Sydney
Me despedí de Emma en la entrada del edificio. Para ese momento los periodistas habían sido evacuados fuera de los alrededores de la empresa por los guardias. Mientras esperaba en la recepción a Wyatt, que subió a su oficina luego de recibir una llamada, reflexioné sobre lo que hice. Jamás creí que tendría la valentía para besarlo en frente del mundo que nos juzgaba por estar juntos, pero se sintió bien haberles, con aquel acto, dado mi opinión de lo que ellos pensaban sobre Wyatt y yo juntos.
Para ese momento, sabía que muchos de mis conocidos estarían sorprendidos de lo que hice, sobre todo Carly. Pensé preocupadamente en ella cuando recordé la razón por la que no pudo asistir a la fiesta de máscaras, su esposo Lucas había vuelto, luego de meses desaparecido. Supongo que Molly estaría feliz, pero ese no era un momento que Carly deseara vivir, mucho menos cuando se acercaba la fecha del cumpleaños de Molly. Sé que Carly no tenía muchas amigas, así que supuse que después de esa situación, querría alguien con quien hablar, no podía abandonarla como lo hice antes.
Por el bien de nuestra amistad, la llamaría para hablar sobre mi relación con Wyatt, y escucharía todo lo que tuviera que decirme.
—¿Estás lista?
Me volví hacía atrás cuando escuché la voz de Wyatt. Solo habían pasado unos 20 minutos desde que subió a su oficina, pero mientras caminaba hacia mí, pensé que todavía me parecía un sueño que volviéramos a estar juntos.
Sonreí tímidamente, de repente, sintiendo como si el tiempo no hubiera pasado entre nosotros. Como si la cadena del mes en el que estuvimos separados, hubiera sido rota por esta nueva corriente entre nosotros.
—¿Lista para qué? —pregunté.
Cuando estuvo frente a mí, llevó sus manos hacia mi cintura, se inclinó hacia mi rostro y dio un suave beso en los labios que duró por lo menos 10 segundos. Mi cuerpo se volvió gelatina y deseé que este instante fuera por siempre.
—Para todo lo que haremos a partir hoy—explicó cuando se alejó de mi rostro, pero sin dejar de mirarme—. Solo me alejaré de ti unas horas, mientras trabajas.
Me reí, porque realmente parecía que se estaba esforzando por dejarme ir al trabajo.
—Suena a que debería irme antes de que cambies de opinión.
—Suena a que estoy haciendo todo lo que está en mis manos para controlarme y no secuestrarte en mi ático, Sydney.
Sonreí divertidamente.
—No tendrías que secuestrarme.
—Pero se perdería la diversión.
Me reí de nuevo.
—Me gusta, pero tú tienes que volver para organizar las cosas aquí, imagino que todos están conmocionados por tu nueva decisión. Luego de almorzar, me dejas en mi apartamento y tú vuelves aquí.
Wyatt sonrió.
—Eres una chica responsable ahora.
—Siempre lo he sido, solo que ahora quiero hacer las cosas bien.
Enarcó ambas cejas con diversión.
—¿Comenzó con besarme en medio de una rueda de prensa?
Me reí tímidamente, todavía seguía sin reconocer ese arrebato de osadía, aunque me haya gustado.
—¿A dónde iremos a comer? —pregunté para cambiar de tema.
—¿A dónde quieres comer tú?
Lo reflexioné por un momento. Aunque sonara tonto, solo había un lugar al que quería ir con él de nuevo, un lugar al que no me había atrevido a ir desde hace un mes.
—Ya es la hora del almuerzo, así que podemos ir a McDonald.
Wyatt sonrió suavemente.
—Extrañé eso.
—¿Qué? ¿Las hamburguesas o las papas?
—Verte a ti, comiendo lo que más te gusta—contestó.
Bajé mis manos de su cuello, y luego entrelacé una de mis manos con la suya.
—Entonces disfrutarás mucho hoy, porque planeo pedir dos hamburguesas.
—Yo invito.
Cuando me sonrió, le devolví el gesto. Entonces lo seguí hasta su auto, recordando la primera vez que subí a este, cuando todavía le temía a un nosotros, sobre todo a estar enamorándome de él, siendo aquello lo más irónico del tiempo que pasamos juntos, porque en realidad me enamoré de Wyatt la primera vez que lo vi.
—¿Dónde está Peyton? —le pregunté mientras conducía, procurando ajustarme al presente nuevamente.
—Dime que no escuchaste lo que dijeron esos periodistas.
—Lo hice. ¿Por qué no ha ido a la escuela?
De pronto la expresión en su rostro cambió a una abatida.
—Se supone que la envié de vacaciones improvisadas a Hawái con Isabel.
—¿Por qué lo dices así?
—Porque Isabel secuestró a mi hija.
Me reí, incluso aunque él continuara con esa expresión de angustia.
—¿Por qué la enviaste de vacaciones cuando tiene clases?
—No quería que me viera… de la forma en la que fui durante esas semanas. No quería lastimarla más de lo que la he lastimado hasta ahora con eso de que no paso tiempo con ella.
Asentí en silencio, de acuerdo con su decisión.
—¿Por qué dices que Isabel la secuestró? —pregunté.
Wyatt se mantuvo en silencio durante uno segundos antes de contestar.
—Dijo que debía organizar mi vida antes de que Peyton volviera a casa.
Sentí lastima por él, no podía imaginar todo lo que debió pasar mientras su empresa se sumergió en una crisis. Ambos estuvimos en diferentes infiernos mientras no estuvimos juntos.
—Pero pudiste resolverlo.
—Ahora lo está—dijo cuando detuvo el auto por un semáforo en rojo. Entonces ladeó su cabeza y me miró—. Nada en mi vida está resuelto o en orden si no estás conmigo. Sigo siendo un desastre con mi hija.
Lo miré negativamente.
—No eres un mal padre, Wyatt. Te lo he dicho.
—La envié lejos porque no fui capaz de lidiar con todo al mismo tiempo.
—A veces no podemos con todo solos. Pienso que está bien que la hayas enviado lejos mientras la tormenta pasaba, la protegías.
—La protegí a ella, pero no te protegí a ti—gruñó. Vi su mano bajar del volante rápidamente—. Y no sabes lo mucho que me arrepiento de no haber sido lo suficientemente fuerte para luchar contra todo sin alejarte. Y es que hay… ciertas cosas que todavía son difíciles de…
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Editado: 02.07.2022