Alexandra
Abrí mis ojos abruptamente cuando sentí algo calido rosar mi mejilla. Y para mi sorpresa me encontré con mis dos pequeños cachorros.
—Alex, Xander, dejen a su madre dormir.
Los dos perritos al escuchar mi voz empezaron a mover frenéticamente su cola.
—Si ellos son tus hijos, porque no me has llevado a juicio por la manutención.
Esas palabras lograron que colocará mis ojos en Alexander.
Y al hacerlo me encontré con la figura de un Alexander recien despertado con el cabello alborotado y sin nada que cubriera su torso.
Despertar al lado de este hombre, es despertar al lado de la mismísima tentación.
—¿Te gusta lo que vez…? Porque si ese es el caso puedo regalarte una foto para me admires las veces que quieras.
—Me encantaría… -esas palabras lograron que Alexander sonriera. —Pero no ver tu cara Alex.
La sonrisa que el mantenía en los labios se borró considerablemente. Dándole paso a una mueca.
—Se que es mentira diabla.
—Piensa lo que te de tu maldita gana Alexander.
—Si quiere que piense en lo que me de la gana, centraré mis pensamientos en una escena de nosotros teniendo sexo en la regadera, mientras el agua fría cae sobre nuestros cuerpos y que la paso de está sobre nuestra piel erice todo a su alrededor. -no dude en apretar mis piernas porque esas palabras me aprecian totalmente provocadoras. —¿Diablita, me ayudarías a ser este pensamiento realidad?
Tener de vez en cuando sexo matutino, no le hace ningún daño a nadie, así que aceptaré la propuesta indecorosa que este ardiente hombre recién levantado me esta ofreciendo.
—¿Estas seguro de poder cumplir mis expectativas?
Alexander me guiño uno de sus ojos y posteriormente retiró la sabana que le cubría de la cintura hacia abajo.
Coloque mis ojos en su anatomía e inmediatamente trague grueso al ver su miembro totalmente erecto.
—Solo tienes que decir rana yo inmediatamente saltó.
Apreté mis piernas con más fuerza porque mientras más luchaba por resistirme, el deseo se lanzarme sobre él se hacía cada vez más fuerte.
Al parecer Alexander Salvatierra me había hechizado con algo… ese algo puede ser su pene, pero es mejor seguir el rollo de lo cursi.
—¿Por qué solo piensas en cogerme Alexander?
—Para esa pregunta tengo varias respuestas… la primera, es porque me gusta estar unido a tí, ser una sola carne. La segunda, es que liberarme en tu vagina es la cosa que más disfruto hacer. Alex debiste aparecer antes porque tu presencia me hubiera evitado muchos problemas. -después de escuchar esas palabras me atreví a negar con la cabeza. —Y par a la posición número tres, tengo que confesarte que me encanta tenerte chillado de placer. Escuchar tus gemidos es mi musica preferida, Alex.
Abri mi boca para hablar pero en ese preciso instante la puerta de la habitación se abrió, dejandome visualizar la figura de Anastasia.
Mi mejor amiga entro en la habitación como Pedro por su casa.
—Alexandra… -tras susurrar mi nombre la muy descarada coloco sus ojos en Alexander. Y como no puede perder el tiempo desvío sus ojos hacia el paquete de él. —Ya veo porque tienes Alexandra como una pura cabra.
—¡Alex, tapa tu cosita…! -exclame e inmediatamente Salvatierra hizo lo que le dije.
Mientras que Anastasia soltó un pequeña carcajada.
—Cosita… más bien deberías decirle cosota. Alexandra, te felicito porque son pocas las mujer que tienen la suerte de encontrar un hombre de gran verga que las lleve al cielo y al infierno al mismo tiempo.
—Anastasia. -susurre con leve enfado en al voz. —¿Qué es tan importante como para que vengas a mandar por el caño la calentura que esté hombre de gran verga, como dice, me estaba provocando?
—¿Recuerdas lo que te dije anoche, Alex?
Observé fijamente Anastasia por un corto minutos y tras pasar este momento las palabras que ella me había dicho el día anterior.
“—Tú hermana no esta muerta, Alex. Itzel está viva.”
—¿Es cierto? -pregunte incrédula, a lo que Ana asintío.
—Sí, Alex. Comprobé que tu hermana esta viva, al inmiscuirme en el circuito cerra de las cámaras de seguridad del hotel.
—Pero mi padre dijo que…
—Él te mintió. -Ana hizo una pequeña pausa. —Les mintió.
Sin poder controlar lo que estabas sintiendo una lágrima salió de mis ojos y se deslizó por mis mejillas.
¿Por qué lo hizo?
¿Por qué papá nos engaño con respecto a la muerte de mi hermano?
¿Será que esta ocultando algo?
—Tengo que encararlo de una vez por todas… tengo que saber la verdad a como de lugar.
—Te llevare para que comparezcas ante tu padre.
Coloque mis ojos en Alexander luego de escuchar esas palabras.
—¿De verdad? -pregunte totalmente incrédula.
—Sí, Alex.
Lo observe con detenimiento por un segundo.
—¿Qué quieres a cambio?
—¿Por qué piensas que tengo que obtener algo a cambio? ¿Tan mal concepto tienes de mí?
—¡Deja la preguntadera Salvatierra y vete a bañar…!
—No veo el día en que te largues al ejército mano negra.
—Y yo no veo el día en que Alexandra se aleje de tí.
¿El día que me alejare de él?
Quizás ese día tarde mucho en llegar, aunque me duela no poder cumplirle el gran deseo de él.
Darle una heredera.
Una familia.
—Ella no se alejará de mi nunca.
“Nunca digas nunca.” Porque quizas ese día este más próximo de lo que nosotros pensamos.
—Ve a bañarte Alex. -pedi en voz baja y él asintió para después colocarse una almohada frente a su entrepierna.
Alexander se levantó de la cama y se apresuró a caminar hacia el baño.
—Hasta las nalgas las tienes grandes Salvatierra. ¿En que lugar es que hacen hombre tan sexis?
—No sé, encargate de investigarlo tú…
—Ana, ¿que paso con Jeff?
Mano negra hizo una mueca de fastidio.
—Cuando el dijo que en su diccionario habían otras palabras que no fuera coger, yo me imaginaba que se trataba de romance, amor, y cristalería, pero a que no me adivinas con que salió el hijo de su madre.
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Editado: 03.10.2024