Sydney
Todavía me sorprendía la ostentosa fachada del mercado, cuando tomé un carrito de compras y comenzamos el recorrido de la lista que hice previamente en mi mente de las cosas que necesitaría, y comestibles para por lo menos dos semanas. Todavía me acordaba de la manera comprometida en que Wyatt intentó cuidar de mi alimentación, quería cuidar de él también.
—¿Vas a alimentar a un hombre o a un adolescente? —preguntó Emma, mirando de forma crítica hacia el interior del carrito.
Wyatt estaba acostumbrado a comer los platillos exóticos de esos restaurantes lujosos, y supuse por su despensa vacía, que no había comido nada hecho en casa desde hace un mes, así que quería hacer algo diferente para él. Ignoré el comentario de Emma y tomé dos paquetes de galletas oreo pensando en nuestro postre.
—Cielos, mírate gastando compulsivamente como la esposa trofeo de un millonario—bromeó cuando salimos de la sección de despensa.
Eso no sonaba bien, pero no pude evitar reírme también. Además, el dinero de Wyatt no me interesa, pero es parte de su vida y debía respetarlo.
Cuando llegamos a la sección de frutas y verduras comencé a tomar todo lo necesario para hacer ensaladas.
—Quiero que podamos hacer algo diferente para la cena, y que en el proceso podamos divertirnos.
—Cariño, la diversión principal de los hombres se basa en una sola palabra y tiene cuatro letras. Sexo—dijo, tomando uno de los pepinos cuando nos detuvimos junto a los tomates. Entonces levantó el pepino en mi dirección—. No te esfuerces demasiado en crear un ambiente romántico si solo basta que te desnudes para que todo entre en su lugar.
Rodé los ojos con una sonrisa que tampoco pude evitar.
—Esta mañana vi que no había casi nada en su cocina—comenté—. Sé que no ha estado comiendo bien.
Emma dejó el pepino con el resto.
—Ahora tiene sentido esa desarreglada barba nueva.
Es cierto, no me había dado cuenta porque Wyatt me parecería atractivo incluso aunque se rapara todo el cabello, el que por cierto estaba un poco más largo.
—Ninguno de los dos disfrutó el mes anterior.
—¿Qué sucedió con Taylor? ¿Hablaste con él?
—Se lo dije, que todavía estoy enamorada de Wyatt y que volví con él. Pero también me dijo lo que siente hacia mí y luego Wyatt llegó y tuve que decirle algo que me hace sentir arrepentida.
Emma se encogió de hombros.
—Nunca es fácil decirle a alguien que no puedes corresponder a sus sentimientos, sobre todo si es alguien a quien quieres. No te atormentes demasiado.
En ese momento un par de chicas me miraron fijamente. Las ignoré cuando recordé lo que Taylor me dijo de Deisy.
—Hablando de eso, parece que Deisy le gustó Taylor.
Emma rodó los ojos con una sonrisa de obviedad.
—No me digas que apenas te das cuenta.
—Solo lo ha visto un par de veces, creo. No me fijé.
—Deisy y tú son como dos vasos de cristal. No pueden esconder nada de lo que sucede dentro de ustedes.
La miré.
—Entonces siempre estuviste al tanto de que no podía olvidar a Wyatt.
—Sí, pero lo mejor para ti era avanzar—me sonrió—. O eso creía.
—No hay nada que quiera más que estar con él siempre. Pero hay cosas…
—¿Qué?
—Nada—corregí rápidamente. Lo mejor por el momento era guardarlo para mí—. Espero que Taylor no lastime a Deisy porque lo hice con él.
—No es ese tipo de hombre. No me agrada todo el tiempo, pero es un buen chico.
Sonreí de acuerdo con Emma.
Hicimos un par de recorridos por los pasillos de frutas y verduras. Luego fuimos con las bebidas y la carnicería.
—Creo que compraste comida para un año entero—bromeó Emma cuando llegamos a la fila para pagar.
En ese momento recordé que me faltó algo importante.
—Creo que no es todo—dije—. Quédate aquí, vuelvo rápido, no te salgas de la fila.
Emma asintió.
—Está bien, pero no te tardes, no falta mucho para pasar.
Caminé de vuelta al pasillo de cuidado personal y tomé una difícil decisión sobre la marca de afeitadora que Wyatt prefiere. Pensé que podía intentar hacer eso por él. Finalmente decidí tomar la que aparecía en el cartel grande de promoción a un lado de su estante.
—Vaya, ciertamente debes tener algo especial para seguir tan intacta como la primera vez que te vi—comentó una mujer a mi lado. Cuando la vi la reconocí de inmediato, era Elena, la ex de Wyatt—. Pero ya te lo dije, ser especial no es suficiente para sobrevivir al mundo en que intentas entrar de forma tan absurda.
Di un par de pasos hacia atrás cuando noté lo cerca que estaba de mí. Ahora se había cortado el cabello rubio hasta debajo de las orejas, vestía unos pantalones azules de vestir ajustados a la cintura, con una elegante blusa de lino beige manga larga y tacones negros. Elena era hermosa, como un ángel de Victoria secret, pero no dejaba de asustarme.
—¿Cómo supiste que estaba aquí?
—¿Vives debajo de una piedra? Tu ridícula cara inocente está por todos lados—Elena sacó un teléfono de su cartera, hizo una rápida búsqueda y luego me enseñó lo que había en la pantalla—. Mira.
Era yo, con la misma ropa que estaba usando en ese momento. Emma estaba a mi lado. Entonces recordé ese par de chicas que me observaron mucho. ¿Cuántas personas más estaban haciendo eso a mi alrededor?
—¿Entonces? —repliqué sin permitirme acobardar—. ¿Quiere decir que estas todo el día buscando información sobre mí en internet? Eso suena más ridículo que mi inocente cara.
Elena sonrió maliciosamente, como si disfrutara esta conversación.
—Cálmate, solo vine a darte otro regalito.
Miré desconfiadamente hacia la mano que metió en su cartera para sacar un pequeño pendrive plateado en forma de rectángulo.
—Wyatt está malditamente bueno, pero no es un santo.
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Editado: 02.07.2022