Quiero que vuelvas a mi

Capítulo 26

Wyatt

 

Me sentía extasiado de tenerla aquí, además de orgulloso por la forma en que se enfrentó a las personas de mi mundo como si fuera algo sencillo de hacer, y me salvó, probablemente de cometer un error, del que por supuesto, si me permitía recuperar a Sydney, no me arrepentiría nunca. Pero cuando recordaba que todavía seguíamos siendo el tema negativo del año, no podía evitar preocuparme por ella y de su vida fuera de mi supervisión. Sabía perfectamente sobre las consecuencias de desafiar ese lado oscuro de los periodistas y todo el medio publicitario de New York; Sydney en definitiva no era como Rachel y eso me constaba ahora más que nunca, pero si veían que no se quebraba como lo hizo Rachel, tenía el peligroso presentimiento de que podrían intentar cambiar sus artimañas. En secreto seguía temiendo de ello, sobre todo porque tenía a Viola al tanto de los tabloides y de cada publicación que llevara la etiqueta con nuestros nombres en cualquier red social, cualquier pista que me hiciera tomar una decisión que seguramente no le gustaría a Sydney, como un guarda espaldas, pero se trataba de su seguridad.

Es por lo mismo que no quería hablarle a Sydney sobre mi relación con Rachel y lo muy parecido de nuestra realidad a la de mi pasado. Porque estaba decidido a no apartarme de ella nunca más, pero si fuera su decisión dejarme en algún momento, si sucediera algo que yo no pudiera controlar, si quisiera irse, algo como el conocimiento de lo que sucedió podría detenerla de hacer lo correcto para ella. No quería que se quedara por lastima.

Miré hacia Sydney que estaba frotando con esmero una masa sobre el mesón. Tenía harina de trigo en la nariz, en la frente y mejillas, con su cabello ahora más largo recogido en una coleta alta. Y recordaba exactamente la última vez que comí en casa, pero había sido hace más de un mes. Así que cuando Sydney me dijo que nuestra cena sería preparada por nosotros mismos, me imaginé algo romántico y elegante para celebrar nuestra reunión, no pizza. Aunque me estaba tomado por sorpresa el cambio drástico entre mi presente y pasado, de lujosas cenas en los restaurantes más influyentes de la ciudad, con cada una de sus sinceras y extrañas formas, Sydney estaba logrando traerme a una realidad diferente. Una realidad llena de seguridad y calidez que solo me hacía personas como mi hija y Allison.

Pasé una gran cantidad de mi tiempo en el trabajo, pensando en Sydney y su reacción de esa mañana al darse cuenta de que no había comida en la cocina. Mentiría si dijera que no disfruté de su reprimenda, de verla cocinando como chef, un desayuno con lo poco que encontró en mi nevera. Mentiría si dijese que la idea de tenerla todas las mañanas a partir de ese momento, no estaba en mis planes de vida.

—¿Vas a seguir mirando hacia el infinito y más allá, o me ayudarás con los ingredientes de las pizzas?

La jovial voz de Sydney me sacó abruptamente de mis pensamientos. Mi realidad de esa noche era aquella, la que debía disfrutar mientras todo seguía muy tranquilo. A diferencia de los días anteriores, Sydney trajo consigo un bolso con su propia ropa, sin embargo, mientras la veía rodear el mesón para acercarse a mí, disfruté de la vista de esos pequeños shorts de jeans y una de mis camisas grises que decidió usar.

Simulé una sonrisa sin poder evitar sentirme perezoso.

—¿Qué sucede? —inquirió cuando estuvo en frente de mí, con aquel sutil tono de preocupación en su voz. De repente noté vacilación en su mirada cuando miró fugazmente hacia mis piernas—. ¿Puedo sentarme en tus piernas?

Aquella pregunta me dejó perplejo, así que mi sonrisa de a continuación fue totalmente sincera.  

—Por favor.

Ella sonrió, sonrojándose levemente en sus mejillas. Entonces se sentó en mis piernas y rodeó mi cuello con sus brazos, y cada fibra de mi abatido cuerpo se relajó cuando percibí ese aroma embriagador a vainilla que me aliviaba.

—¿Algo sucedió en el trabajo? —preguntó.

—Estamos trabajando en reconstruir la imagen de la empresa—contesté, disfrazando la verdad hasta cierto nivel—, por otra parte, la directora de marketing descubrió que su secretaria mantenía una relación sentimental con Ramos, ¿lo recuerdas?

Sydney resopló levemente.

—Sí.  

Sonreí por aquel arrebatador gesto tierno y enojado a la vez que se reflejó en su juvenil rostro.

—Esa chica fue inmediatamente despedida, pero Eliot tiene la sospecha de que ella puede tener información perjudicial.  

De repente su expresión cambió, y brilló en sus ojos aquel toque entusiasta que se asemejaba al que se presentaba cuando había una hamburguesa en frente de ella.

—¿Eso quiere decir que hay un puesto de trabajo disponible?

Asentí, ciertamente un poco desconcertado por su pregunta. Me pregunté si estaba interesada en ese tipo de trabajo, aunque perdió el sentido cuando recordé que ella estaba interesada en estudiar educación. Entonces pensé en Sydney y su vida, suponía que no planeaba ser por siempre una camarera en un restaurante, así que ahora que estaba con ella, quería ayudarla verdaderamente.

—Sí—asentí—, supongo que las entrevistas comienzan mañana. Edith es como un villano con buenas intenciones, su carácter deja mucho que desear, pero es la mejor en lo que hace.

—¿Quién es Edith?

—Es la directora de marketing.

La vi perderse en sus pensamientos mientras asentía, así que intenté traerla a la realidad cuando giré su rostro hacia mí al colocar mi dedo índice debajo de su barbilla.

—¿Qué sucede? —pregunté cuando me miró con sus hipnotizantes ojos azules—. ¿Estás interesada en el trabajo? ¿Todo va bien en el Edén Restaurante?

Ella sonrió nerviosamente, pero negó con su cabeza.

—No, sabes que eso no es lo mío. En realidad, estaba pensando en Liam, ¿lo recuerdas? Trabaja en el piso que está tu oficina.




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