Sydney
No sé por qué, pero era imposible no desear que el mundo y todos sus prejuicios desaparecieran cuando estábamos cerca, así que cuando lo vi levantarse de su silla sentí de nuevo como si todo se detuviera a mi alrededor. Desde que llegué a la fiesta no había puesto atención en la vestimenta de ningún hombre, en este caso no pude dejar de admirar a ese hombre con aquel elegante traje de la época en cuestión. Su camisa era blanca, adornada por una elegante corbata negra, con un chaleco color Vinotinto de botonadura sencilla y pantalón negro. Y sobre todo eso, llevaba un saco con la cola larga hasta los muslos, que solo lo hizo ver todavía más elegante y masculino.
Antes de darme cuenta, obedecí la indicación del orador y bajé de la tarima para presentarme ante mi comprador. Nadie sabía quién era él, ni quien era yo, el ambiente misterioso que se tornó entre nosotros mantuvo a todos en silencio, sin decir lo que estaba bien o mal, y por un momento fantaseé con la idea de que nunca terminamos, de que nunca comenzó, y que aquel fue nuestro primer encuentro.
Tan pronto como estuvimos uno en frente del otro nos miramos fijamente, sin decir una sola palabra. Nadie a nuestro alrededor sabía quien era él, pero yo sí, aquellos ojos dorados no mentían. La música comenzó de nuevo cuando el orador le permitió a los compradores y a las chicas pasar al centro del salón para bailar. Pero cuando la pista comenzó a llenarse de las parejas Wyatt me tomó de la mano y se acercó.
—Acompáñame—susurró lentamente en mi oído, y como si se tratara de suave terciopelo acariciando mi piel, su voz envió un escalofrío placentero por toda mi columna vertebral—. Por favor.
—No podemos hacer eso, va en contra de las reglas—objeté, incluso aunque por alguna razón que no comprendía, estuviera tan ansiosa de huir con él ahora.
—Créeme Evelyn—contestó, llamándome por mi segundo nombre, pronunciándolo como si lo pudiera saborear—, cuando te digo que, a partir de hoy, estoy dispuesto a romper cualquier regla que se interponga entre nosotros. Así que sígueme ahora mismo, o las reglas no serán lo único que romperé.
Wyatt bajó la mirada hacia el pronunciado escote de mis senos. Desde que me puse el vestido quise obviar que las mujeres de esa época andaban pavoneando sus pechos a los hombres, ya que, gracias al corsé, mis pechos quedaron derechos y empinados ante los ojos de Wyatt.
—No te permito romper mi vestido, Wyatt.
Wyatt sonrió, y odié tanto que no odié su atractiva sonrisa, al contrario, solo quería que me besara. Debía huir, pero lejos de él, necesitaba mi espacio para pensar correctamente. Miré a las personas bailar a nuestro alrededor, deseando perderme entre ellos y esconderme de él.
—No más, Sydney. Deja de alejarme, tú sabes tanto como yo que no quieres alejarte.
—Déjame, por favor—le pedí, e intenté convencerlo porque sabía que, si no lo hacía, me dejaría llevar—. Te dije que no puedo volver contigo.
—Quizá tú todavía tengas fuerzas para seguir mintiéndote, pero yo no tengo la suficiente paciencia para actuar como si creyera una sola de tus palabras que se refieran a mí, lejos de ti.
Cuando Wyatt comenzó a caminar sin soltarme de la mano, me dejé llevar. Y mientras esquivábamos a las parejas que estaban bailando para salir del salón, intenté luchar contra mi cuerpo y la perfecta sensación de su mano sujetar la mía firmemente, y quise llorar porque, ojalá me hubiera sujetado de esa forma hace un mes.
Después de recorrer unos pasillos, Wyatt me hizo entrar a un salón diferente, había sillas de hierro apiladas una sobre la otra, y mesas con sábanas blancas cubriéndolas para que no se llenaran de polvo, por lo demás, el salón estaba vacío y en silencio. Entonces escuché la puerta cerrarse, me volví hacia Wyatt, que ya se había quitado su máscara Vinotinto.
—¿Qué haces aquí? —le pregunté, aplastando el deseo de olvidarlo todo y lanzarme a sus brazos cuando finalmente pude verlo por completo, sin mascara.
¿Por qué debía ser tan guapo? Entré en pánico cuando comenzó a caminar hacia mí.
—Es suficiente de preguntarme lo mismo Sydney, ¿por qué más estaría aquí si no es por ti? Mejor contéstame tú, ¿qué hacías intento venderte a otro hombre?
Comencé a retroceder, pero esta vez con la audacia de no caer en su juego, me hice completamente consiente de mi espacio para escapar, no quedaría contra Wyatt y la pared.
—¿Entonces solo puedo ser comprada por ti? —refuté.
Él sonrió, mientras me seguía por todo el salón, como si fuéramos un gato y un ratón.
—Solo podrás sentirte como lo haces, estando conmigo.
Enarqué las cejas, queriendo lucir como si esa frase suya no me sorprendiera y tampoco me afectara. Sin embargo, él sabía tanto como yo que era tal como decía.
—¿Por qué me haces esto de nuevo? ¿Por qué no dejas de intentarlo? Ya te dije lo que…
—Lo sé—me interrumpió—. Sé que solo yo soy el culpable del tiempo que perdimos y que rompí mis promesas, me equivoqué, pero quiero repararlo.
—¿Ya lo olvidaste? —me detuve, por lo que Wyatt también lo hizo, a unos cuantos pasos de mí—. Te pregunté si me amabas Wyatt, porque solo alguien que no amó habría dejado a su novia justo en el momento en que más lo necesitaba.
—Una vez más estoy aquí, y sí, completamente loco, enamorado, obsesionado por los recuerdos que sellaste en todos los lugares; suplicándote que vuelvas a mí.
—No sigas hablando, por favor, no insistas. Hace un mes me obligaste a renunciar a quererte, y luché contra eso durante semanas, pero justo cuando creo que puedo olvidarte vienes y lo quieres arruinar. No quiero tener que pasar por eso nuevamente.
—No vas a pasar por eso de nuevo.
—¡Eres tan injusto y egoísta Wyatt!
Comencé a llorar, agradecida de que la mascara todavía ocultara parte de mi rostro. Decidida a irme, caminé hacia la puerta, pero Wyatt me alcanzó, me detuvo y me quitó la máscara. Por un momento se detuvo a observarme fijamente, mirando con una expresión contrita las lágrimas corriendo libremente por mis mejillas.
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Editado: 02.07.2022