¡ Quiero una heredera! [#4 de la saga Heredero]

Alexander Salvatierra.

Alexander.

Inaceptable.

Inaceptable es el hecho de que alguien esta poniendo su empeño en matarme.

—Alexander, ¿tienes alguna explicación para que justificar que esa mujer quiere matarte?

Levanté mis ojos hacia Martín.

—Quizas le negaste un polvo y por eso ella ha tomado represarías contra tí.

—Muy buen punto de vista, Martín. -acote con sarcasmo, pero al parecer él no lo detecto en mis palabras.

Mi segundo al mando sonrió orgulloso e infló su pecho.

—Cuando gustes te puedo dar más puntos de vistas.

Rodé mis ojos.

—Si lo que buscas es llevarme a la ruina total, aceptaré todas las locuras que se te ocurran… en que cabeza cabe que esa mujer desea matarme porque le negué un polvo.

—En la mía, así que no es tan imposible como lo pintas.

—Es mejor que me dejes a solas, Martín.

—No lo hare, por qué, ¿y si ella se aparece en casa para matarte?

Tras estas palabras Martín tomó asiento en el sofá de mi oficina y posteriormente subió los pies en la mesa de centro.

—¿De cuando a donde no respetas mis mandatos?

—Desde que me diste entrada en tu vida Alex, ¿o es que se te olvidó?

Solté un suspiro cansado.

—¿Qué se sabe de la bomba que colocaron en el auto de Duncan?

—El equipo anti explosivos llego a tiempo, así respira tranquilo.

¿Respirar tranquilo? No creo que pueda hacerlo en este momento.

—¿Qué has sabido de los casquillos recogidos?

—Charlie los esta analizando. -respondió sin mirame. —Algo bastante grande debiste hacerle a esa mujer para que quiera matarte con sus propias manos… lo siento por lo que te voy a decir pero tienes todas las de perder porque esa mujer, sabe de armas, explosivos y es una maestra del camuflaje. Así que en cualquier momento apareces en un río bollando con la boca llena de moscas.

—¿Olvidas que yo soy un teniente general de las fuerzas armadas, Martín?

—No lo he olvidado, Alex. Pero aún así tienes todas las de perder ante ella. Porque la muy maldita puede usar la seducción para rebanarte el cuello.

¿Seducción para rebanarme el cuello?

No creo que ella llegue a ese punto… ¿o sí?

”Nunca digas nunca, Alexander Salvatierra.” Consciencia acotó estas palabras y poco después apareció ironía.

“Todo estara bien, querido Alex. Quitate el pantalón, sube las patas y deja que las bolas tengan un poco de libertad. Porque esa mujer no vendra por tu cabeza, pene y bolas.” Ironía se mofo mientras sonreía.

Y un segundo después apareció pesimismo.

“Dejan de aconsejar conciencia, porque este macho está próximo a tomar un vuelo con primera clase al mismísimo infierno.” Pesimismo aprecio vestido de gala mientras se fumaba un puro.

Deje de lado la charla de mis tres compañeros de vida, cuando Martín habló.

—En una semana tengo que presentarme en el ejercito.

—¿Para que?

—El nuevo general me pidió que entrenara a los nuevos reclutados.

Solté una gran carcajada porque de alguna manera Martín debía pagarme por burlarse de mi situación.

—¿De que te ríes?

—De tu cara de culo.

Martín entrecerró sus ojos.

—Pierde cuidado porque yo seré quién me ría de tu cara cuando la bomba sexi este a punto de enterrarte un cuchillo en el corazón.

Me encogí de hombros.

—Eso nunca va a suceder así que por el momento me burlare de tí, querido Mayor general del ejército.

Martín hizo una mueca luego de escuchar estas palabras.

—Estare fuera por un mes.

—Espero que te valla de maravilla en el ejercito.

—Alex…

—Espero que la teniente coronel Patrior no desee meterse a tu habitación a media noche para copular contigo.

Martín se llevo una de sus manos al rostro.

—Esa mujer me tiene hasta la coronilla por sexo.

—Deberias copular con ella, para ver si así se le pasa su dichosa obsesión por tener un pene dentro de ella.

—Para que poder dejar mi semilla en ella tengo que estar drogado, casi al borde de la muerte.

—Martín…

—¿Qué quieres que te diga Alex?

—Ire a despejar la mente. Así que cuidate mientras no estoy.

—Por si se te olvida, te recuerdo que soy un teniente general del ejército Martín.

—Cuando la muerte viene vestida de prada, no sirven de mucho los rangos Alex.

Tras estas palabras él camino con rapidez hacia la puerta.

Y justo antes de que él pudiera salir solté un pequeño ataque contra él.

—Llamare a Patrior para avisarle que en una semana tendrá a su entera disposición tu pene.

Martín giro sobre sus pies.

—Atrevete hacer algo así y te juro que te sacare todos los dientes.

—Perro que ladra no muerde… -me mofe de él y Martín me dió una fuerte mirada fulminante.

Martín salió del despacho y azotó la puerta.

—Pobre de tí, porque esa mujer luchará incansablemente hasta que le quites las ganas Martín. -susurre para mi mismo.

Poco después me coloque sobre mis pies y tras apagar la portátil, camine hacia la puerta, tomé entre mis manos el pomo de la puerta, lo gire y si perder tiempo salí del despacho.

Ante mi salida uno de mis hombres me abordó.

—Señor…

—¿Si?

—Luke, detecto movimiento alrededor de la casa y sus alrededores. -forme mis manos puños porque esta situación está logrando hastiarme. —Al parecer al parecer alguien quiere ingresar a la mansión.

—Ponga en marcha el plan de ataque y estén atentos a cualquier eventualidad.

—¡Si, señor…!

El hombre se marchó dejandome a solas.

Y fue inevitable para mi no pensar en porque esa mujer quiere matarme.

¿Qué habré hecho para cabrear al diablo vestido de prada?

Porque según yo no he cometido ninguna falta con ninguna mujer.

—Que yo recuerde hace tres años que no me interesó en una mujer.

Te felicito Alex, eres mi modelo a seguir… Es todo un logro durar tres años sin copular dentro de una mujer. Eres un ejemplo para todos los hombres de este planeta, todos deberían ser como tú. Ironía verbalizo estas palabras, mientras me daba una mirada fulminante.




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