Quiero una esposa virgen.

Capítulo 38: Visita al hospital.

Ya en el hospital, el pediatra les dice que el niño tiene una infección respiratoria, presenta un cuadro de pulmonía. Seguramente, por haber sido expuesto a largas horas de frío el día de ayer. Laura se asusta y le comenta al doctor:

—Salve al niño por favor, doctor—le suplica Laura al médico.

—¿Usted es la madre? —pregunta el doctor, Laura se queda unos segundos ensimismada y rápidamente, Mía, quien la acompaña reacciona:

—Sí, doctor.

—Tiene que tener más cuidado con su hijo. Presumo que estuvo expuesto al frío, no es recomendable para ningún niño. Con permiso—le dice con seriedad y se retira.

—¿Qué has dicho, Mía? —reprende a su hermana.

—Laura, si decías que no eres la madre, probablemente llamen a la policía y se lo lleven velozmente a un albergue.

—Tienes razón, pero ahora el médico, puede que esté pensando, que soy una mala madre ¿Lo acabas de oír?

—Lo siento. Solo pensé en Matías—se siente Mía apenada.

—Descuida, cariño. Pobre Matías—expresa Laura su pesar.

Llega Justin, preocupado por el niño al hospital. Aunque lo niegue, Matías, lo ha conmovido a él también.

—¿Ahora que tiene el niño? ¿Cómo que se enferma mucho? —pregunta Justin incrédulo.

—Tiene una infección en sus pulmones—lo mira Laura aprensiva.

—¡Diablo! No me mires así. Este niño, me ha hecho visitar muy seguido este hospital—Mía se ríe ante el comentario de Justin y a Laura, por el contrario, no le pareció nada gracioso.

—Así cómo está, no lo podemos dejar ir, Justin—le ruega con la mirada.

—Vamos, Laura, me haces parecer villano, que manía la tuya de verme como el malo del cuento—la mira con recelo.

—Seria cruel, entregárselo así en ese estado a las autoridades. Tú tienes poder Justin podemos quedárnoslo, por favor.

—Ya conversé con Tobías y fue una mujer, quien lo dejó en nuestra casa. La vimos en una de las cámaras. Ya le entregamos ese video a la policía, para que den con el paradero de esa mujer y se aclare la situación de Matías. No nos lo podemos quedar, Laura, hay leyes que debemos de cumplir, que ni todo el dinero del mundo pueden cambiar. Lo siento—rápidamente sus ojos se ponen llorosos y Mía, sale a consolar a su hermana.

—No te aflijas, Laura, el niño estará bien.

—Hazle caso a Mía, quien por lo visto es más fuerte que tú—le guiña un ojo a Justin, expresándole su complicidad y Justin sonríe.

—No puedo evitar sentir pena por Matías—lo dice con lágrimas en los ojos. Justin la mira y la toma entre sus brazos para consolarla. Mía solo se ríe, de ver cómo Laura se aferra a Justin con firmeza.

Laura más calmada se torna pensativa, no puede imaginar quien puede ser tan desconsiderado, dejar a un niño tirado en el suelo y luego marcharse como si nada. De pronto, recuerda los problemas relacionados a su boda que van en aumento.

—¿En qué piensas, Laura?

—En muchas cosas, Justin, mi cabeza es un tornado.

—Tranquilízate, los problemas son parte de la vida.

—Pero, antes de que me casara contigo, mi vida era serena. Solo el accidente de Mía, me había perturbado demasiado.

—¿Te arrepientes?

—No lo sé.

—Ya te dije ayer que, si quieres irte, puedes hacerlo te puedo pagar lo acordado, aún tengo algo de dinero de mis desfiles.

—No me importa el dinero y lo sabes. Ahora me preocupa, Matías, no me sentiría muy bien si se lo llevaran. Has que se quede con nosotros te lo suplico, Justin. Así sea que solo se quede con mía y conmigo, yo me encargaría de él. Dame ese regalo de bodas—Justin la mira sorprendido, no imaginó, que Laura se encariñaría tan rápido con Matías, si apenas lo ha visto un par de veces.

—Es imposible lo que me pides. Ya te expliqué, que hay una investigación pendiente.

—Justin, por favor.

—Basta, Laura, lo que menos quiero es que te pongas caprichosa—ella lo mira con tristeza y él se aparta de su lado.

Llega el doctor para dar noticias de Matías:

—¿Señor Hart? —lo recuerda, por Justin ser un modelo reconocido en su país—¿Matías es su hijo?

—No, doctor, es un cuento largo. Si tiene tiempo podemos conversar, ¿cómo está?

—Está mejorando poco a poco, la infección a cedió. Tengo que darle algunas indicaciones a la madre—Justin mira a Laura con dureza y, se va el doctor a platicar con Laura.

Repentinamente llama a Laura, la señora Melissa Holmes, se sorprende Laura por su llamado:

—Aló. Buenas tardes.

—¿Laura?

—Sí, con ella habla.

—Soy Melissa, estuvimos conversando en tu boda.

—Sí, ¿cómo está usted señora Melissa?

—Muy bien, querida, ¿puedes venir mañana a mi oficina?

—Tengo unos inconvenientes ahora. Más tarde le aviso.

—¿Te puedo ayudar en algo?

—Es muy confuso de explicar—despierta la curiosidad de Melissa quien le dice: —Ojalá puedas venir a verme mañana, en mi oficina podemos hablar mejor.

—Haré lo posible, hasta luego—cuelga y Mía, quien viene del cafetín le pregunta:

—¿Con quién hablabas?

—Con la señora que te platiqué, que me ofreció empleo como su asistente personal.

—¿Te quiere contratar?

—Probablemente sí. Me llamó, para que la visitara mañana a su oficina.

—Esperemos resolver la situación de Matías hoy mismo, para que puedas ir a tu cita de trabajo.

—El caso de Matías es complicado, ya Justin aviso a las autoridades.

—Vaya. Pobre Matías.

—Me siento mal por el niño.

—¿Dónde está, Justin?

—Conversando con el doctor.

—Seguro le advierte, que tú no eres la madre—Laura habré los ojos como un plato y mira a Mía con seriedad—Lo siento, Laura. Esperemos a ver que dicen—se encoje de hombros apenada.

—No creo que haya ningún problema, Justin, tiene el don de la palabra, seguro resuelve.

—Sí, resolverá llevarlo ahora mismo a un albergue.




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