El restaurante en Misiones ya era conocido. Clientes de otras ciudades venían a probar el guiso de Eugenio y las empanadas de Ester. Lorenzo seguía como socio y, aunque tenía sus caprichos, el trato entre ellos era bueno.
Mientras tanto, en Londres, María había conseguido trabajo en una tienda y estudiaba por las noches. Mandaba cartas cada mes contando su vida. En una de ellas escribió:
"Papá, aquí hay oportunidades, deberías venir a verme"
Eugenio leyó la carta y respondió breve:
"No, hija, mi vida está aquí. Cuídate y sigue adelante".
Nunca le gustó viajar más de lo necesario. Decía que el mar y los barcos ya le habían quitado suficiente tiempo de su juventud.
En Argentina, los otros hijos crecían rápido. Héctor ayudaba en el restaurante, las mellizas estudiaban y Eustaquio, con sus dificultades, recibía toda la atención y paciencia de Ester.
El negocio prosperaba y la familia parecía estable.
Pero en la vida de Eugenio, la calma nunca duraba mucho.
Editado: 12.08.2025