Sydney
Mientras terminábamos de limpiar y escuchaba a todos continuar con el tema de sus planes para navidad, me sentí un poco avergonzada y deprimida. Y por primera vez, desde que comenzó diciembre, me di cuenta de que realmente estábamos en navidad cuando me detuve a ver las decoraciones navideñas dándole vida al restaurante. Había estado tan distraída en lo demás que casi me pierdo de una época tan bonita.
Elisa, Emma y yo fuimos al baño del personal para cambiarnos de ropa luego de terminar con la limpieza, y mientras tanto, decidí hacer algo por cambiar el rumbo oscuro de mi navidad. Ya había decidido hacer a un lado el tema del pasado de Wyatt, así que podía concentrarme en algo más. Recordé que la casa de Wyatt no estaba decorada, que ni siquiera me había hablado sobre el tema.
Me despedí de las chicas y Joshua en la entrada del restaurante. Me había quedado sola mientras esperaba a Wyatt, pero me dio tiempo de pensar en lo que le diría para invitarlo a pasar navidad en la casa de Carly. Estaba absorta en la bonita idea de nosotros juntos para navidad, pero cuando cayó el primer copo de nieve no pude pasarlo por alto. Fue algo mágico cuando después del primer copo, aparecieron 2 más, luego 5 y de repente estaba nevando.
Miré al cielo y cerré los ojos por un momento, permitiendo que los pequeños copos de nieve cayeran sobre mi rostro. De pronto, mis preocupaciones se derritieron como la nieve al encontrarse contra mi rostro.
—Si llegara a vivir para otro momento en el que te veas más hermosa que ahora, no sé si pueda resistirlo.
Bajé mi cabeza y abrí mis ojos de golpe cuando escuché su repentina voz. Ni siquiera había escuchado el auto, pero Wyatt estaba ahí, recostado de espaldas a la puerta de su auto. Sin embargo, fue inevitable sonreír cuando lo vi, vistiendo ese elegante abrigo beige, con el perfecto traje negro, camisa blanca y corbata roja en el interior. De cierta forma, el contraste entre nuestras formas de vestir me causaba gracia.
Hasta que comenzó a caminar hacia mí, me di cuenta del ramo de rosas que llevaba en su mano izquierda. Y entonces, mientras se acercaba tan seductoramente como era su costumbre, me sentí como la primera vez que me miró, con las mariposas alborotadas volviendo mi estomago su territorio permanente.
—Me asustaste—confesé cuando llegó a mi altura.
Pero Wyatt no contestó, solo se detuvo en frente de mí, sonrió sin dejar de mirarme a los ojos y levantó aquel enorme ramo de rosas rojas hacia mí. Le devolví la sonrisa, recibiendo el enorme ramo en mis manos.
—Sn hermosas, Wyatt. Gracias.
—Estaba pensando que nunca te he dado rosas—dijo, enarcando una ceja con cierta formalidad—. De hecho, también estuve pensando en todo lo que te he dado, pero todavía no se compara a lo que me has dado tú.
Se acercó todavía más, haciendo a un lado mi mano con las flores para alcanzar mi cintura entre sus manos.
—No entiendo—fruncí el ceño—. ¿Qué es todo eso que te he dado yo?
—Tu amor, Sydney.
—¿Y quien ha dicho que te amo? —lo miré fijamente, intento parecer lo más sincera posible.
Wyatt enarcó ambas cejas, pero las facciones de su rostro me decían que no estaba sorprendido.
—Ah, ¿sí? —susurró, acercando sus labios a los míos, uniéndolos brevemente antes de apartarse—. Admítelo, me amas y no puedes vivir sin mí.
Rodé los ojos con una sonrisa, mientras mis mejillas se volvían fuego a la vista de su insondable mirada aguda.
—Sí, yo te a…
Wyatt me tomó verdaderamente por sorpresa cuando me sujetó de la barbilla y me besó con ferocidad en los labios. Levanté mis pies en puntillas y con mi mano libre me aferré de la solapa de su abrigo.
—Eres invaluable—dijo, separando a una distancia considerable nuestros labios, solo para volver a dejarme sin aliento a causa de otro beso arrebatador.
En ese momento una ráfaga de viento pasó por encima de nosotros, por lo que no pude evitar temblar. Wyatt se dio cuenta, entonces se apartó de mí, pero me entrelazó nuestras manos.
—Vamos, tenemos un plan esperándonos en casa.
Durante el camino le hablé a Wyatt sobre las compras que hice, ignorando mi encuentro con Elena y por supuesto la entrega del pendrive. Ese tema estaba cerrado para mí.
—¿Por qué no usaste mi tarjeta? —preguntó.
Reflexioné por un momento sobre el ataque de rabia que me llevó a gastar casi 400$ en comida para alguien que gana esa cantidad en un minuto de su día. Pero en definitiva no le iba a hablar sobre Elena.
—Quería hacerte un regalo de navidad—contesté, considerando que era buen momento para un cambio de tema—. ¿No vas a adornar el ático?
—¿Adornar? ¿Por qué?
Lo miré atónita mientras conducía.
—¿Cómo que por qué? Wyatt, estamos en navidad. Se supone que todos adornan para navidad.
Wyatt se rió.
—Ya, entiendo. Sucede que nunca estamos en casa para esas fechas. Celebramos con Isabel en su casa. Aunque, ya que secuestró a Peyton, creo que está esperando que vaya hasta Hawái para pasar navidad en su hotel.
Asentí pensativamente, entonces eso hacen. Supuse que, en comparación a una aburrida cena de navidad, ir a un lujoso hotel en Hawái era mucho mejor.
—Entonces Isabel tiene un hotel. ¿Es ahí donde está con Peyton?
Wyatt asintió.
—¿Ya tenías planes para navidad?
Miré por la ventana, sintiéndome avergonzada por decirle a todos que llevaría a Wyatt a la cena de navidad con Carly cuando él ya tenía planes.
—Me comprometí con Carly, ella hará una cena de navidad, pero también es el cumpleaños de su hija.
—Eso significa que probablemente no estaremos juntos en navidad.
Sin poder evitarlo, suspiré desanimadamente.
—Así… parece.
—Creí que me invitarías a ir contigo—mencionó de repente.
Me volví hacia él.
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Editado: 02.07.2022