Sydney
El Empower Sports Center es un centro deportivo en algún lugar de Manhattan donde se practica un deporte llamado escalada de rocas en rocódromo. Emma encontró dicha actividad investigando un poco por internet. Jamás creí que me atrevería a hacer algo como eso, pero después de un par de semanas, resultó que era realmente buena y competitiva cuando se trataba de llegar a la cima. Me enganché de inmediato a la sensación de adrenalina que sentí en mi primera clase, a la tensión del momento. Me permitió mejorar tanto física como mentalmente.
El muro de escalada principal tenía por lo menos 40 pies de alto y cerca de 80 escalada con más de 700 rutas individuales, por lo que no había un momento aburrido. Amaba los días en que no había casi personas, cuando solo éramos mi amiga y yo. Aunque no podía decir que a Emma le gustara tanto como a mí. Me detuve y sujeté una mano a una de las rocas coloridas cerca de llegar a la cima cuando me di cuenta de que Emma no estaba a mi lado. Cuando volví mi rostro hacia abajo, la vi detenida a unos metros de mí.
—¿Emma?
Ella levantó su rostro perezosamente y me miró.
—Tú continúa sin mí, ya no puedo más. Solo déjame aquí.
Me reí y comencé a descender para llegar a su altura. Cuando estuve junto a ella la empujé un poco. Ella chilló y tembló como un gato mojado. Me reí de nuevo.
—¿Estás loca? —exclamó Emma con los pelos de punta—. Pude morir.
—¿Es idea mía o las mujeres a mi alrededor son muy dramáticas?
Emma rodó los ojos, a ella realmente no le hizo gracia mi broma.
—No tenías que venir conmigo—le aclaré tranquilamente.
—No te dejaré sola en esto. Yo te traje aquí, decidimos hacer esto juntas, ¿No? Además, este tipo de actividades afianzará nuestro vínculo de amistad.
Sonreí, mirándola con cariño.
—Emma, te considero mi amiga. De hecho, la primera amiga de mi edad que he tenido.
—¿Entonces tengo el puesto de tu mejor amiga?
Me reí.
—Considerando que eres mi única amiga, pues creo que sí.
Emma sonrió.
—Vamos—dije, señalando con mi cabeza hacia la cima—. Llegaremos juntas.
Emma resopló.
—Bien, pero tardarás más.
Asentí y comenzamos a subir nuevamente, pero esta vez con cuidado mientras nos impulsábamos con las sólidas rocas sobresalientes del rocódromo que era nuestra montaña artificial. Entonces recordé que no le había mencionado sobre la salida de esa noche con Taylor.
—Está bien, porque se me olvidó hablarte sobre algo para esta noche.
Emma ladeó su cabeza para mirarme por un momento con emoción, luego continuó esforzándose para escalar.
—¿Noche de chicas? ¿A dónde iremos?
—De hecho, sería más como una noche de amigos. Taylor me dijo que tiene esta noche libre.
Cuando la miré de reojo para captar su expresión en respuesta, rodó los ojos.
—Te dije que Taylor está enamorado de ti.
—¿Qué? No comiences con eso. Emma, es su noche libre, y soy consiente de lo mucho que trabaja, y aun así ha sacado tiempo para mí desde que me conoce.
—¿Te suena la razón por la que, aun estando tan ocupado, tiene tiempo para ti?
—Es un buen amigo, nada más.
Emma sonrió irónicamente.
—Bien, como quieras, yo te lo advertí.
—Puedes invitar a Liam, mientras más seamos, mejor—sugerí, para cambiar de tema.
—No intentes consolarme. Todavía debemos alcanzar la cima—Emma gimoteó—, y me duele todo el cuerpo.
—Ya es un poco tarde, podemos volver si quieres.
El rostro de Emma se iluminó.
—Sí, vamos. Tengo que llamar a Liam.
Desde que comencé a trabajar en Edén Restaurant, no había tenido mucho tiempo para visitar a Alex, el eterno enamorado de Carly y dueño de Alex's, el club nocturno que me dio empleo durante mi primer mes en New York, así que cuando Taylor me invitó a salir, creí que sería una buena oportunidad para matar dos pájaros de un tiro.
Me puse unos Jeans ajustados y un top azul cielo de terciopelo que me prestó Emma, ella decía que hacía juego con el color de mis ojos. Tomé mi abrigo y esperé en la sala por Emma, quien al cabo de un par de minutos se apareció en la sala con el teléfono en la mano y una expresión de desagrado total.
—¿Qué sucedió? ¿Liam viene?
—No. Se tiene que quedar hoy, trabajo.
Emma caminó hasta la repisa de madera oscura junto al pasillo y tomó sus grandes pendientes en forma de circulo color dorado para ponérselos.
—Te juro que no sé cómo soportamos trabajar en ese lugar por tanto tiempo—Emma resopló, todavía alterada—. Pensé que esta noche nos íbamos a divertir todos juntos. Todo es culpa de Wyatt Powell.
—Emma, no hagas eso.
Se volvió hacia mi y me miró con desconcierto.
—¿Hacer qué?
—Culparlo de los males de todo el mundo solo por lo que sucedió conmigo. Es una empresa grande y Liam ama su trabajo por más difícil que sea.
Emma rodó los ojos.
—Bien, tienes razón. Pero siempre tiene que haber un culpable y hoy decido que sea Wyatt Powell—sonrió con malicia y se encogió de hombros.
Le devolví la sonrisa un tanto negativa.
—¿Estás lista? —pregunté, revisando mi teléfono, notando que recién me había llegado un mensaje de Taylor, no estaba esperando abajo—. Taylor ya llegó.
Emma sonrió nuevamente, con ese deje de malicia.
—Incluso vino por ti.
—Emma, no empieces de nuevo.
—¿Él sabe lo que es un taxi? —se echó a reír.
—¿Quieres pagar tanto dinero cuando Taylor nos puede llevar gratis?
—Me convenciste con lo de gratis.
Ella sonrió y yo también. No podía enojarme con ella, era difícil. Solo esperaba que Taylor la viera de esa misma forma. Ser solo nosotros tres iba podría convertirse en una situación complicada y peligrosa.
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Editado: 02.07.2022