Sydney
Le hice prometer a Carly que no intentaría sonsacar información a Molly sobre su novio, incluso aunque ese novio fuera alguien tan preocupante como Edward. Que, si era paciente y esperaba hasta navidad, todo sucedería como debe ser y Molly no perdería la confianza tanto en mí como en su propia madre.
Carly no necesitaba otra razón para estresarse, así que cuando Wyatt me envió un mensaje anunciando que me estaría esperando en el pasillo, le dije que continuara hasta el estacionamiento y que yo lo alcanzaba luego. Mi plan para acercarlos antes de navidad fue un completo desastre.
Antes de irme accedí a preparar el famoso pastel navideño de terciopelo rojo para la cena de navidad, ya que Carly decía que era buena preparándolo. Lo hice una vez en julio, solo porque se me antojó ese postre y no quería tener que llegar hasta navidad para comerlo.
Tan pronto como salí del edificio y estuve en el estacionamiento, supe que fue una buena idea pedirle prestado ese abrigo extra a Carly. Había revisado el pronóstico de la temperatura y todo el día estaría muy frío.
Cuando me encontré con Wyatt, que permanecía de pie junto a su auto mientras revisaba su teléfono, me enamoré nuevamente. Siempre lucía elegante, incluso aunque estaba usando jeans azules, zapatos casuales y un abrigo verde militar tipo parka con detalles de pelo en la capucha. Pero a diferencia de lo que era costumbre en la semana, su cabello lucía fresco, sin gel, y estaba desordenado, lo que, aun así, lo hacía ver guapísimo.
—Juro que me siento como campesina cada vez que salgo contigo—comenté en voz alta mientras caminaba hacia Wyatt.
Desvió su atención del teléfono y me miró, enarcando una ceja, con aquellos cautivadores ojos dorados.
—¿Por qué? —preguntó cuando llegué a su altura. Y me rodeó desde la cintura con sus brazos.
—¿Te vistes tú mismo o tienes alguna consejera de modas de la que yo no sepa?
Wyatt se rió.
—Allison diría que no tengo gracia al vestir.
—Por cierto, ¿has sabido algo de Allison?
Su mirada se volvió lánguida en seguida.
—Nada. Pero después de cuatro días, noté que su última conexión por WhatsApp fue anoche, quiere decir que ella está bien, pero también quiere decir que no quiere saber nada de mí porque no me contesta los mensajes.
—Creí que tampoco se había contactado con Viola.
—Allison jamás me había hecho algo así, puedo ignorar a nuestros padres, puede olvidarse de quien es el calcade, pero no me ignora. No a mí.
Me hubiera gustado haber sido un poco más cercana a Allison, así podría haber intentado llamarla o hacer algo para calmar a Wyatt porque sabía lo importante que era para él la presencia de su hermana. Levanté mis manos y acuné su rostro para acariciarlo e intentar sosegarlo.
—Navidad es el lunes, pero sigo creyendo en lo que te dije, Allison aparecerá pronto.
Wyatt sonrió suavemente, y asintió.
—Vamos, este será un día largo.
Ciertamente teníamos un sábado lleno de diligencias qué hacer, sobre todo en la mañana. Así que lo primero que hicimos fue ir por los adornos navideños para la casa de Wyatt. Esferas y luces brillantes de diferentes colores para adornar el árbol de navidad, campanas y piñas. También compramos manteles y cortinas alusivas.
No solo me sentía como campesina cuando salía con Wyatt por su forma de vestir, era también porque literalmente casi todas las mujeres de la ciudad volteaban a mirarlo como si fuera algún tipo de imán para ellas. Sin embargo, me causaba más gracia que molestia. Además de que, era inevitable molestarme cuando Wyatt solo me miraba a mí, y cuando lo veía absorto en los juguetes de navidad, como si fuera un niño, teniendo una segunda oportunidad de disfrutar de las pequeñas cosas, como lo era comprar juguetes para su hija.
Habíamos decidido que unos juguetes nuevos para Peyton no estarían demás, sobre todo porque le darían más vida y realismo al árbol de navidad.
—Hay tantos juguetes que no sé cual elegir—dijo Wyatt, con mirada confusa sobre la muñeca con biberón en una de sus manos, y la caja de artículos de juguete para cocinar.
Me acerqué a él y le quité ambos juguetes de las manos.
—¿Qué tal si le preguntas a Peyton lo que quiere? Podemos llamarla.
Wyatt frunció el ceño.
—¿No se supone que la magia de la navidad y Santa Claus se trata de que todo este show sea sorpresa?
—Para Peyton es mágico, pero tú eres papá, te toca organizar ese show, y para eso tienes que lograr que tu publico quede satisfecho. Tu publico es Peyton, debes saber lo que le gusta a ella.
Wyatt enarcó ambas cejas, con la misma expresión de confusión. Un par de segundos después, su mirada se llenó de resolución, y sonrió al volverse a mí.
—Tienes una forma interesante de darle sentido y explicación a todo lo que no entiendo.
Me encogí de hombros.
—Es un don. Ahora, piensa en eso que emociona a Peyton con solo mencionarlo, algo que le haga iluminar su tierna mirada.
Supuse que cuando Wyatt me miró a los ojos fijamente, estaba pensando en el regalo para Peyton. Pero de repente sujetó mi rostro con sus manos y se acercó para besarme.
—Wyatt—balbuceé, casi perdida en las sensaciones envolventes de sus labios sobre los míos—, el regalo de Peyton…
—Ya lo tengo.
Me empujó hacia otro pasillo, en el que las montañas de juguetes nos mantendrían a salvo de las miradas. Sin embargo, sentía vergüenza de hacer esto en un lugar donde la mayoría de seres humanos eran niños.
—Las personas…—susurré entre sus labios.
—Exacto, ellos son personas—sonrió, y continuó, con cada embestida de su boca sobre la mía, arrebatando cada célula responsable.
Luego de liberarme, o liberarnos mutuamente de nuestros labios, Wyatt pagó por una cantidad extremista de juguetes, pero no me dijo cual de todos era el preferido de Peyton. Le hice cientos de veces la misma pregunta, pero no hizo otra cosa que evadirme. Desayunamos en un Starbucks de Manhattan, y luego volvimos al apartamento porque Wyatt había pedido por internet un árbol de navidad lo suficientemente grande como para ser más alto que el techo del apartamento que compartía con Emma.
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Editado: 02.07.2022