¡ Quiero una heredera! [#4 de la saga Heredero]

Capítulo 23: Tentación.

Alexandra.

Unos toques en la puerta lograron que abriera los ojos.

—¡Adelante! -exclame y un segundo después la puerta se abrió dejandome visualizar Anastasia.

—Alex, yo se que en este momento soy una persona no grata para tí… pero necesito expirar mi culpa

—Anastasia.

—Por mi propio bien te pido que me escuches, Alex.

Mano negra entro a la habitación tras cerrar la puerta detras de ella.

—Se que no debí ocultarte la verdad amiga, pero en mi defensa lo único que buscaba ocultando la verdad era evitarte el dolor.

—Anastasia…

—Se que no merezco tu perdón, pero aún así te imploro que no me coloques en tú lista negra.

Ahora que ella mencionó la lista negra, tengo que hacer varias modificaciones porque Alexander se gano un pequeño espacio en esa inmensa lista.

—Anastasia…

—Se que no me quieres ver ni en pintura, pero yo necesito decirte que en encontré varías cosas de la mujercita que quiere usurpar tu lugar… bueno creo que es lo inverso pero eso ahora no importa.

—¿ANASTASIA, ME PUEDES DEJAR HABLAR…?

—Sí, sí.

En cuanto Anastasia hizo silencio, empecé hablar.

—Como mi amigas debiste decirme la verdad, aunque me doliera Ana. -ella agachó su cabeza. —No voy a negar que me dolió que no me dijeras la verdad… pero aún con todo el dolor, no puedo eatar enojarme contigo Ana.

—¿Me perdonas? -pregunto esperanza.

—Sí, pero omite el grito de emoción porque para que se me olvidé que ocultaste la verdad necesito que me ayudes a investigar sobre esa mujer. Quiero saberlo todo…

—Ya investigué sobre ella Alex…

—Oh, pero que eficiente.

Anastasia me guiño uno de sus ojos.

—Si no me perdonabas por las buenas, tenía un has bajo la manga para que me perdonaras a la mala.

—Eres mala… ¡pero esa es mi chica!

Anastasia sin esperar se lanzó a mis brazos, y juntas nos fundimos en un caluroso abrazo.

—Te extrañé mucho Alex.

—Yo también.

La brinde una gran sonrisa, pero no recibí la respuesta que esperaba de ella.

—¿Qué pasa Anastasia?

—Alex, tienes que buscar la forma de volver a tu casa…

—¿Por qué? ¿Qué investigaste?

—Esa mujer esta loca… La palabra loca le queda grande a esa.

—¿Qué investigaste de ella?

—Ella estuvo recluida hace más de ocho años en un centro psiquiátrico, del cual escapo tras matar a un total de cinco personas… Alexandra, esa mujer es altamente peligrosa.

—¿Qué más sabes de ella?

—Esa mujer tiene un hijo, el cuál según lo que vi en su acta de nacimiento no aparece el nombre del padre.

Genial.

Ahora me tocará lidiar con una loca peligrosa y su cría.

—Y al parecer según la información que pude sacarle a Martín, ella le dijo Alexander que padece de cáncer.

—Ah, sí. Pues entonces hire a darle su ansiada sanación, porque la reverenda virgen María se lo merece.

Me coloque sobre mis pies E inevitablemente Anastasia me repaso con la mirada.

—Alexandra, ¿te presentarás en tu casa así?

—Sí, Ana. Me presentare en esa casa siendo Alexa, le arruinare el plan a la bruja y de paso haré sufrir Alexander por ocultarme la verdad.

—¿Qué le haras a tu macho?

—Tentarlo.

—¿Y si él cae en la tentación por tu alterego?

—Lo mato.

—Muero por ver ese lío.

—Prepara tus palomitas porque la función está a punto de iniciar, mano negra.

Anastasia me guiño un ojo. Y ante esto sonríe.

—¿Cómo van las cosas con Jeff y la pequeña vaquera enamoradisa?

—Juro por lo más sagrado que tengo que yo no he sido quién le ha metido en la cabeza que cuando ella sea grande se case con Alessandro. -solte una pequeña carcajada. —Alex, no te rías de mis desgracias… No te imaginas la cantidad de veces que he tratado de convencer a Jeff que no le he dicho nada a nuestra hija, pero él está renuente a creerme, Alex.

—El único consuelo que te puedo dar es que haré que mi hijo sea un excelente esposo para tú hija, amiga.

—Pues entrenalo desde pequeño porque con el padre que se carga mi hija, no dudo en que lo quiera ahoracar al pobre Alessandro.

Antes de que pudiera responder la puerta de mi habitación se abrió dejandome visualizar a mis tres hermosos hijos, los cuáles corrieron a mis brazos.

—Mami, queremos regresar a casa…

—Pense que te encantaba estar en casa de la abuela, Ángel.

El pequeño travieso, me abrazó con fuerza.

—Me gusta pero, extraño mucho a papá. Regresemos a casa mamá.

—Este es tu momento Alexandra, ve a poner las cosas en orden en tu casa.

—Má, quiero ver a papi.

Coloque mis ojos en mi pequeña niña y me fue imposible no atraerla hacia mi cuerpo para darle un gran beso.

—Vamos a volver a casa, pero el juego que estamos llevando a cabo debe seguir niños…

—Sí, mamí.

Le di un beso Ángel, a lo que él sonrió.

—¿Niña? -pregunto Alessandro hacia Anastasia.

Y yo no dude en sonreír.

—La vida se encargara de unir a nuestros hijos Anastasia.

—Espero es que Jenna y Alessandro sean muy felices.

—Lo seran amiga, lo serán.

—Enna. -Alessandro sonrió y esto fue un claro indicio de que el destino de los dos esta juntos.

(***)

Mi hogar.
Mi dulce hogar.

—¿Qué haces aquí?

Corrección, era dulce hasta que la reina de las mentiras llegó a interrumpir mi preciada paz.

—¿Disculpe?

—¿No te quedó claro que yo soy la señora de la casa…? ¿O es que tengo que explicartelo con manzanas y peras?

—¿Quién es usted? -pregunte con voz melosa.

Y esto pareció enfurecer a la bruja.

—Vete, de aquí. -inquirió con voz hostil. —Vete antes de que te saque, por las malas.

—No me iré, como la vez.

—No dejare que me arrebates lo que es mío, Alexandra.

—No soy Alexandra, pero por lo visto eso que dices que es tuyo, es más de ella que tuyo.

La mujer ardió de coraje, tras escuchar esas palabras.




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