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𝑁𝑎𝑟𝑟𝑎 𝐸𝑚𝑖𝑙𝑖𝑎:
Suelto el aire de mis pulmones con fuerza, mientras observo desde la vereda de enfrente. El edificio de ladrillos rojizos, el enorme portón del colegio y los alumnos ingresando, me hacen detenerme por un momento para mentalizarme que este será mi último año aquí.
Aunque cueste comprenderlo soy algo así como la chica popular del colegio, pero lo chistoso es que…
—¿Qué haces aquí?.— la voz de mi única amiga llegan mis oídos sacándome de mis pensamientos. Soledad, una morena muy bonita, pero le hacen la vida a cuadritos por ser una chica becada. Pues si aquí es uno de los colegios más pijos de Alcobendas, una linda ciudad de España y como dije aquí soy popular pero por el simple hecho de ser la hija del prestigioso Alcalde, la capitana del equipo de porristas me odia y su mejor pasatiempo es hacerme la vida imposible.
—Hola Sole, estaba esperándote.— muerdo mi labio inferior, para intentar menguar mis nervios.
—Voy a fingir que te creo. Vamos, solo debes seguir siendo tú, eres más que ese puñado de hienas.— enreda su brazo con el mío y así avanzamos, caminamos directo a nuestras casillas que gracias a Dios están juntas.
—Tengo una sensación muy extraña en mi pecho.— Soledad me mira con su ceño fruncido, intentando entender mi mal estar.
—¿Qué sientes?, no se porque siempre que dices ese tipo de cosas algo sucede. Solo espero que sea bueno, estoy agotada de que cada año seamos el punto blanco para esas idiotas.—
—Eso espero.— alcanzo a decir al ingresar al salón y encontrarme con ellas, logrando pasar desapercibida, ya que están rodeando a alguien. Seguramente están como bobas lamiendo los pies de Agustín, el capitán del equipo de fútbol.
—Al menos pasamos la puerta sin que nos jodan.— vuelve a decir Sole, una vez que nos sentamos en nuestros lugares.
El profesor de matemáticas ingresa y nos saluda alegremente, pidiendo que todos ocupemos nuestros lugares y cuando eso sucede, puedo ver que no era a Agustín que estaban acosando, es un chico nuevo. Sus largos dedos dan leves golpecitos en la mesa, sus ojos de un color caramelo observan todo con arrogancia.
—Bueno, tenemos un nuevo compañero. Por lo que le voy a pedir que se ponga de pie y se presente.— el chico nuevo se pone de pie con notable despreocupación, acomoda con sus dedos su cabello oscuro, es alto, muy alto. Su ropa oscura acompañan a la perfección a su aura.
—Soy Alejo Bonetto y no me interesa que sepan más.— miro de reojo a Sole, encontrándola con su típica cara de burla.
—No hagas eso Sole.— la reprendo.
—Muy bien Bonetto le voy a pedir que tome sus pertenencias y intercambie lugar con la señorita Acosta.— por un instante dejé de respirar. — Señorita intercambie lugar con su compañero.— le ordena a mi amiga, la cual en silencio obedece. Me tenso en mi lugar cuando lo veo venir hasta donde estoy, no me gusta ser el centro de atención, ya que todo sirve para que luego me molesten.
—Hola, soy Alejo.— dice el idiota, como si no hubiese escuchado su mediocre presentación.
—Lo sé.— le digo sin mirarlo, él me pone nerviosa y me hace sentir irritada, su aura de yo soy el mejor me pudre la mente, aunque quizás también sea que él es demasiado guapo. Una vez que nuestro profesor nos cambia a todos de lugar, comienza la clase y agradezco que al menos mi compañero mantuviera su boca cerrada.
—Muy bien, antes de que salgan a su receso les informo, que deseo que todo el año ocupen sus mismos lugares en mi clase.— una risita escapa de mis labios, mientras recojo mis pertenencias.
—Creo que desde hoy mi materia favorita será matemáticas.— escucho hablar al nuevo antes de salir del salón.
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Editado: 03.11.2024