Sydney
Había un tráfico infernal en la quinta avenida, habían pasado por lo menos 20 minutos desde que salimos y todavía estábamos en el mismo lugar. Sentí la ansiedad apoderarse de mí mientras miraba a Deisy revisar las páginas web para asegurarse de que no fuera demasiado tarde.
—¿Cómo pudiste aceptar esa cantidad de dinero? —exclamó Emma hacia su teléfono, reclamándole a Liam todavía por aceptar el dinero de Wyatt—. ¡Vendiste a nuestra amiga!
Miré a Emma negativamente.
—Deja de agobiarlo por eso. Solo pregúntale cómo va la rueda de prensa.
Emma rodó los ojos, pero se volvió hacia el teléfono de nuevo.
—¿La rueda de prensa comenzó? —mientras ella escuchaba atentamente la miré, sintiendo que la angustia me consumía—. Nosotras estamos en camino. No preguntes, solo mantenme informada por mensajes. No te disculpes más, estoy molesta.
Finalmente, Emma colgó la llamada y se enfurruñó hacia la ventana. Deisy la miró y estrechó sus ojos con la misma decepción que yo.
—En serio lamentaría ser Liam en este momento. O el resto de su noviazgo contigo.
—No entiendo por qué quieres salvarlo—terció Emma, cambiando el tema—. Si se arrepiente tanto, ¿por qué lo hizo en primer lugar?
—Pienso que Deisy puede tener razón—contesté pensativa.
—¿Sobre qué? —preguntó Deisy.
—Wyatt me oculta algo, y no se trata de algo que me está dañando a mí como él lo hace parecer, esto es diferente.
—Creo que será difícil averiguarlo—infirió Deisy reflexivamente—, porque es claro que lo está ocultando bien.
—Dime algo, ¿estás planeando volver con él? —preguntó Emma.
No había pensado en eso. Y en el caso de que llegara a tiempo, ¿qué sería capaz de hacer? ¿Realmente estaba dispuesta a interrumpir una rueda de prensa en la que todo el país estaría viéndonos? Estaba asustada, nada había cambiado para nosotros, porque, aunque él quisiera que volviéramos a estar juntos, leí cada artículo en internet sobre nosotros, todos preferían a Wyatt con una mujer de su mismo nivel. Reunir de nuevo aquella valentía para enfrentar a todos era más difícil ahora que había probado la maldad del bullying en redes sociales, después de que Wyatt me dejara sola para enfrentar todo eso.
Cuando no contesté Emma soltó un resoplido.
—Ese hombre es un cáncer.
Deisy le sacó la lengua.
—El cáncer eres tú. ¿Por qué estás en contra de su amor?
—¿Acaso vives en un mundo de fantasía? Vivimos en el mundo real, la realidad. ¿Te suena?
—Chicas, es suficiente—intervine cuando, de hecho, pensé en nuestra realidad. Me volví hacia el chofer—. ¿Usted cree que el trafico se despeje pronto?
Nuestro chofer era un hombre mayor, que me miró pesimistamente por el retrovisor.
—No lo creo, señorita. Parece algo de horas, como de costumbre.
—¿Qué hora es? —le pregunté a las chicas.
Deisy fue la primera en contestar después de revisar la hora en su teléfono.
—Ya son las 11.
—Si nos quedamos aquí nunca llegaremos—miré hacia la ventana del lado de Emma, a las personas caminando, y entonces tuve una loca idea—. Abre esa puerta.
Emma frunció el ceño en desacuerdo, descifrando perfectamente mi plan.
—¿Qué? No pienso ir caminando.
Saqué dinero de mi bolsillo y le pagué al chofer.
—Gracias, guarde el cambio—dije y en seguida me lancé sobre Emma y alcancé la manilla para abrir la puerta.
—Estás loca Sydney—gruñó Emma, bajándose del auto con resignación. Cuando las tres estuvimos fuera del auto, Emma me miró negativamente—. ¿Vas a correr hasta la empresa? ¿Sabes que todavía queda un tramo bastante grande?
Me giré hacia ella.
—No sé lo que haré después, solo sé lo que quiero hacer ahora mismo y eso es evitar que Wyatt cometa el error más grande de su vida. Así que, sí, correré.
—Correremos—Deisy me guiñó un ojo—. Por suerte traje deportivos.
Le sonreí. Entonces enarqué una ceja hacia Emma.
—¿Vienes?
Emma rodó los ojos con la misma resignación.
—¿Qué más me queda? Eres mi amiga, y te ayudo incluso si quieren ir al mismo infierno para salvar al peor demonio de todos.
Deisy se rió.
—Tus comparaciones son en serio muy creativas.
—Es un don—Emma sonrió y se encogió de hombros.
—Vamos—les avisé, comenzando a correr.
Recordé la última vez que corrí así, cuando me escapé de la casa de mis tíos a los 14 años, durante mi vida con ellos recibí toda clase de insultos, pero esa vez me habían gritado y dicho tantas cosas hirientes que, no pude quedarme. Corrí y corrí por las aceras, justo como ahora, esquivando a cada persona, o empujando a quien se metiera en mi camino para llegar a mi objetivo, que esa vez se trataba de escapar. Y entonces me di cuenta de que esta vez no estaba huyendo, iba directo al lugar donde decidí no volver, a enfrentar uno de mis peores recuerdos, a rescatar a alguien que me lastimó. Entonces recordé lo que dijo mi madre una vez, era muy pequeña, pero lo recordé porque sus palabras me marcaron porque ella hablaba de mi padre.
“Cariño, las personas tienen pasados y eso los afecta, pero siguen cambiando y eso es lo que importa, porque es lo que hace que el amor también se desarrolle de forma distinta a cuando todo comenzó. Puede ser difícil acostumbrarse a ese cambio cuando lo ves llegar, puede causar miedo e inseguridad, pero el amor que no evoluciona, no dura por siempre. ¿Y no es de eso que se trata el amor? Correr hacia ellos, sin importar los obstáculos, sin importar cuantas veces tengas que levantarte después de ver cómo se derrumba lo que construyeron juntos. Porque el amor es mucho más que decir 'yo te amo', es quedarse.”
Cuando llegué a la empresa empujé a los camarógrafos y periodistas que estaban aglomerados en la entrada, pero uno de ellos me reconoció y gritó mi nombre, así que el resto me interceptó rápidamente, causando que se arremolinaran a mi alrededor, evitando que pudiera llegar a las puertas.
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Editado: 02.07.2022