De regreso, las cosas fluyeron todavía mejor. Ella ya estaba acostumbrada a lo que implicaba caminar en una ciudad como la suya con esos enormes y llamativos lentes. Ahora no le preocupaba la inseguridad, sino que le alentaba la seguridad con la que andaba.
Ese tono de continuo sinsabor ahora era reemplazado por la fascinación de las aplicaciones que ya había convertido en una cadena interminable dentro de la pantalla principal. Las ventanas a duras penas se diferenciaban unas de otras, y de pronto, la atención se le iba de las manos y terminaba chocando con alguna persona en el trayecto a su transbordo.
Llegar a casa para ella fue un alivio. Una vez más, las emociones se desperdigaban sobre su plato. Revisó los alrededores del apartamento mientras se lavaba las manos. Había apagado un segundo los lentes, con la intención de limpiarse el sudor acumulado alrededor de los mismos.
Una sensación eléctrica la invadió, era como si su mismo cuerpo estuviera rechazando la vida que tenía ante ella. No estaba segura de que eso en realidad pudiera suceder, pero prefirió apurar el enjuague de sus ojos para que los lentes pudieran volver a funcionar.
Desafortunadamente, no siempre las cosas van hacia nuestro favor, y una gota de agua con sudor se introdujo justo en el lagrimal.
—¡Ah! No puede ser —exclamó dejando los lentes a un lado por completo.
Apenas la vista empezó a aclararse y el ardor a ceder, cuando sintió que la sangre se le fue a la cabeza. Lo que quedó frente a ella no le agradó nada: su propio reflejo.
Tenía la figura de los lentes marcada alrededor de los ojos. La cara enrojecida y acalorada por haberlos traído todo el día. Su cabello también mostraba una apariencia deplorable. Detestó cada parte, aunque fuera pequeña, de ella.
Tomó una de las toallas que había colocado cerca de la estantería, y se secó el rostro para alcanzar los lentes lo más rápido posible. Claro, seguía mirando su reflejo, pero ahora tenía esa barrera inquebrantable..
Tomó un enorme suspiro antes de volver a la sala. ¿Sería que había una forma de que sus lentes le ayudaran a mejorar su apariencia?
Abrió el navegador sin dudarlo y escribió las palabras clave que necesitaba. Por supuesto que los resultados no se hicieron esperar. Un montón de aplicaciones recientemente desarrolladas estaban a su alcance.
Seguramente le estaba yendo bastante bien a los lentes, porque cada que entraba a la tienda de aplicaciones, podía notar infinidad de opciones nuevas para descargar. Sus manos ayudaron a las pupilas a navegar por ese mar de posibilidades, hasta que el nombre recomendado en su búsqueda anterior, apareció.
Una aplicación que prometía ayudar a las personas a cambiar su aspecto físico de manera realista. ¿La intención? Facilitar la planeación de cambios de apariencia, cortes de cabello, tintes o maquillaje, sin necesidad de invertir.
El estómago le revoloteaba al tiempo que el nombre y logotipo de la aplicación aparecían por encima de todas las ventanas que tenía abiertas.
Finalmente, no tenía inhibiciones, así que corrió de vuelta al espejo de su baño y comenzó a explorar la aplicación. Primero un poco de maquillaje. Ella no sabía demasiado sobre el tema, pero en la aplicación ya habían paquetes que se nombraban por el estilo a emular. Aunado, y como una función especial que se cobraría dentro de treinta días, podías realizar "ligeros ajustes" al rostro que se estaba modificando.
Liliana dudó un segundo. Ella siempre opinó que modificar su físico no la llevaría a ningún lado, porque lo importante estaba... ¿adentro? ¿Entonces por qué se sentía tan mal? Suspiró contrariada por su propia confusión y después seleccionó la función "pómulos".
Tenía una apariencia bastante angelical, infantil incluso. En las revistas, admiraba a las modelos que presumían rasgos mucho más adultos. Esa manera de lucirse con un toque afilado y elegante le fascinaba.
Seleccionó la opción predeterminada para el primer intento y admiró cómo su cara se transformaba.
Sí, aquello era justo lo que había querido ver en tanto tiempo. El rostro se reflejaba precisamente como ella buscaba. Incluso sentía que su mirada estaba ligeramente más brillante, más llamativa con esa pequeña modificación.
Sin embargo, ahora que se observaba así, creía que quedaría mucho mejor una mirada felina. Buscó las opciones para poder levantar y alargar sus ojos. Mientras lo hacía, otra voz en el fondo de su mente le cuestionaba si aquello iba a salir bien o, si al contrario, se le iba a salir totalmente de las manos.
Respiró con alivio cuando notó que su rostro era perfecto. No creyó que hubiera elegido unas modificaciones demasiado extremas. Siendo así, probablemente no había obrado demasiado mal, así que simplemente alejó su atención del espejo y volvió a su sillón para continuar explorando las aplicaciones.
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Al siguiente día se sentía distinta. Había dormido hasta muy tarde, pero no percibía cansancio. Por el contrario, algo dentro de ella le impulsaba a caminar con mucha más confianza. A no agachar la cabeza y a sentirse un personaje dentro de su mundo.
Nunca se lo había dicho abiertamente a nadie, pero siempre tuvo la sensación de estar de sobra. Como si estorbara, ni siquiera se sentía como un personaje de relleno. Ella tenía la fuerte sensación de que no debía estar ahí. Por consiguiente, cuando caminaba por las calles o intentaba participar en una conversación, la detenía la certeza de que era mejor quedarse fuera de la línea protagónica.
Sonrió al reflejo, porque ahora lucía su nueva imagen. Imperceptible para todos, pero real para la chica. Eso era lo único que importaba.
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La atención en la oficina del día anterior, se repitió. La tomó entre sus manos como si hubiera sido algo de toda la vida, aunque después de un par de halagos y conversaciones vacías quiso comenzar a trabajar. Pero en eso se quedó, precisamente, en el querer, porque una notificación rompió la concentración.