruté ese día.

—¿Si? Qué bien, porque yo no.

—Lo siento, yo siempre te quise en verdad, pero no pude resistirme a sus encantos. —Deja caer la colilla del cigarro en la cesta de basura. Ambos mantienen la vista perdida entre las flores de la fuente. Jesica suspira y enciende otro.

—En realidad nunca te di las gracias. —Agrega Rylan con molestia, el estrés vuelve al sentir el aroma del cigarrillo en el aire.

—¿Por qué me darías las gracias?

—Por enseñarme que tan miserable pueden llegar a ser las personas.

—Auch, ¿me estás insultando? —ríe—. Estoy segura que a Catrina le hubiera encantado escucharte.

—No la quiero ni ver.

—¿Por qué? —Desliza la mano por el brazo de él—. A mi me haría ilusión repetir nuestra reunión. ¿Qué tal? Vamos un finde de estos de viaje a la ciudad, sería renovador.

—Anda tú. Si tanto te gusta ve y quédate con ella.

—Claro, como ya tienes a tu niña bonita. —Revira los ojos por pensar en ella—. Pero esas son las peores, deberías cuidarte.

—¿Quién dice eso? ¿Tus cartas del tarot?

—No. —Ríe de nuevo—. Pero no sería mala idea hacerte una lectura, ¿no quieres?

—Yo no volveré a entrar a tu casa nunca más.

—¿A qué le temes? —sonríe coqueta.

Rylan observa la cara de Jesica fijamente. Esta le hace un gesto sugerente con la lengua.

—Eres una pervertida.

—Por eso me encantas —ríe—. Imagínate, me harías feliz todos los días con tu humor.

«Payaso» repite Rylan en su mente con la voz de Alicia.

—Dime, ¿qué tiene de bueno esa cara bonita? —insiste la chica.

—¿Por qué tenemos que hablar de mí? ¿Hace cuanto fue tu última cita? ¿En serio quieres chismear? —reprocha incómodo—. Que pereza.

—Si, quiero chismear, para luego esta noche devorar todo con catrina —finge una risa—. Obvio que quiero saber más de ti, y que es molesto como estas detrás de esa estúpida.

—¿Y ese insulto? De gratis, por la cara.

—¿Quieres más? Es lo más suave que le puedo decir, porque la rabia que siento de solo verla me sobra.

—¿Y se supone que son celos?

—Yo y catrina estamos de acuerdo en algo, que tus gustos han decaído, no entendemos porque buscaste una chica tan… delicada y mimada, de seguro tu abuela la acepta sin problemas ¿verdad? —resopla—. Ya me imagino a esa vieja adulando a la tonta esa.

—Te diré algo, para que disfrutes de la rabia con ganas, ella se llama Alicia y es mi novia.

—¿Novia? ¿Porque tu novia te deja participar en una subasta? Que linda y generosa te salió, ningún problema tiene en compartirte.

—Es solo una cita.

—Que ridículo. —Tira la colilla a la basura—. ¿Cuánto quieres apostar a que te monta los cuernos en lo que encuentre otro mejor?

—¿Cómo hizo catrina contigo?

—Al menos eso no fue inmediato, pero estoy segura que esta no tarda nada en encapricharse de otro. Además, quizás esté en este momento hablando con varios, es tan popular que unos cuantos van a querer acercarse, ¿y adivina qué? El novio está por acá, en una cita con otra —ríe.




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