Quiero que vuelvas a mi

Capítulo 10

Wyatt

 

No estaba de humor para la reunión que hacía con Viola y Jackson cada dos semanas en domingo, pero Viola me llamó en la mañana para avisarme que durante el resto de su embarazo no podría trabajar, su última visita al médico los asustó sobre el estado de su bebé. Por el momento, tanto ella como el bebé parecían estar estables, pero Viola no estaba dispuesta a correr riesgos, y la comprendía por completo. Así que entonces me dirigí hacia Queens para verlos.

Había cancelado las reuniones en casa de Viola desde que la empresa estuvo comprometida por lo que sucedió con uno de mis inversionistas. Cuando toqué el timbre de la puerta recordé que la última vez que estuve ahí Sydney estaba conmigo. Pensé en las palabras que me dijo la noche anterior, ella todavía sentía lo mismo por mí, pero ya no confiaba en mí. Cuando ella se fue me quedé de pie en la acera, sintiendo que el final de nuestra historia realmente estaba siendo cancelada.

—¡Justo a tiempo! —exclamó Jackson cuando abrió la puerta, sacándome de mis pensamientos—. ¿Qué sucede? Te ves tan pensativo.

—Solo me hacía una pregunta—dije mientras entraba a la casa—. ¿Por qué siempre eres tan ruidoso, Jackson?

Jackson se rió en voz alta, siguiéndome mientras iba hacia la cocina donde suponía, por el olor a lasaña, que Viola estaba.

—No soy ruidoso, solo alegre—explicó Jackson, en el mismo tono animado.

En efecto, Viola estaba en la cocina, cuando nos escuchó levantó su cabeza y dejó de rebanar pan. Ella me sonrió, pero enseguida dejó de hacer, dejó el cuchillo y rodeó el mesón isla para acercarse a mí y abrazarme.

—¿Cómo estás? ¿Qué sucedió? —me preguntó Viola.

Ella siempre sabía cuando algo ocurría, era impresionante que luego de años todavía se diera cuenta.

—¿Me perdí de algo? —inquirió Jackson.

Cuando Viola se separó de mí le sonrió a su esposo con ternura.

—Es obvio que le sucede algo.

Jackson frunció el ceño con perplejidad y se sentó en uno de los bancos de madera frente al mesón.

—¿Cómo te das cuenta de eso?

—Ya son muchos años de amistad, cariño—Viola se rió y volvió al pan.

Me senté sobre el banco de madera junto a Jackson, y consideré mantener en secreto de Viola que prácticamente perseguí a Sydney la última semana.

—Quizá debiste casarte con Wyatt en vez de hacerlo conmigo—comentó Jackson, encogiéndose de hombros.

Viola hizo la misma mueca que yo, éramos como hermanos.

—Eso nunca hubiera funcionado.

—Definitivamente—coincidí.

Entonces la atención de Viola regresó a mí.

—¿Y entonces? ¿Qué te tienes? ¿No se suponía que Peyton ya estaría contigo?

—Isabel dijo que volverán hasta la noche antes de navidad.

—¿Y todavía no te has vuelto loco? —Viola se rió de nuevo.

Jackson también se echó a reír.

—No creo que sobrevivas. Aunque, bien por Peyton, necesitaba vacaciones del padre aburrido que tiene.

Fruncí el ceño en silencio, en desacuerdo con lo que Jackson dijo de mí. No era un hombre aburrido. Sin embargo, en ese momento recordé las últimas palabras de Sydney, “A ella no le gusta el violín, quiere bailar. Vayan al parque, a McDonald y al cine. Permite que coma dulces más seguido, ella es solo una niña, sé que cuidas mucho de su salud pero si lo haces podrías evitar que actúe como lo hizo en la gala. Cada noche siéntate con ella y escucha lo que quiera decirte. Peyton extraña a su madre, no lo refleja y tampoco la recuerda, pero esa es una de las heridas que nunca sanan.” En realidad, no había hecho mucho de eso desde que la envié a Hawái.

—Wyatt—volví al presente cuando escuché la voz de Viola, cuando la miré ella hacía lo mismo conmigo de forma suspicaz, entonces detuvo el cuchillo—. ¿Esto tiene que ver en realidad con Sydney?

—La vi anoche—confesé finalmente.

—Wyatt—gruñó Viola, mirándome con decepción—. Si estás así, supongo que ella no volverá contigo.

—Sí. Tenías razón, ahora tiene una vida diferente, se ve hermosa, saludable y—en ese instante sentí dolor en mi pecho cuando recordé sus palabras de la noche anterior. “Porque no puedo arriesgarme a dejarte volver a mi vida, para tener que decirte adiós de nuevo”—… Ella no me quiere de vuelta en su vida. Eso es todo. Y tiene las razones más aceptables.

A mi lado escuché a Jackson suspirar.

—¿Qué el hombre del que se enamoró es un cobarde?

Miré a Viola en busca de aprobación en su mirada hacia lo que dijo Jackson.  Ella solo se encogió de hombros y continuó cortando el pan.

Sonreí perplejo.

—¿Entonces creen que fue cobardía alejarla de mí por su protección?

De repente Jackson se levantó del banco y levantó los brazos.

—¡Lo sabía!

Fruncí el ceño cuando miré a Viola rodar los ojos, pero sonreír al mismo tiempo.

—¿Qué pasa aquí?

—Jackson me convenció de hacer una tonta apuesta—explicó Viola, viendo a su esposo siniestramente—. El apostó porque lo hiciste para protegerla, y yo porque eres un cobarde.

Enarqué ambas cejas, analizando el hecho de que mi mejor amiga creía que soy un cobarde.

—Es bueno saber que crees en mis buenas intenciones, Viola.

Viola levantó el cuchillo y me señaló con él.

—¿Buenas intenciones? ¿Cuáles? Hiciste añicos todas esas buenas intenciones cuando la dejaste sola, en uno de los peores momentos de su vida, cuando todo el mundo estaba en contra de ella. Quizá Jackson vea heroico que hayas hecho eso, pero para las mujeres, no hay nada que nos dé más confianza que un hombre que resuelva y que luche por lo que quiere, y tú no lo hiciste.

—Cariño, cálmate y baja ese cuchillo—intervino Jackson con una sonrisa divertida—. No queremos que el bebé nazca con ascendencia a la violencia, ¿sí? Mi esposa tiene razón Wyatt, metiste la pata, y no superficialmente, lo hiciste hasta el fondo.




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