¡ Quiero una heredera! [#4 de la saga Heredero]

Alexander Salvatierra.

Alexander.

Una semana después.

Acaricié la piel desnuda de Alexandra, y posteriormente deje un beso en su piel.

—Es grandioso lo que has logrado, en tan solo un año.

—¿Lo dices por lograr en un año, lo que muchas modelos no logran en cinco años?

—Que modetas eres Alexandra.

—No tienes que decirlo porque ya lo se, querido.

Está mujer es lo máximo.

—¿Seguiras modelando?

—¿Quieres deshacerte de mí, Alexander? -pregunto para después darme un pequeño golpe en mis pectorales.

Vaya mujercita de la que me enamore.

—¿Por qué querría deshacerme de tí?

—No sé, dímelo tú…

—Alexandra, ¿no te has puesto a pensar que a mí es a quien le conviene que no estes expuesta al ojo público? -ella entrecerró sus ojos. —Porque si fuera por mí, te recluía en está casa para que solo yo puda ver tu cremosa piel.

—¿De verdad? -Alexandra pregunto mientras acariciaba mi piel.

—¿Lo dudas cariño?

—Claro que sí.

Ella acoto estas palabras y posteriormente me regaló una sonrisa pícara.

Así que no dude en hablar.

—Cuando me llego al revista que protagonizaste, desee matar a todos los que colocarán sus ojos en tí… en primera instancia tuve deseo de correr hacia tí, tomarte entre mis brazos y recluirte en la habitación más oscura de la casa, solo para ser yo quien te admirará, quién te idolatrala, quién te deseará… -Alexandra enarcó una de sus cejas. —Quemé esa revista, y envié a mis hombres a comprar las revistas de todas las tiendas de este pais. Y todas ellas tuvieron el mismo final.

Alexandra soltó una pequeña risa.

—¿De verdad?

—¿Pones en duda mis arranques de celos?

—Claro que sí.

La miré indignado.

¡Esto es el colmo…!

—Entonces tendré que darte la más grande escena de celos. Para que te quede bien claro de lo que soy capaz.

Ella negó.

E inmediatamente empecé a máquinar ideas para hacerle ver el gran celopata que llevo dentro.

Y solo me bastó unos segundos para darle forma a ese plan.

—Es mejor no presenciar esa escena, así que ve desarmando el retorcido plan que ya has de tener listo, Alexander…

Rayos… ¿cómo ella sabe que tengo un plan armado?

—Hare todo lo que este en mis manos para que veas lo celoso que puedo llegar a ser, preciosa mía.

—¡¿Es que no has escuchado que no quiero presenciar a mister celoso…?!

—Hace un año ardi en cólera, por las fotos y porque no pude hacerte una escena de celos digna de telenovela. Pero de que te tocá te tocá, diabla.

Alexandra negó para después golpear mi pecho.

—Atrevete armar un desmadre, y verás lo que soy capaz de hacer.

Le di una pequeña sonrisa.

—Armado ya está, así que solo te queda aceptar que te haré tu respectivo show, querida mía.

—Hazlo y veras como te arrancaré todo los vellos de tu cuerpo.

Esa amenaza, encendió todo en mí.

¿Por qué ella con una sola palabra lográ desestabilizarme?

—No estoy bromeando Alexander…

—Yo tampoco.

Alexandra luego de escuchar esas palabras volvió a golpear mi pecho.

Acaricié el rostro de Alexandra.

—Te amo, Alex. Te quiero con todo mi cuerpo, corazón y alma. Eres una de las personas más importantes de mi vida…

—Alex, me haras llorar y no quiero hacerlo.

Posterior a esas palabra inquiridas por ella, la atraje hacia mi pecho, y deje un beso en su cabeza.

—Eres lo mejor que pudo pasarme en años, Alexandra.

Me atreví a sacar de mi bolsillo, el anillo que hace un año ella me había devuelto.

—Esto te pertenece. -coloque el anillo al frente de los ojos de Alexandra. —Se que debí haberte dicho que estaba casado con ella… pero en mi defensa alegó que lo hice por miedo. ¡Por miedo a perderte, a perderlos…!

—No debiste mentirme…

—Se que no debí hacerlo, mi amor. Pero hoy aquí te pido que perdones a este ser tonto y malvado.

—Ya te perdone Alexander. ¿O es que no te ha quedado bastante claro?

Me apresure a colocarle el anillo en su dedo.

Bingo… Estoy de suerte.

—Mi amor…

—Que te haya perdonado no quiere decir que se me olvidará el mal rato que esa mujer me hizo pasar. Para que olvide lo que hiciste tendrás que trabajar mucho porque con unos simples besos, toqueteos u orgasmos arrolladores no olvidaré lo mal que lo pase por tu culpa.

—Hare todo lo que quieras mi amor. -abrace Alexandra con fuerza.

—Más te vale, Salvatierra…

Después de estas palabras Alexandra se acurrucó contra mi cuerpo.

Ella es lo mejor que me ha pasado en esta vida, así que por nada del mundo permitiré que ella vuelva alejarse de mí. Porque Alexandra Kemers, muy pronto de Salvatierra es la mujer que tanto le pedí a Dios.

—Alex…

—¿Humm?

—Eres el deseo que pedí a los dieciocho años…

—¿De verdad?

—Sí, mi amor.

—Eres un romántico cariño.

—Solo contigo cariño, mío. Solo contigo.

Mi candente diablita coloco su cabeza en mi pecho y posteriormente cerro sus ojos.

—Alex…

—¿Humm?

—Gracias por cumplir todos mis sueños. Gracias por darme la familia que tanto deseaba, gracias por mis herederos, gracias por cumplir la petición que te hice.

—Esa no fue una petición, esa fue una exigencia.

—Sea lo que sea, gracias.

—Ahora soy yo quien te hará una demanda-petición.

—Lanza la bomba, diablita.

—Quiero… quiero que seamos felices para siempre.

—Te prometo que cumpliré tu petición al pie de la letra, todos los días de mi vida hasta que la muerte nos separe.

—La muerte no podrá separarnos porque te amaré más allá se la muerte, Alexander Salvatierra… ¡ahora déjame dormir en paz!

Sonríe levemente.

—En este vida te amo, y en todas las que vengan también te amare, Alexandra. -abrace con fuerza el cuerpo de Alexandra, y me permití cerrar los ojos. —Eres y siempre seras la mujer de mi vida Alexandra Kemers.




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