Quiero que vuelvas a mi

Capítulo 32

Sydney

 

Observé la espalda de Taylor mientras lo seguía por el patio, preguntándome si Wyatt estaría molesto conmigo. Entonces me pregunté si habría sido una mala idea hacerle este intento de intervención a Taylor. Estuve a punto de hablar, pero ya habíamos llegado a la mesa que estaba debajo del árbol de manzanas, y enseguida se giró hacia mí.

—Escucha Syd, estoy bien. Pero como un ser humano normal, después de ser rechazado, pues, necesité un tiempo.

—De cierta forma te puedo entender, sabes lo que pasé con Wyatt. Pero, ¿por qué no contestaste mis mensajes? Una señal de vida por lo menor.

Taylor sonrió irónicamente, sentándose en una de las sillas.

—No recuerdo que hayas respondido una llamada de Wyatt durante ese tiempo.

Me senté en la silla que estaba del otro lado de la mesa y lo miré seriamente.

—Pero tú y yo éramos una situación completamente distinta.

—Precisamente por eso me aparté. Me indignaba ver que volviste con quien te hizo algo así, que a diferencia de mí te dejó en un momento frágil. No te cuidó Sydney, yo sí. Yo puedo protegerte de todos, no tendrías que preocuparte de nada, yo…

—No—intervine suavemente, mirándolo con tristeza—. No necesito que me protejan, necesito estar con la persona que quiero proteger—a pesar de la expresión confundida de Taylor, continué—. No soy la damisela en apuros Taylor, deja de mirarme así.

Taylor asintió entrecortadamente, con una pequeña sonrisa desconcertada.

—Lo lamento, Syd—dijo y estrechó los ojos cuando me miró—. Has cambiado mucho desde que nos conocimos.

Sonreí agradecidamente. Porque sin el apoyo de Taylor no habría tenido la valentía de salir de mi depresión, de volver a mi vida, de darle una oportunidad a la universidad.   

—Gracias por haber estado ahí cuando me sentía la víctima, pero ya no quiero serlo más, ya no me voy a esconder.

Taylor me miró con curiosidad.

—Dime algo, ¿por qué insistes en mantener una relación con alguien que tiene una vida tan complicada?

—Nunca he tenido una vida fácil, y solo pensé que—me detuve para reflexionarlo, cuando tuve la respuesta me encogí de hombros—, quizá me he acostumbrado.

—O que Wyatt es el hombre más malditamente suertudo en todo el mundo.

Me reí con Taylor, y me sentí aliviada porque extrañaba reírme con él de esa forma.

—Syd, sé que quieres que todo vuelva a ser como antes, pero ahora tienes a un novio bastante controlador, lo conozco bien. ¿Has visto a un padre controlar la cantidad de calorías que su hija come en un día?

Me reí de nuevo.

—Solo intenta cuidar de Peyton a su forma. Él no tuvo una infancia igual a la de otros.

Taylor rodó los ojos.

—En fin. Amaría amargar un poco su existencia, pero sé que no me dejarías.

Lo miré suspicazmente.

—Sé que ustedes se llevaban bien antes de mí. La verdad no me gusta ser quien los separó.

—Hablas como si te hubieras metido en un matrimonio. Yo solo hacía ciertos trabajos para él, y bueno, tiene una extraña relación con mi hermano y su esposa. Pero solo eso.

Ciertos trabajos, aquello me causó curiosidad, pero rápidamente volví a la conversación.

—Se llama amistad, Taylor. Y quiero mantener mi amistad contigo.

Taylor sonrió.

—Te estoy diciendo que necesito un tiempo a solas para superarte y tú no me dejas.

Sonreí un poco avergonzada.

—Puedes tomarte ese tiempo después de navidad.

Taylor enarcó ambas cejas con asombro.

—No me digas que quieres pasar navidad conmigo, ¿qué sucede con Wyatt?

—No, quiero que pases navidad con nosotros—corregí con una sonrisa divertida.

Enseguida frunció el ceño.

—Creo que eso es ir demasiado lejos, Syd.

—Carly hará una fiesta en navidad, por el cumpleaños de su hija, y ya invité algunos amigos, como a Deisy.

Taylor rodó los ojos, y se levantó bruscamente de la silla. También me levanté y lo alcancé.

—Imagino que también la has ignorado a ella.

—No quiero hacerle daño a esa chica, pero no estoy interesado.

—Entonces por favor, díselo.

Taylor me miró desconcertado.

—Pensé que querías a tus amigas, eres más mala de lo que aparentas por tu tamaño.

Sonreí.

—No soy mala. Pero es lo correcto para que esa persona continúe. Además, sé que pasarás navidad trabajando, es suficiente de eso.

—El crimen nunca descansa.

—El crimen no, pero tú sí. Así que irás a la fiesta sí o sí.

—Creo que comienzo a ver que la victima no eres tú, sino Wyatt. Eres muy controladora. Los dos son tal cual para cual. Ya me olvido de ti.

Sonreí, pero no dejé de mirarlo seriamente.

—Hablo en serio Taylor.

Taylor levantó sus manos en señal de rendición y se echó a reír.

—Iré.

—¿Ahora puedo darte un abrazo sin que mires a Wyatt de forma burlesca?

Volvió a enarcar las cejas con asombro.

—¿Cómo supiste?

Rodé los ojos.

—Los hombres son como niños.

Taylor volvió a reír, pero se acercó para darme el abrazo.

—Eres tan testaruda—me dijo cuando le devolví el abrazo—. Es imposible decirte que no.

Me reí.

—Lo sé, es un don. Ahora me gustaría que hagas las pases con Wyatt.

Taylor se separó de inmediato de mí.

—Como dije, creo que eso es ir muy lejos.

—¿Qué es ir muy lejos?

Nos volvimos hacia la puerta de la cocina cuando escuchamos a Viola, que nos observaba con una sonrisa suspicaz.

—Por cierto, llevan mucho tiempo afuera, la comida ya está lista. Todo se va a enfriar.  

—Gracias—contesté con una sonrisa—. Ya vamos.

Cuando Viola entró a la cocina miré a Taylor seriamente.

—Te espero el lunes en Upper East Side, ¿de acuerdo?

Taylor asintió con una sonrisa.

—Iré, pero promete que controlarás a Deisy.




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