Sydney
Por suerte nadie me reconoció durante mi horario de trabajo. La iluminación en el interior del establecimiento siempre era tenue, mi cabello lo llevaba atado en una coleta y el flequillo que me había cortado hace dos semanas y media volvió a crecer, así que ocultaba lo necesario de mi rostro. Y el señor Bruno, el encargado, tampoco me comentó nada sobre lo ocurrido. Por lo visto, Edén restaurant seguiría siendo un verdadero Edén para mí, en el que podría seguir manteniendo mi vida privada. Por lo menos hasta que alguien me reconociera, porque ya era lo suficientemente realista como para aceptar que en cualquier momento alguno de mis compañeros o un cliente podría hablar de mí.
Esa noche el restaurante estuvo muy lleno, tanto en la terraza como adentro, por lo que hubo mucho movimiento y no tuvimos descansos. Pero fue lo mejor, quería cualquier excusa para no pensar en Taylor y evitar mortificarme. Recuerdo haberle dicho en varias ocasiones que jamás volvería con Wyatt, que no podría, que estaba en camino a superarlo… ¿Desde cuando me convertí en una mentirosa estrella? Una cosa era engañar a las personas, otra muy diferente e imposible era engañarme a mí misma, y aun así lo intenté.
Mientras hacíamos limpieza para cerrar, Emma y Elisa se acercaron a mí con expresiones de horror. Me imaginé de lo que se trataba cuando noté el teléfono entre las manos de Elisa.
—No, chicas no necesito ver nada de eso—les advertí, dándoles la espalda para continuar lustrando la mesa frente a mí.
Pero entonces rodearon la mesa para encontrarme de frente.
—Tienes que escucharme cuando te digo que esa Sara Murphy tiene algo en contra de ti—dijo Emma, señalando el teléfono acusadoramente.
—Y debe ser una bruja psíquica también—comentó Elisa, enarcando las cejas hacia la pantalla de su teléfono—. Estoy revisando su último estado de Instagram, fue hace 7 minutos. Dice que usas viejos converse negros.
Miré ofendida mis converse, en realidad no eran tan viejos. Bueno, no me lo parecían, sobre todo después de haber mantenido zapatos más viejos que estos.
Emma se acercó a Elisa y miró en su teléfono también. Hizo una mueca tan pronto como vio lo mismo que Elisa.
—Esta mujer es una completa perra.
—Pero es una perra muy bonita—mencionó Elisa, rodando los ojos—. No sé por qué siempre son rubias. Sin ofender Emma.
Emma estrechó siniestramente sus ojos hacia Elisa.
—Para tu información, esa mujer es oxigenada, mi rubio es natural.
—Como sea—dije, volviéndome hacia la mesa para tomar de vuelta el pañuelo, decidiendo que ya había terminado. Era mi última mesa por limpiar—. No me importa lo que piense una mujer que no conozco y viceversa, ¿está bien? Ella solo hace su trabajo.
Emma resopló.
—¿Le pagan por arruinarle la vida a las personas con sus comentarios falsos?
—¿Qué otra cosa se hace en una revista de chismes?
—Sydney, creo en Emma cuando dice que hay algo extraño en ella—opinó Elisa pensativamente—. Tengo un mal presentimiento.
Emma asintió frenéticamente.
—Créele, su abuela es psíquica también.
—Las dos están locas. Necesitan dormir un poco.
Fui hasta el vestidor, Evelyn estaba ahí, pero terminó los retoques de su maquillaje y salió aceleradamente ya que parecía ir a una cita. Emma, Elisa y yo nos quedamos solas en el vestidor. Fue entonces cuando recibí un mensaje de Wyatt.
A las 11:30 afuera.
Wyatt.
Cuando recordé que Taylor vendría casi al mismo tiempo, me pregunté si sería un problema que se encuentren. Cuando conocí a Taylor por primera vez en la casa de Viola, vi que él y Wyatt se llevaban bien, así que pensé que tenía de qué preocuparme. Además, no recuerdo que Taylor haya mencionado algo negativo sobre Wyatt.
Emma salió de uno de los cubículos, entonces se detuvo en frente del espejo para lavar su cara.
—¿Quién querría salir con Evelyn?
Elisa se rió desde dentro de otro cubículo.
—Hablas como si no hubiera una especie de hombres a los que solo le importa que seas bonita y que tengas por lo menos un agujero disponible.
Emma también se rió.
—Auch, ¿a alguien le rompieron el corazón?
—Puede ser—contestó Elisa mientras salía del cubículo. También se acercó al espejo.
Me alejé de ellas cuando llegó otro mensaje a mi teléfono, era de Taylor.
Estoy afuera
Taylor.
—Tengo que salir—le avisé a Emma—. No me quedaré esta noche en casa.
Elisa chilló con emoción.
—¿Noche romántica con Wyatt Powell? Cielos, te envidio tanto. Pero es envidia sana, créeme.
Sonreí tímidamente, dejando que por un momento la emoción me gobernara.
—¿Ya llegó? —preguntó Emma.
Volví a la realidad cuando recordé que es Taylor quien me esperaba afuera.
—No, en realidad es Taylor, parece que quiere hablar conmigo de algo importante.
—Creí que saldrías esta noche con Wyatt.
—Sí, saldré con Wyatt, pero después de hablar con Taylor. Sin darme cuenta he estado pasando de él todos estos días y me siento mal por eso. Solo quería verlo, después de todo, es mi amigo.
Emma enarcó una ceja.
—Espera, ¿me estas diciendo que los dos hombres que están enamorados de ti van a venir? ¿Esta noche? ¿Al restaurante?
Rodé los ojos.
—Que Taylor no está enamorado de mí.
Emma se cruzó de brazos con una sonrisa divertida.
—Bien, si eso es lo que quieres creer.
—¿Hay otro hombre en la novela? —preguntó Elisa con curiosidad.
—No hay otro hombre porque no me gusta nadie más que Wyatt.
Emma se rió.
—El mundo entero lo sabe ahora. Pero Taylor parecía tener la esperanza de que algo pasa entre ustedes.
—Bien—suspiré, con la intención de ser finalmente sincera sobre eso—. Quizá sí he notado que Taylor está interesado en mí, pero no le hubiera podido corresponder, incluso antes de volver con Wyatt. Solo que, si ignoraba eso podría evitar el tema, por lo menos hasta que encontrara la forma de sacar a Wyatt de mi corazón.
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Editado: 02.07.2022