Alexandra
“—Vine a que me folles.”
Tras verbalizar estas palabras Salvatierra giro sobre sud pies quedando frente a mi.
—¿Es enserio?
Rodé mis ojos y tras hacerlo me atreví a extender mis brazos hacia Salvatierra.
—¿Crees que si no fuera enserio estuviera desnuda ante tí, pidiéndome que me rompas el maldito coño? -él se atreví a sonreír. —Te doy tres minutos para que te decidas engendró del diablo.
—No tienes que darme tres minutos, diablita… -Salvatierra extendió sus brazos hacia mi cintura, y una vez en posición de ella pegó su cuerpo al mío. —Porque desde que entraste a la bañera matarme decidí hacerte mía.
El susurró esas palabras en mi oído en voz baja, y esto logró hacer corto circuito en mi cuerpo.
—No sere tuya, solo sera una simple cogida común y corriente. -mencione cuando logre recuperar la poca compostura que me quedaba.
Genial Alexandra, has sucumbido en la tetra maligna que preparo la señora en piel de cordero.
Él dejo un beso en mi cuello y eso fue suficiente para lograr avivar el fuego que ya tenía en mi interior.
Él guío su mano hacia mi entrepierna, y allí empezó acariciar con maestría mi clítoris.
Cerré mis ojos y me mordí los labios.
—¿Te gusta? -pregunto con la voz totalmente oscura.
Y a mi no me quedo más que asentir.
Las caricias de él se intensificaron, y fue allí donde me permití soltar mi primer gemido de placer.
Maldito cuerpo.
Maldita vieja.
Maldito sea todo.
Salvatierra guío sus labios a mi oreja e inmediatamente mordió el lóbulo de mi oreja.
Solté un pequeño gemido de satisfacción, y ante esto él sonrió.
—Te prometo diabla vestida de prada que te follare como nunca en la vida te han follado.
Luego de verbalizar estas palabras el engendró del mal detuvo abruptamente los movimientos que estaba realizando con su mano en mi clítoris.
—¿Por qué te detienes?
—Por que tengo ganas de chupartela.
Fuego. Esa palabra describe a la perfección lo que sentí luego de escuchar esas palabras salir de la boca de él.
Salvatierra me se separo lwvem de mi, y yo como toda pervertida le heche el ojo a su amigo.
Ese si que es un pene, por el amor de Dios.
Grande, con gran grosor y totalmente delicioso.
Tal y como a mi me gusta.
Observé con detalle su amigo y me extrañe al no ver la perla que mi hermana me habia comentado.
Que raro.
—¿Te gusta?
—Me gustaría más que te agacharas a hacer tu trabajo Salvatierra del diablo.
Él tomó mi palabra.
—Esa boca te la llenara para que no puedas hablar, diablita.
—¿De agua?
—No.
Tras estas palabras él se agachó ante mi y me obligó abrir las piernas.
Cerré mis ojos con fuerza cuando sentí su aliento rosar con mi parte íntima. Y cuando el empezó a succionar mi clítoris fue imposible no soltar un gran gemido.
Coloque mis manos en el cabello de él y empuje su cabeza hacia mi sexo.
Estoy segura de que me voy a ir al mismísimo infierno, por dejar que este hombre me folle.
—Cuando termines juro a que te voy a matar.
—Si, pero de puro placer diablita. -Salvatierra susurró estas palabras y posteriormente entro uno de sus dedos dentro de mi.
—¡Ah…!
—Cuando acabe contigo me pedirás que te coma todas las noches de tu puta vida. Te volveré totalmente adicta a mi, diabla.
—Menos palabrerías y más acción hijo del diablo…
Él tras esta exigencia volvió a chupar pero esta vez con más fuerza mi centro.
Y esto logró sacarme un gran gemido.
Apreté su cabello en mis manos cuando me sentí desfallecer.
—Aunque me duela admitirlo, sabes muy bien hacer a una mujer llegar a la cúspide del placer con tus malditos y provocadores labios Salvatierra de mierda.
El muy descarado sonrió para después colocarse sobre sus pies.
—Y eso que no has comprobado todo lo que te puedo llegar a causar con mi pene.
—Me gustaría averiguarlo.
Esas palabras fueron suficientes para que él colocara sus manos en mi cintura y me hiciera colocar msi pies a su alrededor.
—Si quieres comprobar de todo lo que soy capaz de hacerte, no soy nadie para privarte de tocar el mismísimo cielo, ángel del mal.
Mis iris se perdieron en los ojos oscuros de él. Y en ese momento sentí una especie de escalofríos recorrerme el cuerpo como.
Temblé entre los brazos de mi enemigo, y él aprovecho este momento para empezar con la gloriosa danza de pasión entre nuestros cuerpos sudorosos y caliente.
—Voy a tatuar en tu piel esta noche, a tal punto que desistas de querer matarme. Me ocnvetire en el mejor amante que hayas tenido en toda tu vida.
Abrí mi boca para responder, pero antes de que pudiera hacerlo él se encargó de nublar mi mente por completo. Al penetrame duro pero delicioso.
Cerre mis ojos y sin querer una lágrima se deslizó por mi mejilla.
Sucumbí en el deseo.
“Te fallé hermana.”
—Perdóname, Itzel. -susurre para mi misma.
Y un segundo después los gemidos inundaron la habitación por completo.
Abrí mis ojos. Y me encontré con los iris inquisidores de él sobre los míos.
—¿Qué ocultas diabla? ¿Por qué quieres matarme?
Eliminé cualquier pensamientos que me hiciera sentir culpable por fallarle a mi hermana.
Y sin pensarlo le pedí a Salvatierra algo que nunca me pasó por la cabeza, que le pediría.
—Haz que olvide Salvatierra. Por un momento hazme olvidar que estoy cogiendo con el enemigo.
Él asintió y un segundo después avivó el ritmo de sus embestidas.
—Por esta noche seamos amantes Salvatierra, ama con devoción mi cuerpo y yo te prometo que por esta noche yo haré lo mismo con tu cuerpo.
—Si es así, bésame. Bésame y has que esta noche se grabe en mi memoria como la mejor de todas las noches.
Dude por un momento, pero después de recordar lo que le había pedido las dudas se marcharon de mi mente.
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Editado: 03.10.2024