Wyatt
—La secretaria del señor Anderson le ha enviado los documentos del contrato—me informó Eva, una chica de la empresa que Eliot me consiguió para hacer el trabajo de Viola. Dejó un sobre de manila amarillo sobre el escritorio—. Las principales cadenas televisivas están aquí también, dentro de 30 minutos comenzará la rueda de prensa, puede bajar hasta entonces.
Asentí, tomando la carpeta para revisar los documentos.
—Gracias Eva, puedes irte.
Cuando mi secretaria provisional se fue, cerré los ojos y recosté la cabeza del respaldar de mi silla, había sido una larga mañana contactando a Newsgenics y organizando la rueda de prensa. Miré la carpeta y pensé que realmente estaba a punto de entregar el trabajo de mi vida, el propósito que fue mi motor durante muchos años. Sentí cierta nostalgia cuando veía mi escritorio y todavía no había firmado esos documentos que estaban en frente de mí.
Pero las personas cambian y los propósitos también, y mi nuevo propósito se trataba de mi hija y la única mujer que he amado.
Mi plan no era anunciarle públicamente que estaba dejando ItaPowell, en realidad quería desaparecer del mundo empresarial sin dejar rastro de mí, mucho menos que Sydney lo supiera, aunque para estas alturas todo el mundo ya debía saberlo, porque cuando eres Wyatt Powell, el millonario del que todos hablan últimamente, no puedes respirar sin que alguien confirme erradamente que resoplaste. Además, John Anderson, el empresario que quería comprar mis acciones, prefería volver públicos ese tipo de asuntos.
Una llamada me sacó de mis pensamientos, respondí el teléfono sin revisar el nombre del remitente.
—¿Qué carajos crees que estás haciendo Wyatt? —gritó Viola, a través del teléfono—. Me voy por unos días, ¿y ya decides entregar la compañía? Sabía que me necesitabas, pero no pensé que fueras tan idiota que no puedas resolver por ti mismo tus problemas mientras no estoy.
—Tu trabajo no se verá afectado—le aclaré calmadamente—, incluso te ascenderán.
Ella se mantuvo en silencio unos segundos, y cuando habló creí que estaba llorando.
—Yo no quiero un estúpido asenso, quiero ser tu secretaria.
Me pasé la mano libre por la cara, me sentía agotado, no había dormido en casi toda la noche pensando en esa decisión, haciéndome a la idea de que ItaPowell dejaría de ser mío.
—Hablas como si ya no nos fuéramos a ver, Viola.
—No puedes renunciar a lo que te costó tanto construir—insistió—, es como si renunciaras a tu vida. Sabes que amas tu trabajo, esa empresa es como otra de tus hijas.
Sonreí, aunque viéndolo así, dolía un poco. Sin embargo, cuando pensaba en Sydney no podía sostenerlo más, ella fue un rayo de luz que estuvo poco tiempo en mi vida, pero sin darme cuenta, me aferré como si se tratara de mi propia vida, y entonces ella se volvió eso, mi vida. Mientras comparaba mi oficina con el recuerdo de Sydney, pensé que amo mi trabajo y todo lo que he construido ahí, pero si al final de día me sigo sintiendo vacío, esa parte de mi vida no es suficiente, y es porque la amo más a ella.
—Esta no es la forma de recuperarla, Wyatt.
Me reacomodé en la silla cuando la conversación mudó de tema, y como era de costumbre, Viola descubrió mis intenciones.
—Este lado de mi vida la lastima no solo a ella, también lastima a Peyton. No paso tiempo con ella, estoy perdiendo su confianza—reconocí, pensando en esa pequeña de abundante cabello rizado saltando por toda la casa de alegría cuando volvía tarde a casa, recordando cada noche en que regresé tan tarde que no pude acostarla.
—Lo sé, pero no solo piensas hablar de la empresa, quieres meter a Sydney de nuevo, exponer su nombre y no creo que sea la forma correcta.
—¿Qué? —fruncí el ceño, sintiéndome fuera de contexto—. No pienso hablar de Sydney, ni siquiera quería volver publica la venta de mis acciones.
—Pues en muchas páginas web está el siguiente título, “Wyatt Powell habla sobre su relación con Sydney Cole, y vende sus acciones de ItaPowell”. ¿Qué significa eso?
—No tengo idea de dónde salió esa información, Viola—le aclaré—. ¿Sabes quien filtró el primer título?
—Por supuesto, por eso soy la mejor secretaria, me vas a extrañar—casi pude imaginar rodar los ojos—. No fue difícil dar con esa información, creo que le hiciste algo muy malo a los de la revista Uncensored.
Cerré los ojos con fuerza, intentando calmar mi ira creciente. Esto tenía que ver claramente con Sarah Murphy, por ende, con Elena.
—Tengo el presentimiento de que alguien ahí te odia—comentó Viola—. Ellos fueron quien publicaron todas esas cosas horribles sobre Sydney cuando explotó todo hace un mes.
Yo ya lo sabía, y es por ello que quise alejar a Sydney de este mundo, jamás se rendirían si yo seguía dentro.
—Wyatt, sé que en este momento no sabes qué hacer, pero sé que este no es el camino. Todavía tienes tiempo de cancelarlo.
—No lo haré—declaré—. Siempre creí que tenía todo bajo control, incluso pensé que tenía claras las razones por las que creé ItaPowell. Pero desde que llegó ella tengo dudo constantemente de lo que siempre estuve seguro. A causa de eso tomé la peor decisión de mi vida, que fue alejar a Sydney. Pasé toda la noche preguntándome, ¿realmente preferí esto antes que a ella?
Viola volvió a quedar en silencio durante unos segundos.
—No sé qué decirte.
—Yo ya dije suficiente, no voy a cambiar de opinión.
—¿Y si ella no volviera aun así?
Esta vez fui quien quedó en silencio. Aquella posibilidad me hizo vacilar por un momento, pero estaba dispuesto a dejar todo por ella.
—No lo sé—admití finalmente—, no tengo las respuestas para todo. Pero no me volveré a equivocar con ella, romperé cada obstáculo que le dé una excusa a Sydney para alejarme.
Viola resopló.
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Editado: 02.07.2022