¡ Quiero una heredera! [#4 de la saga Heredero]

Capítulo 3: Reclusa.

Alexandra.

Hoy es el gran día.

—De hoy no pasas Salvatierra… -susurre mientras me escabullía dentro de la casa de este bucéfalo. —Tu sangre bañará mis manos a como de lugar.

Mientras caminaba escuché la voz del hombre que alerto a este maldito hombre el día en que iba a matarlo.

Me coloque detrás de unos de los pilares de mármol, para esperar a que el endemoniado hombre se alejara del lugar.

—¿Qué recopilaste de la mujer que desea matar al jefe?

Sonreí con burla, tras escuchar estas palabras.

Pobre ilusos.

—Esa mujer es el verdadero diablo, así que hay que estar alerta ante cualquier eventualidad que pueda ocurrir. -el hombre miro hacia el cielo. —No se que le abra hecho, pero lo que si se es que la diabla vistida de prada y quiere matar a nuestro pobre jefe.

“La diabla vistida de prada”

En eso tengo que darle toda la razón a este mastodonte.

Pero no en la parte de “pobre jefe”

Ese hombre no es ningún pobre porque llevó a mi pobre hermana a tomar la decisión que terminó definitivamente con su vida.

La pobre fue ella por enamorarse de un hombre de la calaña de ese engendró del mal.

Continue mi camino cuando el mastodonte se alejó de la entrada de esta mansión.

Corrí con rapidez hacia dentro de la casa, gracias a que el estupido troglodita dejo la puerta de la entrada abierta de par en par.

¡Pobre estúpido…!

Caminé con rapidez por las finas baldosas de color blanco. Y para mi mala suerte una mujer de avanzada edad me detuvo.

—¡Hey…!

Maldije y no me quedo de otra que girar sobre mis pies.

—¡Yo…!

—¿Estás buscando a ese bandido?

—He… si.

La señora hizo una mueca.

—Lo encontraras subiendo por las escaleras, segunda puerta a la derecha… -la señora tras verbalizar estas palabras me muro de arriba hacia abajo. —¿Qué es esa nueva moda de vestir, muchacha?

—Este es último grito de la moda. -la señora negó. —Y además a ese bandido como usted lo llama, le encanta verme con este body puesto. Él dice que le ponen las mujeres enmascaradas.

—Ustedes los jóvenes son bastante ratos pero, allá ustedes… Cuando vallan a copular recuerden utilizar el globito porque yo no podré aguantar a otro indecente en la casa.

—Señora…

—Ve a lo que viniste, querida. Y termina de una vez por toda esa perversión.

Antes de que pudiera hablar la mujer se marchó con rapidez.

—¡Por Dios Salvatierra…! Tu propia gente te vende.

Sin preocupación alguna subi las inmensas escaleras.

Cuando estuve en la segunda planta.

Lo encontraras subiendo por las escaleras, segunda puerta a la derecha…

Seguí las indicaciones de la mujer y cuando estuve frente a la puerta tomé el pomo, lo gire y entre a la habitación luego de abrir la puerta.

Escaneé la habitación e hice una mueca al ver el desorden de la habitación.

Ropa por aquí, zapatos por allá, y los calzoncillos encima del montón de ropa.

¡Jesús santísimo…! Este hombre tiene todo lo malo.

Seguí caminando hacia lo que parecía el baño y cuando estuve en el umbral de la puerta centré mis ojos en la bañera, justamente el lugar donde se esta bañando el hombre al que mataré.

Di un paso silencio hacia la bañera y fue inevitable no observar la anatomía de este condenado hombre.

Es una lastima que tenga que matarlo, porque el muy descarado esta como quiere.

¿Alexandra, y esos pensamientos? Me reclamé a mi misma.

Obvie los pensamientos insanos que mi mente me obliga a experimentar, para centrarme en lo que verdaderamente importa, y por lo que me estoy arriesgando.

Matar a este maldito perro. Hijos del mismo satanás.

Con sigilo abrí la puerta de la bañera, y poco después saque la navaja que había adquirido en el mercado negro. Y un segundo después coloque el arma en el cuello de él.

Salvatierra se tensó y puede observarlo abrir los ojos.

—Cobrare la deuda que tengo contigo, maldito. Puede ser que en mis otros intentos haya fallado pero hoy no lo haré.

—¿Quién eres?

—La diabla vestida de prada. Soy la mujer que viene acabar contigo definitivamente. -tras estás palabras presione el arma blanca en el cuello del hombre porque estoy mas que dispuesta acabar con él definitivamente.

—¿Qué te hice para que decidieras matarme?

Apreté con fuerza mis dientes y cuando recordé ver a mi hermana sufrir por el amor que este engendró del mismo diablo, le nego.

—Heriste a quién más amaba en esta vida. ¿Te parece poco pisotear los sentimientos de una jovencita inesperta y con deseos de comerse el mundo?

—No se de que hablas.

Esas palabras lograron que la rabia que llevo contenida salga a relucir, así que me atreví a realizar el primer corte a la garganta de él.

Salvatierra soltó quejido. Y justo antes de que yo pudiera acabar de una vez por todas de él. Lanzó un fuerte golpe a mi abdomen el cual me obligó a soltar la navaja para doblarme a la mitad.

No.

No puedo perder la oportunidad de matarlo, tengo que matarlo.

Intente tomar la navaja pero el muy maldito la pateo hacía la esquina de la bañera. Y tras hacerlo con un agilidad impresionante se acercó a mi.

En ese momento quise salir de la bañera, pero él al ver mi intención actuó con rapidez al tomarme por el cuello.

Me removí frenéticamente e intente arañarle, pero al parecer nada funciona con este hombre.

Salvatierra me acorralo contra los azulejos del baño y sin esperar me retiró el pasamontañas que llevaba.

Centre mis ojos en él y el odio que siento por él poco a poco fue creciendo en mi interior.

—Creo que me estas confundiendo hermosura.

Cerré los ojos por un segundo, y en ese momento a mi mente llego un flashback de todo lo que había sufrido mi hermana antes de decidir acabar con su vida.

Observé a Itzel trazar lineas en un lienzo y fue inevitable hacer una mueca porque ella hace eso siempre que esta triste.




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