¡ Quiero una heredera! [#4 de la saga Heredero]

Capítulo 19: Lagrimas.

Alexandra.

Dos años después.

Sonreí al ver Ángel tomar las manos de sus hermanos. Para después caminar hacia mí.

Ángel es el mejor hermano mayor que mis mellizos pudieron tener.

—Mamá, ¿podemos ir a casa de la abuela?

Entrecerré mis ojos y me prepare para negar, pero mis tres ángeles me colocaron la mirada a la que no le puedo negar nada.

—Por fa, m-mami. -coloque mis ojos en la pequeña Alessia, y me fue imposible no morir de la ternura al ver el puchero que esta pequeña manipuladora mantenía.

Sin duda alguna estos niños adquirieron de mí ser manipuladores natos.

—Pueden ir con la abuela, pero que les quede bastante claro que no se quedarán a dormir con la abuela. Porque mami necesita a sus ángeles para dormir.

—Pero mami… la abuela necesita nuestro calor para poder dormir. -Ángel demandó, mientras me miraba con ojos de perrito. —Por eso debemos quedarnos a dormir con ella.

—A otro ratón con ese queso, niño.

—Pero, má…

—Pero nada… Alessandro.

—Tranquilos, hermanos porque yo hare cambiar de parecer a mamá. -Ángel inquirió estas palabras y posteriormente me guiño jno de sus ojos.

—¿Como estas tan seguro de que me vas a conocer?

—Un buen mago nunca debe rebelar sus secretos. -el pequeño travieso me guiño uno de sus ojos.

Queria chamusquarlos y la que salí chamuesqueada fui yo.

Bien dicen… cría cuervos y te sacarán los ojos.

Y lamentablemente hoy puedo dar fé de que esa frase es verdadera.

—Ángel…

—Mamita hermosa. Llevaré a Barman, Alex, Xander, a la gata Patricia y sus hijos a la casa de la abuela.

—No, porque ustedes ya son una manada.

—Pero…

—Pero nada, jovencito.

Ángel se encogió de brazos, para luego colocar sus ojos en sus hermanos.

—Puedo decir que perdí esta batalla pero el segundo intento es el que decidirá.

—No tendras segundo intento porque no cambiaré de parecer, Ángel.

—Mamá, eso lo veremos. -el pequeño descarado volvió a guiñarme uno de sus ojos.

Antes de que pudiera replicar, la voz de Martín se antepuso a la mía.

—¡Alessa, princesa mía…!

Me fue imposible no rodar mis ojos, luego de escuchar esas palabras.

Lo de princesa, no lo discuto. Pero la palabra mía entra en discusión. Porque Alessia es mía y de Alexander.

—Tín…

La pequeña traidora soltó el agarre de Ángel, para correr a los brazos del mastodonte.

Entrecerré mis ojos al ver la escena se ellos fundiéndose en un caluroso abrazo.

¿Qué sera lo que Alessia ve en ese mastodonte?

Porque yo, sinceramente no puedo encontrar nada bueno en él.

Pero… allá ella y su enamoramiento momentáneo por él.

—Tío Martín. ¿Nos puedes llevar a casa de la abuela?

—En lo que va de la semana han ido viente veces a casa de la abuela, niños… díganme de una vez por todas lo que hacen en casa de Ana que no pueden hacer aquí, porque esto excede todos los timotes.

Ángel coloco sus ojos en mí, y sin dudar habló.

—La abuela, nos deja comer mucho chocolate, mientras que mamá no. Y también abuelita Ana nos permite ver caricaturas hasta altas horas de la noche.

—Bueno… Ángel es que no vez que estas hundido cada vez más a tu pobre abuela. -le niño nego. —Es mejor que ahuequemos el ala de esta jaula de oro antes de que tu madre le de por matarnos.

Después de esas palabras inquiridas por Martín, mis tres hijos, Batman y el mastodonte empezaron a correr.

Pobre de él cuando lo agarre con las manos en la masa.

—Mamá, estas en problemas. -susurre para mí. Mientras observaba a mis hijos marcharse a toda prisa con el loco de Martín.

Soy muy bendecida por tener a mi lado aun hombre que me ama con todo su corazón, tres niños sanos, mis padres, los hombres de Alex, y por supuesto mi hermana. Este en donde este…

Sin duda alguna estos dos años han sido lo mejor de lo mejor para mí, a pesar de que Alex no ha podido encontrar a mi hermana.

Pero tengo la certeza de que eso muy pronto cambiara.

Me abrace a mi misma y un segundo después sentí los brazos de Alexander alrededor de los míos.

—Te amo, Alex.

—Pense que pararía mucho más tiempo para que yo pudiera escuchar la palabra te amo de tú boca.

—¿Tan mala crees que soy?

—Oh, cariño. Tú no eres mala… eres la diabla más candente que he conocido en mi vida. -él dejo un beso en mi mejilla. —Mi peligrosa mujer.

—¿Tú mujer…? Que yo sepa no hemos contraído nupcias para que proclames abiertamente que soy tu mujer.

—No necesitamos contraer matrimonio para que todos sepan que me perteneces Alex.

—Quizas tú no desees casarte, pero yo sí -Alexander deshizo su abrazo. —Yo deseo caminar del brazo de mi padre hacía tí, anhelo con todo el corazón escuchar al sacerdote decir: “Los declaro marido y mujer.”

Alexander desvíos sus ojos hacia algún punto del jardín.

Y esa acción destrozó mi corazón.

—¿No te quieres casar conmigo? -pregunte con voz quebrada.

Ante esta pregunta Alex volvió a posar sus ojos en mí.

—Lo que más deseo en este mundo es casarme contigo.

—Entonces coloquemos una fecha para que eso suceda.

—No puedo Alexandra. En este momento no puedo casarme contigo.

Posterior a estas palabras Alexander se alejó de mí, dejándome completamente destrozada.

¿Por qué Alexander no se quiere casarse conmigo?

Varías lágrimas salieron de mis ojos sin que pudiera controlarlas.

¿Qué es lo que impide que Alexander y yo nos casemos en este momento?

Muero por saber la razón.

Me limpié las lagrimas y me atreví a sonreír luego de recordar que él no había descartado la posibilidad de que un futuro nos casemos.

—Por lo menos tengo esperanzas de que ese día llegue.

Di varios pasos hacia la casa, y en ese momento observé Alexander caminar hacia mi con una gran sonrisa en sus labios.

¿A este que le sucede…?




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