Quiero que vuelvas a mi

Capítulo 30

Sydney 

 

Tengo una llave del apartamento de Carly, una que nunca tuve la necesidad de usar hasta esa noche porque Carly no me abrió la puerta incluso después de tocar el timbre muchas veces. Wyatt me acompañó hasta que decidí sacar esa llave, y entré. Tuve la débil idea de que quizá Carly no estaría en casa porque podría estar comprando algo, ya que navidad era el lunes, pero sé que me lo hubiera advertido, sobre todo porque Lucas estuvo ahí hasta hace menos de media hora.

Las luces del salón principal y el pasillo que conducía hasta el baño y la habitación principal estaban apagadas, solo la luz de la cocina estaba encendida. Finalmente decidí entrar al cuarto de Carly, que era la habitación principal ubicada en el primer piso.

Carly estaba dormida en medio de su cama, boca abajo. Cuando me acerqué a ella porque nunca la imaginé durmiendo de esa forma, noté su cabeza ladeada hacia el lado derecho de la cama. Entonces me incliné y noté el olor de alcohol emanar de ella, y fruncí el ceño, desconcertada y preocupada porque, ¿desde cuándo Carly tomaba tanto alcohol para llegar hasta ese nivel?

—¿Carly? —la llamé, sacudiendo su hombro, procurando despertarla.

Sin embargo, no funcionó. Carly no movió ni una pestaña. Me preocupé hasta que comprobé su respiración que era normal, como la de alguien que duerme profundamente después de caer ebrio. Así que le quité los zapatos y la cubrí con la colcha más gruesa.

Justo cuando salí del cuarto de Carly escuché que alguien abrió la puerta principal. Creí que alguien estaba saliendo porque cerré la puerta con llave, pero las únicas personas aquí a parte de mí eran Carly y Molly. Entonces, si Carly estaba dormida en su cuarto, debía ser Molly.

Me llevé una sorpresa cuando me encontré a Molly que ya estaba de camino hacia las escaleras para ir a su habitación.

—¿Molly? —la llamé, por lo que se detuvo y se volvió hacia mí.

Ella estaba volviendo de la calle, no saliendo. Enarcó ambas cejas con emoción y corrió hacia mi para abrazarme.

—Hace tanto tiempo que no te quedabas.

Sonreí como pude, sin dejar en evidencia mi preocupación, y le devolví el abrazo.  

—Estas ultimas semanas han sido muy ocupadas en el trabajo, lo siento.

Molly se separó de mí y me sonrió divertidamente.

—Y con el señor Powell, ¿no? Lo vi todo en internet.

Sonreí sin poder evitarlo, todavía no me acostumbraba a que las personas lo hayan visto, como si se hubiera tratado de una película a la que todo el mundo podía tener acceso por internet.

—Sí, eso también—admití—. ¿Subimos a tu cuarto? Debes querer cambiarte.

—Sí, gracias.

Acompañé a Molly hasta su habitación, pensando en todo tipo de formas de comenzar la complicada conversación de la que se refería Carly.

El cuarto de Molly no cambiaba, ella tenía un gran aprecio por el color morado, por lo que las cortinas que cubrían la ventana eran moradas, las lámparas a los lados de su cama y cobertor sobre esta también eran morados. Incluso la alfombra. Me senté sobre la cama mientras ella se cambiaba de ropa.

—¿Vienes del cumpleaños de una amiga de la escuela? —pregunté inocentemente.

En seguida la mirada de Molly se volvió en una clara nota de alerta. Y cuando se dispuse a sonreír, su sonrisa fue incomoda.

—Sí, algo así.

La miré con tristeza, Molly nunca me había mentido. Quizá ella quisiera comenzar a iniciar mentiras entre nosotras, pero yo no quería. Pensé en Peyton, si ella tuviera su edad, ¿qué haría? Me levanté de la cama y la alcancé.

—Sé que estás saliendo con Edward, Molly.

Rápidamente, sus ojos se llenaron de pánico, eso me alivió un poco, porque eso quería decir que no era cuestión de rebeldía, que ella sabía que no estaba bien del todo lo que hacía.

—¿Cómo lo sabes? —preguntó.

—Te vi llegar en su moto con el señor Powell—aclaré, usando al final un tono grueso y gracioso para referirme a Wyatt.

Ella sonrió levemente.

—Sydney, yo…

—Molly, no estoy aquí para regañarte por eso, o para presionarte con la intención de que dejes de verlo—aclaré, tomando su mano para guiarla hacia su cama y sentarnos juntas—. Me preocupa que estas mintiéndole a todos por él, y tú no eres una chica que miente. Y si él te hace mentirles a todos, entonces no es el hombre indicado para ti.

Molly miró sus manos que estaba cruzadas sobre su regazo, lo que me hizo recordarme a mi misma.

—En realidad, él quiere hablar con mis padres, pero yo no quería.  

—¿Por qué no querías?

—Cuando papá llegó fue obvio que mi madre no quería que él se quedara. No creía que era el momento para presentarles a un chico con el físico de Edward. Ya sabes, él puede ser…

—¿El tipo de chico malo que ninguna madre querría para su hija? —sonreí.

Ella asintió tímidamente.

—Cariño—continué—, no creo que la situación de tus padres mejore, así que, si Edward dice que quiere presentarse formalmente, entonces no lo impidas. Debes hacer las cosas bien, ahora más que estas en tu último año de preparatoria.

—Lo sé. Pero yo creo que mis padres se llevan mejor.

Fruncí el ceño, estupefacta. Hasta hace menos de una semana Carly me hizo saber que no soportaba a Lucas y que lo quería lejos.

—¿Por qué dices eso?

—Han estado tomando juntos desde hace dos noches.

—Ese no es un indicio de que todo se resolverá.

—Sí, pero incluso he visto a papá cuidar de ella cuando bebe mucho.

Desde que conozco a Carly, nunca la había visto tan ebria, no como para que cayera desmayada sobre su cama. Ella no se permitía llegar hasta esos niveles con el alcohol, sabía que tiene una hija, Molly es su adoración y jamás le daría un ejemplo como ese. Fuera de eso, si estuvo bebiendo con Lucas antes de que yo llegara, ¿por qué cuando me lo encontré en el ascensor parecía completamente consiente de todo? No olía alcohol, estaba completamente lúcido.




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